Calma

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  Justo cuando estaba a punto de salir de la habitación donde se encontraba Carter mi celular comenzó a sonar. Otra vez. Había sonado una y otra vez mientras me encontraba hablando con Carter pero no consideré apropiado responder. Él se encontraba en una habitación de hospital por mi causa y lo mínimo que le debía era unos minutos.

 La pantalla de mi teléfono celular decía “Rush” y sabía que nada bueno podía salir de eso. Él me había expresado la noche anterior que yo estaba en peligro y luego de lo que me había contado Carter sabía que mi pequeño espectáculo con Isaac había empeorado la situación. Había dudado sobre decirle a Carter sobre la pelea en la fiesta pero finalmente no pude hacerlo.

 — ¿Si? — Dije cuando atendí la llamada.

 — ¿Dónde demonios estás?— Gruñó Rush del otro lado de la línea. Podía imaginarme que tenía su mandíbula tensa y los dientes apretados.

 —Estoy en la Clínica Saint Mery— Contesté finalmente.

 — ¿Qué? ¿Estás bien? ¿Estás herida?— Reprimí una risita ante su momentáneo cambio de tono de voz. Solo Rush podía pasar de sonar amenazante a preocupado por la misma persona. De frío a caliente. —Anna, respóndeme ¿Qué sucedió? — Volvió a hablar él.

 —Estoy bien, solo vine a ver a un amigo que tuvieron que internar por un accidente— Mentí. No quería que Rush supiera que era Carter ni que mucho menos nosotros dos habíamos estado investigando sobre la muerte de Ethan en el último tiempo.

 —Esa clínica no está muy lejos de mi apartamento, espérame dentro, en quince minutos estoy ahí— Dijo él rápidamente y escuché como algo golpeaba el piso del otro lado de la línea —Maldita camisa— Lo escuché maldecir —Nos vemos en unos minutos, Anna. Más te vale que estés allí cuando llegue— Añadió finalmente antes de colgar. Esa nueva faceta de Rush era desconocida para mí. Es decir, lo había idealizado como un muchacho que estaba jodido hasta la médula a causa de las drogas y el alcohol, la idea de él recogiéndome en la clínica sonaba prácticamente estúpida. No podía imaginármelo haciendo los quehaceres domésticos como cualquier otra persona normal, mucho menos recogiendo a una cita. Me reprendí internamente cuando pensé aunque sea por un solo momento que Rush era mi cita. No era así y tampoco iba a serlo. Solo me estaba buscando en la puñetera clínica.

 Decidí esperarlo en la planta baja donde se encontraba la sala de espera. No había pasado demasiado tiempo cuando un muchacho con aspecto desesperado entró por las puertas de la clínica. En cualquier otra situación hubiera reído de él pero aquel muchacho era Rush. Sus ojos buscaban casi de manera frenética entre los rostros que se encontraban allí dentro. Me puse de pie y no tardó mucho en divisarme. La expresión de su rostro se suavizó y en cuanto estuve a pocos pasos de él, abrió sus brazos levemente para envolverme en un cálido abrazo. Sentí su mentón apoyarse sobre mi coronilla y mi corazón comenzó a bombear demasiado a prisa. Sus brazos se sentía extrañamente familiares y de alguna manera me hacían sentir segura, como siempre que me encontraba a su lado. Me separé ligeramente para poder mirarlo a los ojos.

 —No te desaparezcas más de ese modo, Anna. Me diste un susto de muerte— Sentenció y la preocupación volvió a apropiarse de su rostro. Quise frotar la zona entre sus cejas para que se relajara, pero no lo hice.

 —Lo lamento, no pensé que te ibas a poner así— Finalmente me separé completamente de él y Rush frunció sus labios.

 —Salgamos de aquí, necesito comprar comida, mi cocina esta vacía y pensé que ya que te encontrabas en casa podríamos cocinar algo— Sugirió llevando su mano a su nuca en un gesto de nerviosismo. Era adorable verlo de aquel modo a diferencia de cuando estaba  completamente colocado y hablando estupideces.

 Asentí enérgicamente sintiéndome feliz de poder cocinar para él. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que había preparado la cena para alguien y eso más sumado a que era para Rush solo lograban causarme ansías. En un impulso que fui incapaz de reprimir entrelacé nuestros dedos y me aventuré a mirarlo a los ojos. Aún seguíamos en el medio de la sala de espera, había alrededor de veinte personas allí, pero nada me importo en aquel momento.

 Rush se veía más que sorprendido, asombrado. Sus ojos se clavaron sobre los míos enviando un escalofrío a lo largo de mi columna. Una sensación nueva me invadió por completo y de repente me asusté. Su mano apretó la mía suavemente y la calidez que desprendía su piel me conmovió. Recé mentalmente para evitar caer por este chico. Yo no podía caer por Rush.

 El supermercado más cercano se encontraba a pocas cuadras de la clínica, de modo que optamos por ir caminando. Rush no había soltado mi mano en todo el camino y eso hacía que unas molestas avispas revoletearan en mi interior. Yo sabía que no era lo moralmente correcto, sostener su mano y caminar como si fuéramos lo más normal del mundo y aunque a simple vista los transeúntes pudiera resultarle así para mi no lo era. Con cada paso que daba hacia adelante había una molesta e incesante voz en mi cabeza que me decía que estaba haciendo las cosas. Que no debía de permanecer cerca de Rush y mucho menos comenzar a caer por él pero hice a un lado esos pensamientos y me esforcé por dejarlos en lo más profundo de mi mente. Todo lo que quería escuchar era la voz de Rush diciéndome las cosas que teníamos que comprar y que no era bueno para la cocina.  En cuanto llegamos al lugar donde nos íbamos a proveer para los próximos días ambos nos apresuramos por tomar un carro y comenzar a llenarlo. Desde frituras, dulces y congelados hasta carne para la parrilla. Rush decidió que no iba a llevar nada de alcohol justificando que iba a intentar mantenerse fuera de toda esa mierda, palabras suyas no mías. No sabía cuáles eran los motivos que lo llevaron a tomar esa decisión pero sinceramente me alegraba. Me gustaba este Rush, me gustaba estar con él y pensaba aprovechar cada momento que pudiera antes de que alguno de los dos la jodiera. Me dije que eramos dos amigos completamente normales que no tenían que preocuparse por traficantes merodeando nuestras espaldas y decidí disfrutar de la extraña calma en ese preciso momento de mi vida.

 Muchísimas gracias por los comentarios y los votos diciendo que siguiera con la historia. Estoy muy contenta de que la quieran seguir leyendo así que acá esta el capítulo nuevo.

 Voy a volver a actaulizar en cuanto vea 7 votos en este capítulo, así que es todo de ustedes. Que lo disfruten y tengan un buen fin de semana :)

TroubleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora