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No podía creer lo que estaba viendo. Era él. Me quedé paralizada al verle pero volví a la realidad cuando me di cuenta de que me estaba hablando.

-¿Que te pasa? -dijo bastante preocupado para no conocerme.

-¡Corre!-le dije gritando ya que escuchaba al que me perseguia gritarme.

Le agarré de la manga de su chaleco y empezamos a correr calle abajo. No pareció rechistar ante mi reacción de llevarle conmigo aunque seguramente se preguntaba por qué me seguía. Corría rapido, y eso nos dio algo de ventaja y nos escondimos en otro callejón. De repente se paró y se me quedó mirando sin saber lo que pasaba. Estabamos sin aliento y por eso no preguntaba. Yo jadeaba incluso más que él, ya que hacía ya un largo rato que corría. Se enderezó y me miró con sus perfectos ojos azules.

-¿Qué esta pasando?

-Me persiguen-dije sin apenas aliento.

-¿Porqué?

-Es una larga historia.

Detrás de nosotros se escuchó un ruido y era el que me perseguia. Él se giró y vio al otro. Se miraron durante un segundo, y seguramente se habría dado cuenta de que el me perseguia. Se alejó de él y empezó a caminar hacia mí y se enterpuso entre mi perseguidor y yo. Estaba confusa ¿Porqué me protegía? No tenía ni idea de porque lo hacía,  pero le agradecí que lo hiciera y que estuviera aquí conmigo. Había mucho silencio y el otro lo rompió.

-Apartate-dijo mientras se acercaba a nosotros. Él no contestó y en ningún momento apartó la mirada-No quiero hacerte daño.

-No la vas a tocar-Dijo él muy serio sin apartar la mirada. Yo miraba a los dos y no quería pensar lo que pasaría a continuación.

-¿Porqué no puedo?-dijo el otro con una sonrisa.

-La tocas y te mato-dijo él amenazante. El otro no dijo nada y empezó a acercarse.

-Te he avisado, no quería pero lo voy a tener que hacer

Empezó a acercarse a nosotros y cuando estaba lo suficientemente cerca, lanzó un puñetazo que él esquivo fácilmente. Mientras lo hacía me empujó con una mano para que me apartara, me quite de allí lo más rápido posible. Él le lanzo otro puñetazo que le dio en toda la cara. Mi perseguidor dio unos pasos atrás por el impacto del golpe. Levantó la cabeza y se fue directo hacia él. Esta vez le cogio y se cayeron los dos al suelo. El que me perseguia estaba encima de él y no podia moverse. Este aprovechó y empezó a pegarle. No podía dejarle así. Me acerqué al perseguidor y me tiré encima suya y nos caimos hacia el lado, dejando a él libre. Me puse encima de el y comencé a pegarle. Estaba algo aturdido pero me empujó con suficiente fuerza para que me cayera de lado. Se levantó lo mas rápido que pudo y empezó a acercarse a mi. Yo también me levanté y cuando lo hice, él ya estaba de nuevo pegandole puñetazos. El perseguidor cayó al suelo y él se acercó a mi y me ayudó a estabilizarme. Me cogió de la cintura y sentí que un cosquilleo recorria la parte en la que me habia tocado con la mano. Le miré a los ojos y ha habia algo en ellos que nunca había visto. Desvíe la mirada porque sentí que me ruborizaba. Mi perseguidor se levantó y se nos quedó mirando unos segundos para luego salir corriendo. Le vi alejarse y volví la mirada hacia él. Me estaba mirando como antes y no supe que hacer. Me fije en su cara y la tenia ensangrentada y sucia, y seguramente yo tendría la misma pinta. Todavía me estaba agarrando la cintura y me deshice de sus manos. En cuanto lo hice supe que no podía andar ni un centímetro sin que me ayudara alguien. Las rodillas me fallaron y caí al suelo. Pero antes de tocarlo unas manos me cojieron. Miré su cara y ahí estaba él, mirandome con sus perfectos ojos azules.

Me desperté y sentí como me dolía todo el cuerpo. Parpadeé varias veces y me fijé en donde me encontraba. No era mi casa, ¿Donde estaba?. Sentí pánico ya que no sabia donde estaba. Estaba acostada en un sofá blanco, recubierto por mantas. Las paredes de la sala eran de colores pastel, habia grandes ventanas por las que entraba bastante luz; las cortinas estaban descubiertas y eran de flores, habia una pequeña mesa baja blanca a mi lado, con un jarrón con flores coloridas que daban un aire muy romántico a la sala. También había un mueble con una televisión de plasma negra, unas estanterias a los lados con libros y una pequeña silla minimalista al lado de una lampara de pié. Me miré y llevaba la misma ropa de ayer, aunque mucho mas sucia de lo que recordaba. Me quité las mantas que me tapaban y me puse de pie. No llevaba puesto los zapatos y me pregunté que habia pasado y que hacía aquí. Había una puerta abierta y me dirigí a ella. Por ella salía un olor muy rico que hizo que se me hiciera la boca agua. Entré y me encontré con una cocina muy acogedora. Estaba decorada con tonos pastel, y la mesa y sillas que se encontraban conjuntaba con las paredes. Junto a la encimera se encontraba un chico rubio de espaldas a mi. Era ancho de espaldas y tenía un buen culo. Me hizo gracia que le mirara el culo a un desconocido, al que seguro que esta era su casa. No se dió cuenta de mi presencia hasta que se giró. Tenía el pecho descubierto y se le podía ver el perfecto cuerpo que tenía. Llevaba unos vaqueros bajos y se le podía ver los calzoncillos que llevaba. Me ruboricé y mire hacia otro lado. El se rió y me miró a los ojos. Yo también le devolví la mirada.

-¿Tienes hambre?-dijo señalando con la mano un plato con una tostada.

Asentí y me dijo que me sentara en una de las sillas. Me senté y el me trajo el plato con las tostadas. En cuanto las vi, el estomago me rugió y el río.  Miré hacia abajo ya que estaba bastante ruborizada. Él se sentó enfrente mía y empezó a comer otra tostada.  Yo también comí y lo hicimos en silencio, sin mirarnos a los ojos. Cuando terminamos se levantó y recogió las cosas. Yo todavía estaba sentada y él se encontraba de espaldas a mi.

-¿Donde estoy?

-En mi casa-dijo sin mirarme. Lancé un suspiro y el se rió, por lo que volví a preguntar.

-¿Que pasó anoche?

-Pues cuando el tio ese se fué, te ibas a ir de allí pero casi te caes y te desmayaste, y claro, no iba a dejarte allí tirada, por lo que te traje a mi casa.-dijo y se dió la vuelta para mirarme. Me fije en su rostro y lo tenia magullado y con muchas marcas.

-¿Que te pasó? -dije y me levanté de la silla dirigiéndome e él.

Me acerqué a él y le toqué la cara, donde tenía las heridas. Se estremeció con el contacto de mi mano. Me estaba mirando otra vez de aquella forma. Quité la mano rapidamente de su cara al darme cuenta de lo que pasaría si no lo hacía.

-Perdona-dije algo avergonzada y mirando al suelo.

-No pasa nada-dijo él evitando mirarme.

Salimos de la cocina me dejó que me duchara allí, ya que si mi padre me veía así me mataba. Me dijo que estabamos solos, que sus padres estaban de viaje de trabajo. Me duché lo mas rápido que pude, ya que no me gustaba estar en casa de un desconocido desnuda. Terminé y me puse de nuevo mi ropa. Bajé a la salita donde me desperté y el estaba allí sentado, con una camiseta blanca puesta. Me gustaba más cuando no la tenia. ¿Pero que estaba diciendo? Antes casi lo beso y ahora queria verlo sin camiseta. Se levantó al verme y me acompañó a la puerta.  Había insistido en acompañarme a casa por si aparecía otra vez, pero no le dejé, así que ahora tendría que ir sola andando a casa. Le pregunté que por donde debía cojer y él me dijo que estaba cerca.

-Oye, te cuidado ¿vale?-dijo con una sonrisa.

-Vale-le dije y me giré para irme. Pero antes de girarme me cogió del brazo.

-Por cierto, me llamo Ian-dijo esto y cerró la puerta.

RebeldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora