Capítulo especial

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DIEGO.

No sé si exista en la vida alguien con el derecho de juzgar a otra persona, dudo que exista alguien tan perfecto como para llegar a hacerlo pero claro, siempre están esas personas que piensan que todo lo que hacen es lo moralmente correcto. ¿Por qué juzgar a una persona por estar enamorado? Sí, soy consciente de que pueden juzgarme por engañar a mi novia y dejarla sola en el altar pero, ¿quiénes son ellos para hacerlo?

Me enfurece saber que Adam lo hace, porque yo más que nadie sé que él no es perfecto, sé cada una de las estupideces que ha hecho en su vida y jamás he hecho nada más que apoyarlo y por lo general ayudarlo a solucionar sus problemas. Supongo que en el fondo, creí que esta vez si se pondría de mi lado, su hermana ya es una adulta, tiene una hija y no sé en qué mierda le afecta en que esté enamorada de mí. Era mi mejor amigo desde que éramos niños y nunca creí que me daría la espalda de esta manera, aun sabiendo lo que me hizo hace seis años para separarme de Elizabeth, yo siempre quise creer que había cambiado.

Mamá siempre me ha dicho que me cuesta ver la maldad en las personas, siempre estoy esperando lo mejor de ellas y esa es una de las razones por las que no odio a mi padre por todo lo que le hizo a ella. Consuelo no lo ha podido perdonar, pero yo nunca me lo cuestioné, es mi padre y debo quererlo, debo perdonarlo. Quizás es por eso que me siento tan mal al notar que Effie se está alejando de su familia por mí, porque para mí a la familia siempre hay que perdonarla y no me gustaría que ella dejara de hablar por completo con la suya por su culpa.

La mañana siguiente a la cena en mi casa desperté con una energía que nunca antes había tenido, no sé si fue porque al despertar me di cuenta de que a mi lado dormía la mujer más hermosa del planeta o porque la cena, a pesar de no haber iniciado muy bien al final fue perfecta. Después de todo, mi familia adora a Effie ya que por fin logré convencerlos de que ella no fue la culpable de todo lo que pasó, el culpable fui yo. Ella siempre puso barreras entre nosotros y yo fui el que insistió hasta que la convenció.

Antes de irme, deposité un pequeño beso en sus labios y despertó, estuve a punto de ser convencido de quedarme con ella pero como soy responsable con mi trabajo, tuve que sacar fuerza de voluntad de algún lugar y separarme de ella. Mejor me hubiese quedado y me habría evitado malos ratos.

La sonrisa no me la borraba nadie, todo el camino me lo pasé cantando las canciones que salían en la radio y para mi suerte, habían muchos lugares en donde estacionar. A diferencia de otros días. Subí por el ascensor y cuando llegué saludé a Gretta como acostumbro a hacer siempre, pero esta vez ella no me recibió con su sonrisa de siempre. Parecía preocupada y nerviosa, así que le pregunté qué era lo que le pasaba.

—El señor Grayson quiere verlo en su oficina ahora, mi niño —contestó y volví a la realidad. Effie se fue de la casa, sería estúpido de mi parte pensar que su padre no hablaría conmigo hoy.

Le di las gracias por avisarme y luego fui a dejar mis cosas a la oficina para no subir con el maletín, respiré hondo un par de veces preparándome para lo que sea que me diría. Estaba claro que no me daría unas felicitaciones por mi nuevo noviazgo pero no tenía idea de qué tan malo podía llegar a ser.

—Supongo que ya sabes por qué te mandé a llamar —fue lo primero que dijo apenas entré y me pidió que tomara asiento.

—La verdad no lo tengo muy claro.

—¿Elizabeth se está quedando contigo?

—¿A qué viene todo esto?

—Respóndeme —exigió y pude notar recién lo furioso que estaba.

Cartas a BenjamínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora