Capítulo especial

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Diego

La mañana de la entrevista estaba un poco nervioso. ¿Dije un poco? La verdad es que estaba que me arrancaba todo el cabello de la cabeza de los nervios. Effie y Cassia se habían ido la noche anterior y ya sentía su ausencia, me hubiese gustado haber despertado al lado de ellas ese día, como un amuleto de la suerte.

Llegué al edificio media hora antes pero no me atreví a entrar hasta que faltaban diez minutos para la entrevista, me sudaban las manos y solo logré tranquilizarme un poco luego de recibir un mensaje de mi novia diciéndome que estaba segura de que todo iría bien, que los iba a dejar impresionados y que no tenía nada de lo que preocuparme. Resultó teniendo razón, ni siquiera tuve que esforzarme en impresionarlos ya que al parecer ellos me conocían mejor que yo mismo, dijeron que habían recibido buenas recomendaciones entre ellas la de mi antiguo jefe, lo que me sorprendió hasta que me di cuenta de que tal vez lo hizo con la intención de mantenerme lejos de su hija, es probable que crea que si tenemos una relación a distancia terminaremos por dejarlo. Estoy a punto de rechazar la oferta solo por ese hecho pero luego recuerdo la razón por la que quiero trabajar aquí, estar cerca de mi mamá en sus últimos meses es lo más importante ahora para mí y además, una vez que me dicen la cifra que me pagarán se me hace difícil decir que no. Nunca había visto esa cantidad de ceros al lado derecho, por lo menos no de dinero que me ganara con mi trabajo.

Finalmente, decidí cerrar el «trato» y al día siguiente comencé a trabajar enseguida. Llamé a Effie para contarle que me habían contratado pero no me atreví a contarle que fue su padre el de la supuesta recomendación porque sabía que eso solo serviría para romperle el corazón y eso era lo que menos necesitaba. Además, me prometí a mí mismo que no permitiría que nadie ni nada la hiciera sufrir nunca más.

Mamá también estaba contentísima, repitió durante todos los días de las primeras semanas lo orgullosa que estaba de mí. Eso me llenó el alma y creo que es algo que siempre recordaré el día en que... cuando ella ya no pueda decírmelo más.

En un principio no sabía si me iba a gustar el trabajo, definitivamente saber que Charles Grayson había intervenido me hizo dudar y cuestionarme si tal vez ese no era mi sitio pero una vez ahí, me di cuenta de que amaba el trabajo; tal vez no tanto como el anterior pero lo disfrutaba, tenía muchas cosas que hacer, lo cual era genial porque así no tenía tiempo de pensar en todo lo que estaba pasando en casa, por lo menos durante un par de horas. Las otras personas que trabajaban en la empresa y en mi área eran muy simpáticos y no tardaron en ofrecerme ayuda para adaptarme en cuanto llegué. Bueno, todos menos una, Valeria. No entendí por qué pero desde que llegué que no dejaba de comentar que seguramente me contrataron por un favor y que no dudaría ni un día en este lugar. Luego se tuvo que tragar todas sus palabras al ver que pasaban las semanas y yo seguía ahí, haciendo bien mi trabajo.

***

En un abrir y cerrar de ojos llegó Julio y con él mi sobrino, Vicente. Fue amor a primera vista, fue cosa de ver a ese bebé y saber que lo amaría por el resto de mis días, lo mismo que me ocurrió con Cassia cuando comencé a compartir mi vida con ella y con Effie. Tengo muy claro que no soy su padre, que biológicamente nunca lo voy a ser pero la quiero como si lo fuera. Hace un año ni siquiera estaba seguro de si quería tener hijos algún día pero hoy no me imagino la vida sin esa pequeña. Esas dos mujeres cambiaron mi vida completamente en tan poco tiempo, la pusieron de cabeza pero para bien, después de todo, los cambios no tienen por qué ser siempre malos.

La misma semana en que nació Vicente, el 16 de julio estaba de cumpleaños Cassia por lo que Effie y ella vinieron a pasarlo con nosotros. Cabe destacar que mi mamá y su mamá se encargaron de que fuera una gran celebración aunque no le dijeron nada porque sabían que se negaría. Fue un buen fin de semana en familia, nos tomamos muchas fotos con mamá y ella parecía estar disfrutando de eso, sobre todo porque nos obligaba a posar una y otra vez con ella.

Cartas a BenjamínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora