LUCÍA

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No pude salvarlo. Oí su llamado de auxilio pero no pude ayudarlo. Percibí su dolor y tristeza, pero no pude estar ahí. Soltar la conexión que había generado para despertar a Cristal significaba un gran riesgo. Necesitaba a la gran bruja por si Marina no era capaz de detener la guerra que se aproximaba.

Pero ahora todo parecía insignificante. Sabía que tenía que concentrarme más que nunca, que la muerte de Julio tendría que darme más fuerza para desterrar de una vez por todas a la hechicera, pero me sentía muy triste. Se me había formado un nudo en la garganta y tenía los ojos muy hinchados de tanto llorar.

¿Qué iba a hacer sin mi hermano de alma? Ese no tendría que haber sido su destino. Él tendría que haber despertado, al igual que los demás. Ahora jamás lo haría. Lo había perdido.

Me llamó la atención una nube negra que se iba esparciendo por todo el pueblo. Sentí la magia y su propósito. No podía permitirlo, pero no tenía la fuerza necesaria para detenerla. Lo único que me quedaba era protegerme.

Cerré los ojos y me conecté con la naturaleza a través de raíces invisibles, que eran formadas por la energía de mi cuerpo. Creé un escudo a mi alrededor.

"No. Esta vez no lograrás evadir mi magia".

El susurro se oyó en la habitación. Sentí un fuerte dolor de cabeza. Percibí el momento cuando el escudo se deshizo.

La nube irrumpió quebrando el vidrio de la ventana e inundó toda la habitación con su magia.

EL RENACER 1: El llamado de la sirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora