Capítulo 63: Pilar fundamental

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Negativo.

Lloré tanto para que saliera solo una rayita y aunque estoy bastante aliviada, por un momento nos imaginé como si fuéramos cuatro y felices. Por más estúpido que eso pueda sonar, no pude evitar imaginar a Diego paseándose por el departamento con un pequeño bebé en sus brazos pero supongo que todo vendrá a su tiempo y en estos momentos, lo mejor que nos pudo pasar fue que la prueba saliera negativa.

Mi novio me abraza con fuerza y me aferro a él como si fuera un salvavidas. Él siempre ha sido mi salvavidas a decir verdad y me siento demasiado afortunada de tenerlo a mi lado una vez más. Esta noche dijo que nos llevará a cenar a Cassia y a mí a un lugar bonito para olvidarnos del mal rato que acabamos de pasar, es una suerte que justo este haya sido mi día libre en el trabajo porque no cabe duda de que si hubiese pedido permiso para faltar me hubiesen despedido.

El resto de tarde lo pasamos en el departamento, la mayor parte besándonos y acariciándonos pero a pesar de estar aliviados por el resultado del test, los ánimos no están como para que lleguemos más lejos; por lo menos no hoy. 

—Creo que he tomado una decisión —rompe el silencio y yo me aparto un poco para poder mirarlo fijamente a los ojos, para centrar toda mi atención en él.

—¿Debería asustarme?

—No lo sé, espero que no.

—¿De qué se trata?

—Creo que ya he perdido demasiado tiempo buscando trabajo y está claro que en Viña nadie me contratará por la influencia de tu padre, o por lo menos, no en un trabajo que se le asemeje a lo que hacía antes. Así que decidí que le daré una oportunidad a las entrevistas que me han ofrecido aquí en Santiago, las ofertas eran bastante buenas y además, solo está a dos horas de mi casa. No es como si me fuera a vivir al otro del país.

—¿Vas a vivir con nosotras?

—Solo si tú quieres que viva con ustedes —se encoge de hombros, sé que lo dice en serio, que si yo le dijera que necesito mi espacio, él se buscaría otro lugar para vivir aunque estuviéramos juntos igual todos los días pero cómo podría decirle que no a él—. Puedo convencerte si quieres —bromea—, la verdad es que soy un gran compañero de departamento, soy tranquilo y limpio, me llevo bien con los niños.  Además, compartiríamos los gastos por lo que todo se te haría más fácil y no tendrías que tomar tantos turnos en ese trabajo explotador.

—Creo que me convenciste con lo de los turnos —sonrío y lo vuelvo a abrazar con fuerza—. Claro que quiero vivir contigo, no me gusta estar lejos de ti.

—A mí tampoco. Te extrañé mucho estas semanas.

—Ni me lo digas, no era lo mismo llegar al departamento por las tardes o noches y que estuviera vacío. Tú hacías que el ambiente fuera mejor.

—Sí, me había acostumbrado a despertar cada mañana contigo y no verte a mi lado me desorientaba un poco.

—¿Sigues solo en el departamento?

—No, hace unos días volví a mi casa. Quería pasar todo el tiempo que podía al lado de mi mamá, solía dormir en su habitación casi todas las noches aunque lo que menos hacía era dormir, la vigilaba casi todo el tiempo, comprobaba que estuviera respirando y esas cosas.

—¿Cómo ha estado? ¿Cómo se ha sentido este último tiempo?

—Días buenos, días malos, ya sabes cómo es esta enfermedad. Está un poco más desorientada que antes, es como si estuviera viviendo el pasado, nos cuenta todo una y otra vez, su historia favorita parece ser la de cómo se conocieron con papá y se enamoraron, después de escucharla un par de veces te empiezas a preguntar en qué momento todo se fue a la mierda, en qué momento se dejaron de querer después de todo lo que vivieron. Te hace pensar en muchas cosas.

Cartas a BenjamínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora