Capítulo 59

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P.O.V de Jessica
Supongo que todos alguna vez oyeron hablar sobre la película Rápido y furioso, ya saben, esa en la que corren en coches y aparece Vin Diesel. Bueno, supongo que pueden imaginar una situación semejante, pero en lugar de que esté ese hombre pelado y fortachón, estuviera yo al volante de un Audi a1 blanco.
Se deberán estar preguntando como llegué a tal situación. Verán, después de que Dan llegara a mi casa y me contara noticia semejante, apenas tuvo tiempo de explicarme unas cosas más antes de que yo lo arrastrara al asiento del copiloto y me pusiera a conducir. Me pasó una dirección a las afueras del pueblo y me dirigí a una velocidad que supera por poco a la reglamentaria.
Alcancé a entender algo semejante a que habían escondido a Zac porque no daban con el asesino y si el supuesto asesino sabía que él continuaba con vida, volvería para terminar lo que empezó y no se encontraría en condiciones para defenderse. Por lo tanto, habían optado por simular su muerte hasta que encontraran al culpable.
Era lógico, tenía que admitirlo, pero eso no evitaba que me sintiera enfadada ante todos los malos momentos que pasé por nada, creyendo cosas que no eran reales. Pero él se encontraba en un estado, según Dan, que no estaba muy lejos de esa idea. Tampoco era algo por lo que moriría por oír.
—Derecha, derecha...¡Izquierda, izquierda!—gritó.
—¿Podrías decidirte de una maldita vez?
—Faltan unos cuantos kilómetros para llegar, sigue derecho.
Después de hacer caso omiso a mi pregunta, se concentró en su celular lo suficiente como para darme a entender que no le hablara hasta que el camino se volviera a dividir.
Tom debería de estar furioso por haberme marchado sin avisarle, minutos después de haber desaparecido por tres meses, pero situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas.
El paisaje nunca había sido tan aburrido, miraras por donde miraras, habían árboles y muchos más árboles. Era desesperante. El día estaba nublado, mas allá se veían unas nubes negras que indicaban que se avecinaba una tormenta. Después de recorrer unos cinco kilómetros, mi compañero me avisó que no faltaba mucho. No tenía idea de como se ubicaba, si no habían más que plantas y pastizales altos, pero le creí.
¿Me dejarían verlo? O peor aún, ¿Él querrá verme? Esas eran las preguntas que me rondaban por mi cabeza. Se había preocupado tanto por mi que sería tonto de su parte negarme una visita.
—Frena, ya hemos llegado.
La voz de Dan me sacó de mis pensamientos, apreté el freno de golpe y el auto paró en seco.
Nos desabrochamos los cinturones y bajamos. Miré intentando encontrar alguna casa, mansión o cabaña, aunque sea un montón de madera apilada con un hombre agonizando en el suelo, pero no había nada, absolutamente nada. ¿Donde se suponía que lo tenían escondido a Zac, en una casita del árbol?
—Ven, es por aquí.
Y como si hubiera leído mis pensamientos, una tapa de acero negro de dos metros de largo apareció a sus pies. Tomó una llave de su bolsillo, se agachó y se dispuso a abrir el candado. Una vez hecho, levantó la tapa sobre su cabeza con notable esfuerzo y me hizo una seña con la cabeza para que me acercara.
Era un túnel vertical, con una escalera pegada a la pared, no se veía el piso. Supongo que nadie podría haberlo descubierto y hubiera pasado de largo con el coche.
Primero bajé yo, no era muy profundo después de todo. Deslicé las manos a tientas, buscando algún interruptor, cuando por fin di con él lo activé y la luz amarillenta invadió la habitación. Antes de que me diera cuenta, Dan ya estaba a mi lado.
Miré a mi alrededor. El búnker tenía una forma similar a la de un ocho, estaba dividido a la mitad con una cortina roja. Estaba todo desordenado, como si alguien hubiera llegado de imprevisto buscando algo y necesitara revolver todo. Había un sillón entre una mezcla de un verde y un amarillo, estaba manchado de rojo. En una esquina había una mini nevera, aparentaba estar vacía o al menos no haber sido abierta en años. Más allá, un colchón de tela, con unas delgadas mantas encima funcionaban de cama. Desde el otro lado de la cortina llegó una voz.
—Oye Dan, tráeme algo de comer, me estoy muriendo de hambre aquí.
Sentí que me costaba respirar. Era imposible confundir esa voz con la de alguien más. El chico me miró y luego a la cortina, algo incómodo. Tenía el valor suficiente como para acercarme, entonces ¿Por qué si lo hacía, tenía le sensación de que estaba terriblemente mal? Al no recibir respuesta volvió a retumbar la queja por todo el lugar.
—Oye, si no me traes algo juro que me voy a desmayar o algo parecido.
Me acerqué caminando, ojalá tuviera al alcance algo para darle de comer, no parecía que Dan entrara aquí muy seguido.
Tomé un extremo de la tela y la aparté con delicadeza, como si se fuera a destejer de sólo tocarla. Cuando tuve el espacio suficiente como para pasar, me adentré en la otra mitad del cuarto.
Si la primera sección del búnker estaba desordenada, esta era un caos total. Vendas, botiquines, frascos con alcohol, desinfectantes y muchas cosas más desparramadas por el suelo. Una pequeña vela situada en la mesita de luz alumbraba el lugar inútilmente. El olor a putrefacción era notable.
Había una camilla, similar a la de los hospitales, con Zac encima. No llevaba camisa, pero tenía los pectorales vendados por un sin fin de capas de gasa y la sangre habían logrado traspasarlas a todas. Por más que me gustara verlo sin camisa, la vista no era para nada agradable. Una colcha le cubría la cintura para abajo, sobresalía su pierna derecha por un extremo de esta, también vendada. Había visto un par de muletas al otro lado de la habitación, pero no parecía ser capaz de usarlas y seguramente si lo intentaba acabaría en el piso.
No tenía buen aspecto, parecía que estaba literalmente muriendo, por más que no fuera así. Estaba segura de que jamás olvidaría la forma en la que me había mirado, me creí capaz de poder descifrarla. Parecía que sólo me miraba, de una forma hueca, pero habían muchas emociones arremolinándose en los ojos de él.
¿Que se suponía que debía decir?¿Que los asesinatos no venían con seguro médico? Opté por algo un poco más sensato.
—Hola, ¿Que tal has estado?—Él no me respondió, se limitó a mirarme. Me pregunté que hubiera hecho él si pudiera pararse. Quizás me abrazaría, quizás me golpearía hasta morir. Quizás ambas. Continúe hablando.— Hace menos de dos horas llegué a la ciudad.
Cuando habló, me quedé sorprendida por completo. No era el tono que usaba siempre conmigo o con el que había hablado con Dan a través de la cortina.
—Lo sé, lo sentí.— hizo una pausa, meditando sus próximas palabras—¿Que sucedió con la misión? Ya que pusiste tanto esfuerzo escapando de mi, no debes de haberlo desperdiciado por nada.
No pude distinguir si lo decía sarcásticamente o no. La voz de él no tenía vida, era como si fuera un robot.
—Lo logré, para la sorpresa de todos— ya que él estaba siendo algo cortante, decidí que yo también podía jugar a ese juego—. Al principio creí que lo hacía por tí, pero con el paso del tiempo descubrí que no lo hacía por nadie, que era lo justo y entonces era lo que debía hacer. Pensé que valía la pena arriesgarme, para que te sintieras orgulloso, pero en realidad no me importa.
Asintió lentamente, parecía que estaba a punto de sonreír, pero no de una forma amable. En una situación normal, el mostraría alguna emoción, pero evidentemente esa no era una situación normal.
—¿Sabes que más creo que no te importa? Creo que no has valorado mi preocupación por tí, que tocara todos los días la puerta de tu casa preguntando si tenían alguna novedad, si sabían algo de ti. Tampoco me importa que hagas ahora. Si así lo deseas puedes irte. Puedes hacer lo que quieras, me da igual.— tenía un tono increíblemente neutral.
Sentía que su distancia me estaba matando.
—Cuando crucé por esa puerta no te importó, nada cambió— entendí por fin. Tenía la vaga sensación de que me ahogaba.
Y ahí estaba de nuevo, al borde de una sonrisa. Pero está vez era cálida, casi acogedora. Todo ese asunto le causaba gracia o carecía de sentido, quizás ambas.
—Nunca, jamás, ni en un millón de años, podré verte y no sentir un huracán dentro de mi, pequeña Lesly.
Me tomó un segundo analizar la situación y otro más enojarme con él.
—¿Que estás diciendo?¿Que estoy muerta para ti?
Eso pareció golpearle duro, ya que su cara se entristeció levemente y bajo la mirada, rompiendo el contacto visual por primera vez.
—No exactamente.
Sentía que me estaba olvidando de hacer una pregunta, una de vital importancia.
—Podrías dejar de actuar como un idiota si te lo propusieras.— recé por no tener la cara tan roja como la sentía.
Por primera vez, se sorprendió. Pareció pensarlo y luego enarcó una ceja, sin terminar de creérselo.
—¿Actúo como un idiota?
—Eres un idiota. Finges que nada te importa y ambos sabemos que no es así.— afirmé.
—Entonces, si es que estás tan segura, nombra algo que realmente me importe —Me sentí una inútil por no saber que responder, la pregunta seguía dando vueltas por mi cabeza, revoloteando como una mariposa y yo era incapaz de atraparla con mi red. Al no tener respuesta él iba a continuar hablando, pero fue en ese entonces en el que capturé a mi inquieta pregunta y me adelanté a hablar.
—Te responderé después de tú lo hagas y entonces, mi respuesta a tu pregunta apenas importará. Dime Zac, sabiendo todos los riesgos de muerte que tenía la misión y que si yo moriría tu morirías luego conmigo ¿Me encerraste en una celda porque te importaba o porque era una forma de mantenerte a ti mismo con vida?
Esta vez fue él quién pareció quedarse sin respuesta, lo había tomado desprevenido. Entendí que ya sabía demasiado y que era hora de volver a casa.

Dato semanal ahr: El nombre Jessica significa "mujer previsora" y como que nada que ver, porque Jess actúa, sufre las consecuencias y después piensa. Esperemos que en el futuro eso cambie😂
Y como que estoy de buen humor les dejo esta foto, que la amé:

 Esperemos que en el futuro eso cambie😂 Y como que estoy de buen humor les dejo esta foto, que la amé:

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