Capítulo 36: Vuelta a la realidad

1.3K 134 1
                                    

El aroma a café recién hecho es lo que me despierta, creo que podría estar en coma y ese olor me despertaría mágicamente. Definitivamente es indispensable en mi vida, casi muero cuando tuve que dejarlo durante el embarazo y mientras la alimentación de mi hija dependía de mí.

—Buenos días —dice Diego y se acerca a mí para darme un pequeño beso—. Espero hayas dormido bien.

—Gracias por no dejar que me congele allá afuera.

—¿Qué hacías allá a las cinco de la mañana?

—Los antidepresivos a veces me causan insomnio.

—¿Te pasa muy seguido? —parece preocupado.

—Desde que me aumentaron la dosis sí, aunque no creo que sea solo culpa de ellos. La universidad y Cassia han cambiado totalmente mi horario de sueño.

No dice nada más y me pasa mi tazón de café, se lo agradezco con un beso y luego nos quedamos hablando de cualquier cosa, tenemos un par de horas para desperdiciar. La reunión es a las cuatro y luego de eso se supone que volveremos a casa.

Ya es cerca de la hora de almuerzo así que Diego me pide que me levante para que me pueda llevar a comer a algún lugar, y yo, como no

rechazaría esa oferta enseguida entro a la ducha.

No tardo mucho en estar lista y salimos, odio ir vestida formal, siento que parezco varios años mayor y casi me da un ataque cuando un chico me dice señora. Admito que lo asesiné con la mirada. Comemos tranquilamente entre risas y luego nos dirigimos a la maldita reunión en el hotel, lo único que deseo es que acabe pronto y ni siquiera ha comenzado.

Como no es novedad, Diego se maneja completamente bien que de verdad me pregunto por qué era tan importante que yo viniera, aunque la verdad es que agradezco haberlo hecho. Si me hubiese quedado en casa, tal vez seguiría odiándolo por algo que no hizo.

—¿Lista para volver a casa? —pregunta una vez que somos libres.

—Claro.

No digo nada más porque mi respuesta no es del todo sincera, sí quiero volver para ver a mi hija, pero sé que una vez allá, todo lo que pasó aquí solo queda en un recuerdo y no sé si quiero soltarlo así tan fácil. De lo único que sí estoy segura y aunque me duela —solo un poco—, es que no volveré a lo mismo que antes, él se va a casar y yo no tengo nada que hacer en medio de ellos.

***

Duermo durante más de la mitad del camino, debo hacer algo con mi sueño, cuando vuelva a Santiago hablaré con mi psiquiatra o con alguien para ver si puedo hacer algo y regularlo porque así no me ayuda en nada.

—Si estás cansado, puedo conducir yo —ofrezco una vez que ya estoy completamente despierta.

—¿Segura?

—Te prometo que aprobé el curso de conducir y llegué viva con mi hija desde Santiago.

—Eso no lo dudo, en la próxima estación de servicio hacemos el cambio.

Sonrío al ver que no duda de mí, estoy segura de que ni mi papá ni mi hermano me dejarían conducir ni una cuadra en sus autos, más si le tienen el amor que le tiene Diego al suyo. Créanme cuando les digo que es amor, si fuera por él y fuera legal, se casaría con su auto.

Se detiene en la estación de servicio y lo espero mientras entra a comprar agua y algo para comer. Me quedo esperándolo afuera del auto para tomar un poco de aire y apoyo mi espalda en la puerta perfectamente limpia.

Cartas a BenjamínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora