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Me besó. Al fin lo habia hecho. Sentí sus labios contra los mios y me dejé llevar. Al principio fué un beso suave pero luego el deseo y las ganas de más lo hicieron menos suave. Pero aún así me gustaba. No era como me lo esperaba, es incluso mejor. Nos alejamos lentamente pero aún así nuestros rostros estaban muy pegados. Me miró a los ojos y a continuación los labios. Se mordió el labio mirando los mios y no pude evitar sonreir. Él también sonrió como yo, como unos tortolitos. Me acerqué a él y le volví a besar. Me devolvió el beso y fué como el de antes. Estaba lleno de deseo y fue a más. Me separé de él y abrí los ojos. Me estaba observando con esos preciosos ojos, que seguían brillando. Escuché el sonido de una puerta que provenía de la entrada y me puse nerviosa al escuchar la voz.

-Ian cariño ya estoy en casa ¿donde estas?-dijo una voz femenina muy amable y maternal. Sería la madre.

Se escuchaban pasos que venían hacia donde estabamos nosotros y me puse de pie lo más deprisa que pude. Ian también lo hizo y cuando su madre entró por la puerta se tensó. Su madre se sorprendió al verme porque seguramente no se esperaba a ninguna chica con su hijo.

-Hola, soy Maria, la madre de Ian, ¿Y tu?

-Soy Daniela, una amiga-dije nerviosa.

-¿Que haciais aquí? -preguntó curiosa. Miré a Ian que estaba igual de nervioso que yo.

-Esto...

-Le enseñaba la casa-dijo apresuradamente.

-Ah bien, ¿Te gusta?

-Si, es muy bonita y grande.

Sonrió y salimos del salón. Fuimos a su habitación y recogí mis cosas lo más rápido que pude.

-¿Ya te vas?

-Si

-Si tan solo son las siete.

-Tengo que irme.

-No te vallas, quedate conmigo.

Le miré y me di cuenta de que lo decía enserio. Me hizo sonreir y se acercó a mi. Estaba delante mia, a tan solo unos centímetros. Queria volver a besarle y que me tocara y abrazara como antes. Sonreí al recordar lo juntos que estabamos antes y le miré. Se acercó aún mas y me volvió a besar. Su escritorio estaba detrás de mi y me puso sobre él. Sentir sus manos en mis piernas me provocó mariposas otra vez. Se había agachado un poco para estar a mi altura y sus manos recorian mi espalda. Le agarré del pelo y lo atraje aún más a mi. Queria que desapareciera la inexistente distancia que había entre nosotros.

-Ian-dijo la madre.

Nos separamos corriendo ya que la madre se estaba acercando y la puerta estaba entreabierta. Me bajé del escritorio lo más rápido que pude y él se alejó a otra parte de la habitación. Me di la vuelta hacia el escritorio ya que no podría mirarle a la cara debido a que me estaba riendo porque casi nos pilla. Hice como que estaba viendo sus discos, que seguían allí desde la última vez que vine.

-¿Cariño sabes donde estan las bolsas?

-Están abajo mamá.

-Es verdad-dijo y finalmente se fué.

No pude contener mas la risa y empecé a reirme a carcajadas.

-¿De que te ries?-preguntó cogiendome de la cintura y acercandome a él.

-De que casi nos pilla.

Nos empezamos a reir los dos y me hizo cosquillas. Odiaba las cosquillas porque me hacían reirme sin parar. Hacía mucho tiempo que no me hacían cosquillas.

RebeldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora