Llegué a casa sobre las 21:00 y como era de esperar mi padre se habia enterado de lo que la directora y yo hablamos. Le habia mandado un correo diciendo que después de las clases tendría que seguir allí y que luego ayudaría a los estupidos niños con la actuación que se estrenaba el dia 20 del mes que viene. No me importaba estar con niños pequeños ya que tenía un hermano y una hermana mas pequeños que yo, pero un niño potó en mis botas y casi me vuelvo loca ya que habia manchado mis botas favoritas. La profesora me dijo que saliera y limpiara mis zapatos rápidamente porque me necesitaba para seguir ayudando a los niños. Como era lógico me tomé mi tiempo para limpiar los zapatos y perder el tiempo porque no queria volver a ver al niño que me habia destrozado los zapatos.
Acabé exhausta de ayudar a los niños para que se aprendieran una sola frase. Y cuando llegué a casa mi padre me regañó y me dijo que le parecia bien el castigo que me habia impuesto, y también me dijo que se estaba pensando el castigo por lo que hice hace dos semanas. Seguramente no sabría con que castigarme porque ya me había castigado antes y ya no tenía nada más para quitarme. Cuando terminó subí a mi cuarto y me tiré en la cama. En estos momentos necesitaba un abrazo de esos que me daba mi madre cuando era pequeña pero de repente me odié al pensar que necesitaba a mi madre. Mi madre nos abandonó a mi, a mi padre y a mis hermanos cuando tan solo tenía 10 años. Yo la necesitaba más que nunca y ella me abandonó, ni se despidió ni nada, tan solo se fué sin dejar rastro y no hemos sabido nada de ella desde entonces. Lloré durante días y entonces me prometí a mi misma que jamás lloraria por ella, que no nos quería y por eso nos abandonó. Mi padre estaba destrozado por su marcha, pero no podia entrar en depresión porque tenía que cuidar a una niña de 10 años, un niño de 5, y a una pequeña bebé de 1 año. A veces, cuando me miraba al espejo me veia a ella en vez de a mi, y me odiaba por parecerme tanto a ella: pelirroja, delgada, con esas pequeñas manos que ambas teniamos... salvo en los ojos. Los ojos los había heredado de mi padre, negros como el azabache. Cuando hablaba con mi padre, habia momentos en los que me miraba y me veía a mi madre reflejada en mi, y en un pequeño instante me odiaba, y me odio por parecerme tanto a ella, a la mujer que me abandonó cuando la necesitaba. Nunca se lo perdonaré.
Un ruido extraño me despertó. Estaba todavia aturdida de lo que pasó ayer y me di cuenta de que me habia quedado dormida. Me incorporé de la cama y busqué el reloj para poder ver que hora era, pero como no encontraba nada, me levanté y me asomé a la ventana y vi que todavía era de noche. Escuché el ruido otra vez, pero esta vez se escuchaba mas cerca. Me asusté un poco pero entonces escuché una voz que reconocí enseguida.
-Ela, ¿estas despierta?
Mi hermano me llamaba Ela porque de pequeño le costaba pronunciar mi nombre, ya que era demasiado largo para él, y desde entonces me llama así. Tenía un el pelo demasido rubio, tanto que a veces lo veía blanco, y los ojos azules como el agua. Era muy bueno en la escuela y papá estaba orgulloso de él. No podía decir lo mismo de mí, ya que tengo unas malas notas horribles, y encima me porto mal y hago gamberradas. El siempre ha sido el hijo perfecto que mi padre siempre ha querido tener, y mi hermana la hija perfecta.
-¿Pasa algo Chris?
-No, solamente no podía dormir-Como vió que no contestaba siguió hablando- ¿Podría quedarme aquí?
-Claro que si-le dije con una sonrisa.
Entró dentro de mi cuarto y se metió en la cama. Me deslicé por la cama y se acurrucó a mi. Le abracé tan fuerte que por un momento me pregunté que si le estaría haciendo daño, pero como no hacia ruido mi movimiento alguno, me quedé asi durante toda la noche.
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Rebeld
Teen FictionDaniela becker es una chica pelirroja de ojos negros que solo sabe meterse en lios y peleas. Tan solo tiene 16 años y tiene su historial manchado de faltas y gamberradas que hace con sus amigos. O eso cree ella, que son sus amigos. Daniela conoce a...