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El día de ayer fue bastante agotador. Por la tarde había visto a mi madre y me había dicho que ese niño pelirrojo que vi una vez en el parque es mi hermano, y además me dió unos folios con toda su historia de por qué se fué y tal. Y luego por la noche fui a casa de Ethan a cenar. Si hubiera sabido que el compañero de mi padre iba a ser el padre de Ethan nunca hubiera ido. Fue demasiado incomodo, y más aún cuando por error me metí en su habitación y no me dejó salir. Y lo peor de todo era que podía pegarle para que me dejara salir, por lo que le segui un poco la corriente y cuando se alejó de la puerta sali de allí hacia la sala donde estaban mis hermanos.

Por suerte hoy no tengo instituto, es sábado, y quiero quedar con Ian para esta tarde. Me gustaría que viniera a casa y me ayudara a hacer una tarta de la que tengo muchas ganas de hacer, y claro, yo sola en una cocina soy un peligro, por lo que será mejor que este conmigo. Luego le llamaré, y ojalá que no esté ocupado.

Me levanto de la cama después de planear que voy a hacer hoy y bajo a la cocina a desayunar. Mi hermana se ha despertado y está en el salón esperando a que alguno nos levantemos para prepararle el desayuno. Es demasiado pequeña para hacerse el desayuno ella sola, así que cuando ella se despierta la primera, va al salón y espera a que nos despertemos. Cuando oye mis pasos levanta la cabeza y me mira con sus preciosos ojos azules. No sé de quién habrá sacado los ojos azules, porque mi padre los tiene oscuros y su madre verdes, y que yo recuerde nadie de la familia los tiene azules. Hace mucho tiempo que no veo a la familia, pero creo que ninguno los tiene azules. Se levanta del sofá y viene hacia mi.

-¿Me haces el desayuno? Tengo hambre-dice

-¿Cuanto tiempo llevas despierta?

-Hace poco, pero tengo hambre. Aunque ayer en la casa de Robby me comí un helado.

Recordar la noche de ayer hace que se me quite el hambre. Fue horrible.Vamos juntas a la cocina y ella saca los tarros para hacer los Cola-cao, y mientras yo saco los vasos y la tostadora. Ella no me deja que los prepare así que la dejo para que los haga ella. Terminamos de desayunar y ella me estaba contando muchas cosas sobre sus amigos y los dibujos que hace. Recojo las cosas y mi padre y mi hermano entran por la puerta. Dejo que ellos desayunen y me dirigo a mi cuarto. Cojo mi teléfono y veo la hora, no valla a ser que Ian esté durmiendo y yo le despierte. Son algo mas de las 11:30 así que le llamo.

-¿Diga?-dice Ian al tercer pitido y con la voz un poco adormilada.

-Soy Dani, ¿no te habré despertado verdad?

-No, estoy tirado en la cama, nada más.

-Ah bien, esto... ¿tienes algo que hacer esta tarde?-pregunto un poco indecisa.

-Que yo sepa no, ¿Que vamos a hacer?

-¿Cómo que qué vamos a hacer? Yo no he dicho que valla a quedar contigo, solo te he preguntado que qué vas a hacer esta tarde.

-Pues yo si quiero quedar contigo, y te he preguntado que vamos a hacer esta tarde.

-No voy a quedar contigo-digo riendome.

-Suerte que yo si, ¿Voy a tu casa?-dice él también riendose.

-Te he dicho que no voy quedar contigo.

-A las seis estaré en tu casa-dice y cuelga el teléfono.

¿Lo estaría diciendo de coña? Y no se porqué me ha colgado. Estoy a punto de dejar el teléfono a un lado cuando me llaman.

-¿Sí?-pregunto.

-¿Tienes algo que hacer esta tarde?-me pregunta Ian.

-Si.

-Oh, ¿Qué tienes que hacer?-en su voz noto un poco de decepción.

-Esperarte a las seis, tonto. ¿No me habías dicho que venias a las 6?-digo riendome.

-Ah claro, es verdad, pues a las seis. ¿Y que vamos a hacer?

-¿Sabes cocinar?

-Dímelo tú, que una vez te hice el desayuno y no me dijiste que tal estaba.

-Estaba muy bueno-digo entre risas.

-Bueno, pues hasta luego

-Adiós-digo y cuelgo el teléfono.

Ya tengo la tarde preparada. No dejo de pensar en lo que me quiso decir ayer pero no le dio tiempo a decirme. Seguramente seria que si queria quedar con el otro dia o algo. Pero decia algo de salir.... ¿Me estaría preguntando si queria salir con él? Dios, solo de pensarlo se me acelera el corazón. ¿Porqué me pasa esto? Nunca antes me había sentido así con un chico. La verdad esque Ian me gusta muchísimo y hace que todo sea mejor cuando estoy con él. No sé que me pasa.

Me cambio de ropa y me pongo unos pantalones cortos de chandal y una camiseta de tirantas. Hoy hace más calor que cualquier otro día, y el del tiempo dijo que como mínimo haría 26 grados. Además ya estamos cerca del verano y la calor comienza a llegar.

No se porqué pero me acuerdo de las cartas de mi madre que estaban en el cofre, y decido leer una. Todavía no quiero leer su historia, prefiero leer antes las cartas. Abro el cofre con la llave y cojo la segunda carta.

Querida hija:
A Dyllan le encanta tu peluche. Antes de irme de casa, cogí tu peluche de cuando eras pequeña y lo llevavas a todos lados contigo. Es aquel con forma de rinoceronte que te compré cuando tenías 3 en el zoológico. Recuerdo como insististe en que te lo comprara, con solo tres añitos. Estabamos a punto de irnos del zoológico en el que habías visto tantos animales, cuando pasamos delante de una tienda que habia. Te quedaste embobada viendo todos los peluches que habia, y me dijiste que querias entrar en la tienda. Yo no sabia que era lo que habias visto y tanto te había llamado la atención, hasta que con tu manita me señalaste el peluche. Había peluches mucho mas bonitos que ese, pero tu querias aquel. En esa misma tienda había otra niña de tu edad, a la que la madre le estaba comprando el peluche del oso panda, el más bonito de la tienda. Tu insististe en que te comprara un peluche, y yo accedí creyendo que elegirias uno más bonito que aquel rinoceronte gris de la estanteria, pero lo cogiste a él. Intenté convencerte de que cogieras otro pero no había manera. Al final te lo compré y saliste encantanda, cogiendo con cariño a aquel feo rinoceronte gris, al que llamaste Rino. Lo llamaste así porque aún no pronunciabas bien la palabra rinoceronte. Cuando tu padre te vio con Rino se quedó sorprendido de que cogieras ese. La niña que habia comprado el panda pasó por al lado nuestra y tu padre me preguntó por qué habías cogido ese. No pude explicarselo hasta que en el coche de vuelta a casa te quedaste dormida agarrando a Rino. Después de eso, siempre dormias con Rino y no querias otro peluche. Bueno, que sepas que a tu hermano también le gusta, y lo trata con el mismo cariño que tú. Tranquila que no lo romperá y que te lo devolveré cuando nos volvamos a ver, que no sé cuando será.
Te quiero,
                    Mamá.

Termino de leer la carta y me quedo en blanco. Hacía ya mucho tiempo que no me acordaba de Rino, pero la carta me ha hecho recordar. ¿Es cierto que de lo abrá llevado? Me levanto del suelo y abro un cajón en el que guardo mis cosas de cuando era niña. Solo está mi peluche de una vaca, pero no está Rino. No recuerdo mucho de ese día, solo muchos animales. De pequeña me llevaban a muchos zoológicos porque me encantaban los animales. Es cierto que siempre me acostaba con él y que era el único al que queria, pero eso lo dejé hace mucho tiempo. Ahora me vienen todos los recuerdos con ese peluche: cuando una vez me lo llevé al colegio y un niño quiso robarmelo, por lo que le pegué; cuando fui al cumple de mi prima con 6 años y lo metí en la tarta; cuando una vez le vomité encima y estuve esperando a que se lavara en la lavadora; cuando se me olvidó en casa de mi abuela y tuvimos que volver de nuevo para cogerlo... Cierro el cajón y vuelvo a meter la carta en el cofre y lo cierro con la llave. A saber cuando será la próxima vez que lo abra.

RebeldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora