Secuestro

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  Escuché la voz de un hombre seguida de la Isaac Cox y me apreté más contra la fría pared de aquel callejón que separaba el Edificio de la jefatura del pequeño café de Martin. Sentí el frío colarse bajo la tela de mi chaqueta negra y reprimí un quejido. Bonita noche para perseguir criminales me dije para mí misma. Porque sí, eso es lo que iba a hacer.

  Isaac había sido liberado bajo una importante fianza que había pagado su abogado pero aún seguía siendo investigado. No habían encontrado pruebas suficientes para retenerlo y el juicio había sido cancelado gracias al buen trabajo de sus abogados. Me preguntaba si aquel maldito no había hecho algo ilegal –como extorsiones- para que el juicio que pisaba sus talones quedara varios pasos por detrás de él. Pero eso no iba a detenerme. Dentro de mí aún seguía brillante una pequeña luz de esperanza que me decía que Rush no estaba muerto y lo iba a averiguar así no me gustara lo que podía llegar a encontrar. Decidí que si los oficiales no podían hacer nada para encontrar a Rush lo haría yo. Bastante claro había quedado que no estaban en sus manos algunos asuntos. Las dos horas que había esperado allí escondida me había permitido pensar que por primera vez estaba haciendo algo por mí misma y estaba dispuesta a llegar hasta el final para conseguirlo. No me quedaría de brazos cruzados mientras escuchaba la pobre versión de Cox sobre el asesinato contra Rush. No podía hacerlo. Necesitaba encontrarlo así perdiera la vida en ello.

 — ¿Estás seguro que estarás bien? — Le preguntaba su abogado. No me atreví a moverme de donde estaba, no quería ser descubierta.

 —Lo estará, ya deja de preocuparte por estupideces Kyle— Lo escuché responder y me paralicé por completo. No podía ser cierto.

 — ¿Crees que te dejaran en paz después de lo que dijiste, idiota? — Susurró su acompañante y estaba más que segura de que conocía esa voz. Joder.

 —No pueden hacer nada contra eso. Ni siquiera escucharon cuando dije que lo había matado, por Dios. Son todo un montón de ineptos— Comentó riendo y tuve que reprimir el impulso de salir de mi escondite para lanzarme sobre él, otra vez, y golpearlo sin cesar. Pero me contuve.

 — ¿Nos vemos en las oficinas?

 —No, tengo algo que resolver antes. Ve tú, nos vemos allá— Respondía Isaac y luego murmuraron algo que no alcancé a oír.

 Supuse que se saludaron o algo así porque escuché el ruido de las manos chocarse entre sí y finalmente pasos acercarse hacía donde me encontraba yo.

 Me apresuré a esconderme detrás de un contenedor de basura que se encontraba allí y mientras veía como él pasaba caminando despreocupadamente a pocos metros de mí me pregunté si realmente valía la pena hacer lo que iba a hacer.

 Él probablemente esté muerto y yo no iba a encontrar nada. O tal vez sí, tal vez encontrara su sangre y quién sabe si no me topaba con su cuerpo sin vida. Por Dios.

 Golpeé mi cabeza ligeramente contra el contenedor y me dije que no podría soportar perderlo. No podía aceptar la idea de que Rush estuviera muerto.

 Y sí, el merecía la pena cualquier peligro, el merecía la pena correr detrás de un jodido asesino para poder encontrarlo. Recordé sus hermosos ojos azules mirándome y supe que no había lugar para más dudas.

 Salí de detrás del contenedor evitando hacer el menor ruido posible y asomé mi cabeza por la pared que daba directamente al lado por el cual se había ido Isaac. Podía verlo avanzar por la acera a poco más de media cuadra. Caminaba sin prisas, despreocupado y hasta podría decir que parecía estar riéndose. 

 Puedes hacerlo. Vamos, síguelo.

 Y lo hice. Con pasos precavidos y casi como si el suelo estuviera cubierto de lava comencé a dar pequeños saltos para evitar hacer cualquier tipo de ruido que pudiera dejarme al descubierto. Eran las ocho y las calles estaban atestadas de gente de modo que no fue difícil encubrirme detrás de espaldas y piernas desconocidas. Me llevé mas de una mirada desconcertada y alguna que otra enfadada por haber chocado sin querer con los transeúntes pero había conseguido hacer tres perfectas y largas calles sin que él se percatara de que lo estaba siguiendo. No estaba haciendo tan mal mi trabajo. Tal vez debería dedicarme a esto.

TroubleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora