POSEIDÓN

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La hechicera estaba furiosa y lo demostraba a través de mis sueños. Había aparecido hacía una hora y jugado con ellos, retorciéndolos para que no lograra comprender dónde me encontraba y no pudiera sentirme tranquilo. Una sombra la acompañaba y me recorría toda la mente, encontraba mis debilidades y las usaba para generarme pesadillas. Quise despertar pero, cada vez que lo intentaba, la hechicera me atraía de nuevo a su juego.

—¡No merezco esto!

Grité pero no le importaba. Con su magia le daba más poder a la sombra y terminó envolviéndome en su impenetrable oscuridad. No pude ver más, no distinguía las pesadillas, solamente las sentía y eso era peor porque no veía qué podía llegar para poder prepararme. Oía la risa de la hechicera y la de la sombra, fundidas. Esa última era una mezcla de las risas de todos mis enemigos. Se destacaba la risa burlona de Marina, consciente de que había logrado escapar de mis manos. Ahora, ella conocía mis poderes y estaba pensando en usarlo en mi contra.

La oscuridad dio paso a un potente rayo de luz. Me hallaba en el medio del océano, en la superficie. Estaba mirando una tormenta que se avecinaba a un ritmo vertiginoso. No entendía qué la provocaba. Sabía que no era algo natural porque mis sentidos me habrían advertido. Algo explotó a lo lejos y de la explosión salió desprendido otro rayo, esta vez dorado, que fue directo al cielo.

—¡No! —grité.

Una ola apareció de la nada. Comencé a oír susurros en la cabeza y, a medida que aumentaban en número, me empecé a aturdir. Pero había una amenaza que yo tenía que detener y no podía dejar que unos susurros estúpidos me detuvieran.

Extendí el brazo hacia arriba y llamé al tridente, pero no apareció. Nuevamente lo llamé, sin éxito. Me empecé a desesperar porque la ola se acercaba y dentro había sirenas poderosas lideradas por Marina, que llevaba un elemento resplandeciente en la mano.

—No puede ser...

Marina salió desprendida de la ola y me apuntó con el tridente. Esbozó una sonrisa victoriosa, mostrando sus dientes filosos y puntiagudos. De las puntas del tridente salieron chispas. Con un aleteo, salí del agua y extendí los brazos hacia su arma pero un par de manos me arrojaron al agua. El golpe fue fuerte, pero me recuperé con rapidez. Cuando salí, la ola estaba a pocos metros, y varias sirenas salían desprendidas Yo sabía que podía detenerlas, pero esto no estaba pasando, era un sueño, y la sombra me debilitaba.

Del tridente salieron tres rayos y traté de evadirlos, pero cuatro sirenas me detuvieron. Los rayos me pegaron de lleno en el hombro. Otras sirenas saltaron sobre mí y me hundieron. Eran muy fuertes. Disfrutaban de que yo estuviera en su poder, y de la sangre que salía de mi hombro. Una de ellas me mordió en la herida y me provocó un dolor insoportable que me recorrió todo el cuerpo hasta paralizarme.

Marina apareció a mi lado y lanzó un chillido tan potente que me hizo sangrar los oídos. Luego me clavó el tridente en el estómago. No podía creerlo, me había vencido. En unos minutos estaría muerto. La magia del tridente actuaría en mi contra y me contaminaría el cuerpo.

—Doloroso, ¿no es cierto?

La voz apareció en mi mente. La hechicera estaba disfrutando de esto. De pronto, me volví a sumergir en la oscuridad.

—¿Por... por qué? —traté de decir.

—Porque quiero. Estoy enojada y quería descargarme con alguien.

—¿Qué pasó?

—Se conectaron...

—¿Quiénes?

Habló, pero el poder de la sombra no me dejó escuchar bien.

—Por favor... ¡sácame esta sombra de encima!

La hechicera se rio.

—Sácala tú —dijo en medio de risas.

—No puedo... Me es... imposible...

—Estamos en tu interior. Aquí puedes hacer lo que quieras —indicó —. Hasta utilizar tu propio poder.

—¿Cómo? No entiendo.

—¡Por Dios! ¿Tengo que explicarlo todo? Me parece increíble que hayas sido un ser poderoso.

—Hechicera...

—Sé que puedes. Te necesito en acción de nuevo y, para eso, debo saber si estás capacitado.

—No... puedo... las risas... su poder...

—Solo debes concentrarte y serenarte. Pensar. Es la única forma en que vas a poder derrotarla.

Me deslicé en la oscuridad y busqué una salida, pero a medida que avanzaba, solo encontraba más oscuridad. ¿Cómo podía escapar? ¿Qué debía hacer?

—Vuelve a tu pasado, a tu gloria. Sé el ser poderoso que una vez fuiste.

Me concentré y dejé que mi mente me llevara al pasado. Las risas se transformaron en exclamaciones de admiración. En ese momento, sentí el antiguo poder, abrasador, como siempre lo fue. Era una extensa llama que me llenaba el alma y me hacía sentir vigoroso. Extendí la mano y exigí mi cetro de poder: el tridente. Una electricidad me recorrió el cuerpo hasta llegar a mi mano. El tridente se materializó e iluminé todo a mi alrededor y no me detuve hasta eliminar el último rincón de oscuridad.

La habitación apareció ante mí, pero la hechicera estaba oculta en las sombras. Quise apuntarla con el tridente, pero no estaba, al igual que mi poder.

—Bien hecho —dijo.

—¿Qué ha sucedido? —pregunté.

—Has hecho contacto con tu poder interior.

—Pero...

—¿Pensabas que iba a ser difícil tomarlo? Admito que no te será fácil, pero no va a ser imposible. Una vez que tengas el poder de la sirena, podrás tener total acceso, pero puedo enseñarte unos trucos para que puedas manejarlo a tu antojo.

—¿Qué ha sucedido? Noto un cambio en ti.

—La sirena es difícil de quebrar. Y se ha conectado con Mateo. No puedo permitir que ellos se unan.

—¿Qué necesitas que haga?

—Es hora de acelerar el plan. Ya hice los arreglos necesarios para que vuelva. Si todo sale como pienso, será cuestión de tiempo tenerla en nuestras manos.

EL RENACER 1: El llamado de la sirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora