Desperté en su habitación y su embriagador aroma me invadió por completo. Todo el lugar olía a Rush y era algo exquisito. Luego de la tormentosa noche que habíamos pasado Rush insistió en que durmiera en su cama y él lo haría en el sillón de la sala. No había podido negarme, me encontraba agotada y a decir verdad algo confundida. Sus palabras comenzaban a volverme loca y lo único que hacía mi cabeza era repetirlas una y otra vez. Había sentido ganas de llorar pero no de tristeza, sino de algo que aún no lograba descubrir. Él me había dicho que me cuidaría incluso con su vida y el sentimiento de que alguien se preocupaba por mí y ese alguien era Rush me abrumaba y me hacía sentir extrañamente feliz. Deseaba poder pensar en algo más que no fuera eso, pero los siguientes veinte minutos me la pase pensando en él.
De golpe había vuelto a aparecer en mi vida y eso me daba seguridad. Él me hacía sentir segura. Los recuerdos de Ethan se colaron en mi mente y me sentí mal de un segundo a otro. Yo no podía hacerle esto. Yo no podía tener sentimientos por su hermano. Ethan había sido mi novio, mi prometido y aquí me encontraba yo, acostada en la cama de Rush como si fuera algo normal. Joder, aquello no era normal. Era una completa locura. Tenía que hacer todo lo posible para quitarme esos sentimientos por él, yo no podía sentir lo que sentía por Rush. No.
Decidí que mejor era levantarme y comenzar a hacer las cosas del día, cuando mi celular comenzó a sonar. Había dormido con el aparato debajo de la almohada de modo que no tardé en contestar. Era Carter.
—Carter, buen día— Respondí soltando un bostezo.
—Pues será buen día para usted señorita Parks— Dijo malhumorado.
— ¿Qué sucede? ¿Por qué ese tono? — Pregunté confusa.
—Me encuentro en el hospital, esperando a que me den el alta porque un malnacido me disparo en las piernas y en el brazo, dejándome en claro una amenaza explícita hacia mí y hacía usted, Parks.
No quise despertar a Rush ya que se lo veía bastante cansado. De modo que me coloqué mi ropa de la noche anterior y salí de su apartamento para dirigirme hacia la clínica donde estaba Carter. Aquello me había puesto los pelos de punta.
Tomé un taxi y en menos de veinte minutos me encontraba en la recepción de la Clínica esperando a que la recepcionista me diera el número de la habitación de Carter. Una vez que me indicó, subí a la cuarta planta y busque la habitación 04. Golpeé antes de entrar y una mujer de unos cuarenta años me recibió con una sonrisa melancólica.
—Tú has de ser, Annabelle Parks ¿Verdad? — Me tendió su mano y la tomé asintiendo con la cabeza.
—Soy Elizabeth, la esposa de Carter. Él me aviso que vendrías. Lamento mucho lo que está sucediendo. Él está adentro, entra tranquila. Yo iré por algo de café— Me dio una última sonrisa y se alejó por el mismo pasillo que yo había ido.
Me adentré en la habitación que olía a alcohol y alguna sustancia que no pude determinar y me encontré con el agente Carter sentado en una silla de ruedas mirando hacia la ventana.
—Hola— Dije suavemente. Él con algo de dificultad hizo girar las ruedas de su silla y en cuanto lo vi no podía creerlo. Su rostro se encontraba algo hinchado en la parte del pómulo derecho, por no agregar que sus piernas estaban vendadas a la altura de las rodillas.
—Parks, como puedes ver esto va mucho más allá de lo que has creído— Me dijo él.
— ¿Cómo te encuentras? — Fue todo lo que pude decir.
—No es nada del otro mundo. Extrajeron las dos balas de las piernas y me dijeron que volveré a caminar en cuanto pase el dolor, por el resto son solo golpes. Pero no es lo que me importa, Annabelle. El jodido infeliz me advirtió que si seguía investigando sobre la muerte de Ethan Holland lo iba a tener peor. Y también amenazó con acabar con tu vida si era necesario.
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Trouble
RomanceEthan era todo lo que Annabelle creía amar. Ambos eran inseparables. De eso, hasta que Ethan muere por un disparo en el pecho. Las causas eran desconocidas, el asesino había escapado sin dejar ninguna pista. Annabelle todo lo que tenía era un corazó...