Los siguientes dos días los pasamos encerrados en aquella casa. La casa donde los tres hermanos Holland habían crecido y compartido más de un recuerdo. A medida que pasaban las horas mi paciencia comenzaba a ser más escasa y mis nervios se ponían de punta. Necesitaba salir, tomar aire y ver pasar a la gente junto a mi así se tratarse de una tontería, pero no soportaba estar encerrada mucho tiempo más. Rush insistía en que debíamos esperar a que Max vuelva con noticias sobre Isaac ya que no era seguro para ninguno de los dos.
El tema de las cartas había quedado en el olvido, tanto Rush como yo hacíamos los como si aquello no hubiera pasado aunque ambos sabíamos lo que había allí. Agradecía que él no me hubiera presionado más sobre mis sentimientos por él pero también extrañaba sentir sus labios sobre los míos. En esas cuarenta y ocho horas que habíamos permanecido encerrados no había sucedido ningún tipo de contacto físico entre nosotros y ya lo echaba de menos. Más no iba a decirlo en voz alta. Rush permanecía distante y encerrado en su habitación mientras yo me disponía a recorrer la casa una y otra vez. Un sin fin de sentimientos se arremolinaban en mi interior haciendo me sentir casi como una estúpida. Más de una vez había estado a punto de ir en busca de Rush y tomarlo del cuello para besarle como tanto deseaba pero mi orgullo me hacía retroceder.
La tercer noche alrededor de las dos de la madrugada fue cuando sucedió algo que ninguno de los dos había previsto. Me encontraba en la habitación de los padres de Rush, ya que allí era donde dormía, sin poder conciliar el sueño cuando lo escuché. Fuertes golpes provenientes de la puerta de entrada me habían hecho saltar de la cama para ponerme en estado de alerta. Rush no tardó mucho en aparecer y tomándome de la cintura me empujó hacia el closet atestado de abrigos de aquella habitación. El pequeño espacio había sido ocupado por nuestros cuerpos y nuestras respiraciones se mezclaban a tal punto de que si no fuera por la situación me habrían vuelto loca. Los ojos se Rush se veían enojados. Su cuerpo se encontraba rígido y todo él emanaba un aura un tanto extraña.
- Nos han encontrado- Susurró casi sobre mis labios. Y de no ser por la situación de peligro en la cual nos encontrábamos me hubiera lanzado a su encuentro. Más no permanecí en mi lugar. Mis piernas amenazaban con fallar. Mi respiración comenzó a acelerarse.
—Tranquilízate Anna, por favor— Y de no tenerlo tan cerca jamás lo hubiera escuchado. Su voz era apenas un susurró que se perdía a causa del sonido ensordecedor de los golpes que comenzaron a resonar en toda la casa.
Vidrio estrellándose contra el suelo y tal vez también la pared, pasos recorriendo la casa de punta a punta. Murmullos de voces desconocidas y la tan conocida voz haciéndose escuchar sobre todas.
—No pudieron haber escapado, tienen que estar aquí ¡Rápido! — Isaac sonaba alterado.
—Nos van a matar— Conseguí decir presa del pánico. La cálida mano de Rush tomó la mía haciéndome con fuerza. Intentando transmitirme seguridad pero fallando en el intento. Eso era todo. Esta era la última vez que nos veríamos a la cara. —No quiero perderte— La voz me falló y un sinfín de lágrimas se agolparon en mis ojos. Contener los hipidos era la peor parte, al menos tenía que intentar que no nos encontraran tan fácil.
—Sh, cariño. Estaremos bien— Pero sus ojos no decían lo mismo. Apretó su agarre y no contuve el impulso de esconder mi cabeza en su pecho. Los latidos de su corazón al contrario de los míos eran pausados, tranquilos. —Estamos juntos Anna, estaremos bien— Aseguraba él. Y quería creerlo, pero allí escondidos sin mucho lugar para escapar éramos presa fácil. —Además estamos en mi escondite cariño, no tienes de que preocuparte.
Me separé. Aquello había sonado como un niño confesando algo y sabía que detrás de todo lo que decía Rush siempre había algo. No podía ser que él se tomara tan a ligera una situación como la que estábamos atravesando. Intenté apartar los gritos que seguían escuchándose desde detrás de aquella puerta de madera y me concentré en Rush.
— ¿Qué?
Una sonrisa tranquilizadora atravesó sus labios.
—Justo detrás de ti hay una pequeña pared falsa, no la puedes ver porque la ropa consigue esconderla— Aclaró —Pero quiero que entres allí y no hagas ruido alguno ¿Puedes hacer eso cariño? — Volvió a decir lentamente.
Abrí mis ojos como platos. No podía ser cierto. Rush no podía.
— ¿Pero… y tú? — Pregunté aterrada. Jamás lo dejaría solo.
—No te preocupes, allí cabemos los dos— Aseguró él. Y quise chillar, gritar y decirle que lo amaba pero me mantuve firme. —Ahora, gira lentamente Anna, trata de no chocar con los abrigos porque se podría caer algo. Luego de que tú entres, yo te sigo.
— ¡El jefe dijo que estaban aquí! ¡De prisa! — Volvió a rugir Isaac.
Y sin pensarlo demasiado hice lo que Rush me dijo. Comencé a moverme lentamente entre los abrigos evitando tocarlos demasiado y comencé a tocar la pared.
—A la altura de tus rodillas vas a notar que hay una tabla de madera que podrás hacer a un lado. Apártala— Susurró — Y luego entras. Yo te sigo— Asentí y así lo hice. Me puse de cuclillas y sentí que la superficie dejaba de ser suave y se volvía rugosa. Las manos me temblaban de modo que tuve que hacer un esfuerzo grande para evitar dejar caer la tabla y provocar cualquier tipo de ruido que nos delatara. Me arrastre unos cuantos centímetros hacia el pequeño escondite y una vez allí apoyé mi espalda contra la pared. Supuse que era un espacio reducido, donde probablemente se había escondido un niño de ojos azules tal vez quince o veinte años atrás. Se encontraba a oscuras evitándome ver cualquier cosa pero supuse que no habría más que eso. Apenas y quedaba espacio para que Rush entrara. Pero así lo hizo. Con su la agilidad de un gato comenzó a meterse por el espacio antes cubierto por la tabla y antes de que pudiera replicar tomó mis dos manos e hizo que me sentara sobre sus piernas. De aquel modo ambos estábamos más cómodos.
—Toma la tabla y cubre la entrada, Anna— Dijo con voz pausada. Y así lo hice. Evitando moverme demasiado contra él. El ruido del exterior seguía escuchándose con la misma intensidad pero al menos ya no éramos visibles.
La intensa oscuridad no me permitía ver a Rush. Solo sentía el calor que emanaba su cuerpo debajo del mío. Y allí, seguros no podía evitar pensar que moría por besarlo.
Una caricia que ascendió por mi muslo disparó mis sentidos.
— ¿Rush? — Dije con la voz atorada.
—Umm…— Su mano siguió su recorrido hasta llegar a la zona de mi cadera. Tal vez y solo tal vez había sido una buena idea dormir con un pequeño short y sudadera.
Pequeños círculos imaginarios comenzaron a ser dibujados en mi piel. Cerré los ojos disfrutando del contacto y la intimidad momentánea que nos ofrecía aquel momento y me deje llevar. En aquel lugar oculto de cualquier mal y en la completa oscuridad cualquier contacto era mortífero. De modo que giré ligeramente mi torso para poder quedar de frente a él y llevé mis manos a donde supuse se encontraba su rostro. Su piel caliente entro en contacto con el frío de mis manos y una sensación de seguridad y resguardo me invadió por completo.
—Bésame— Pedí acercando mi rostro al suyo, y aunque no podía ver su expresión hubiera jurado que estaba sonriendo.
Aquella era la última vez que íbamos a poder estar en nuestro pequeño mundo separado de todo. Alejados de Isaac, del mundo de las drogas y de todo lo demás, solo que yo no lo sabía.
Capítulo corto, perdón! Y no subo hace (creo) veinte días. Solo que tengo trabajo nuevo y todavía me cuesta acostumbrarme al nuevo ritmo. Si veo votos en este capítulo subo otro nuevo el miercoles a la noche :3 Ojalá les haya gustado.
Con respecto a la primer temporada de esta novela quiero decirles que está por llegar a su fin. No quedan más de tres capítulos así que disfrutenlos.
Noticias sobre la segunda parte de la historia en breve!
Que tengan un buen lunes preciosas.
Ah, y por cierto! Lean con atención el capítulo porque hay detalles que no pueden dejar escapar. Pronto sabran el por qué.
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Trouble
Любовные романыEthan era todo lo que Annabelle creía amar. Ambos eran inseparables. De eso, hasta que Ethan muere por un disparo en el pecho. Las causas eran desconocidas, el asesino había escapado sin dejar ninguna pista. Annabelle todo lo que tenía era un corazó...