Capítulo 53

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De cerca, la montaña parecía muchísimo más alta. Daba la impresión de alzarse imponente delante de todos, estirándose hasta hacer que su cima se viera cubierta por las grises nubes que dominaban el día. Debían de ser las 7 de la tarde aproximadamente, el sol ya casi se había puesto por completo, el paisaje ya se había vuelto oscuro con una gama de grises y verdes. Allá unos kilómetros más adelante, se extendía un enorme pinar oscuro aparentando ser una gruesa capa que cubría a la montaña con soltura. 

Descansando al pie del árbol, hombro con hombro, estaban Jake y Jessica, ambos carcomiéndose de nervios por dentro, no todos los días arriesgas la vida de cientos de personas. La muchacha se arrancaba la piel de los dedos mientras que su compañero repiqueteaba el pie contra el suelo de tierra de forma irritante. Sin embargo, la pareja era ajena de sus movimientos involuntarios. 

  —¿Nerviosa?— Jake tenía la vista puesta hacia adelante, sin embargo, observaba de reojo como su amiga se roía los dedos, pensando en quién sabe que. Le pareció que era un gesto muy infantil, incluso para ella. Así, pequeña como era, revoltosa e inquieta, hasta incluso un poco asustadiza, él la encontró adorable. 

—Sabes que es una pregunta estúpida porque ya sabes la respuesta.— él le sonrió con empatía ante la actitud de la chica.

—Así es, una pregunta muy estúpida.— asintió con aprobación.

 Ella se removió en el piso preparada para continuar con su charla:—¿Y que hay de ti?¿Tu estas nervioso?

Apretó los labios en una mueca hasta convertirlos en una perfecta linea, frunció levemente el entrecejo, pensativo. Quizás nervioso no era la palabra justa para esa situación. ¿Como decirle que la apreciaba demasiado, temiendo que ella no pudiera volver?¿Como contarle que lo que a él le importaban no eran los individuos con los que habían vivido esos últimos meses, si no ella? No quería que lo malinterpretara, el cariño que le tenía no iba más allá de su amistad. Preocupación. Eso era lo que sentía. Preocupación por que no llegara a tiempo antes de que la luna se ponga en el punto más alto y que no pudiera salvarlos a todos, preocupación por lo que ella pudiera encontrarse allí sin la ayuda de nadie, preocupación por que algo saliera mal, preocupación por ella al enterarse de que Zac había muerto y como se lo tomaría.

Entonces Jake comprendió lo injusto que era todo siempre, que las peores cosas le tocaban a las mejores personas y que siempre sería así.

—Un poco.— murmuró distraído.

—Oh, ya entiendo lo que te pasa- rió sin gracia- Tienes miedo por Zac.

Un escalofrío le recorrió toda la columna al adolescente. ¿Acaso ella lo sabía? No tenía idea de como se había enterado Jessica, pero no era uno de los mejores momentos para sacar a relucir el tema.

—¿Disculpa?— dijo sorprendido.

—Tienes miedo de que Zac piense que hay algo entre nosotros. Es decir, ustedes se odian, supongo que no tiene motivos para confiar en ti.

—Oh, ¿ En serio?

Relajó instantáneamente los hombros, tampoco se había dado cuenta que había apretado la mandíbula, no lo supo hasta que la entreabrió y los dientes le dolieron como el infierno.

—No te preocupes, le diré que no has intentado nada.— le explicó ella rápido.

—No, no es eso. Es decir...¿Nos odiamos? Zac y yo, me refiero.— la chica se encogió de hombros. Él recordó aquel día, hace muchos años atrás, en una junta entre líderes y pensó que era importante comentárselo. —Bueno, yo por lo menos no lo hago. Una vez discutimos y tu noviecito se enfureció conmigo. Él tenía 14 años y sus padres lo dejaron liderando la manada mientras que ellos se fueron a vivir a su ciudad natal, unas millas más al Norte. Hasta ese entonces mis padres lideraban la suya, recuerdo que me llevaron para enseñarme como eran las reuniones y lo que se hacía allí.— Hizo una pausa tomando aire, a su vez intentando no perderse en los ojos de la chica, que lo miraban atentos, como a un pequeño mientras le relatan uno de los mejores cuentos de aventuras.  —Al ver a un niño siendo jefe de un clan me sorprendí demasiado, y como todo adolescente estúpido y sin filtros dije lo que no tendría que haber dicho. Le mencioné que creía que era muy pequeño y que no podía dirigir una manada, pero hablé sin saber que quizás estaba pasando por un momento difícil y que todo era mucha presión para él, obviamente se enojó conmigo y nunca más nos volvimos a ver. No hasta que te conocí en otra junta, creo que notaste la tensión que había entre Zac y yo.

Solamente míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora