MARINA

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Me encontraba en el plano oscuro, flotando en el aire. Mis piernas todavía no habían desaparecido, pero sentía el pálpito de las escamas por querer reemplazarlas. Sedna solo podía llegar al corazón de sirena si estaba convertida.

Comencé a sentir la presencia de nuevas sirenas que ella había esclavizado. Pero también percibía su miedo al acercarse a mí. Sentían la luz de mi centro de poder, que la magia negra de Sedna estaba conteniendo. Quería expandirla por todo el lugar, pero me sentía débil. Estaba atada con unas sogas negras. Me apretaban cada vez que yo me movía.

Las sirenas se tomaron de las manos y formaron un círculo a mi alrededor. Comenzaron a recitar el cántico. De pronto, sentí cómo en el centro de mi cuerpo algo caliente y frío a la vez se iba formando, como si dos fuerzas estuvieran luchando entre sí. Poco a poco, el frío comenzaba a ganar y de esa manera el dolor en aquella zona se intensificaba. Me costaba respirar, el frío se me iba esparciendo por todo el cuerpo a medida que el cántico aumentaba en volumen. Ya no sentía mis piernas moverse. Miré hacia abajo y vi que la cola había aparecido. Temía sufrir de nuevo aquel intenso dolor que había sentido la vez pasada. Traté de liberarme, pero era inútil. Su magia era muy poderosa, y también la mía, pero por alguna razón, ya no la sentía fuerte. El fuego interior que me daba fuerzas e impulsaba mi magia ya no se encontraba y eso me hacía sentir desprotegida y débil.

Temblaba de frío. Se me había esparcido por casi todo el cuerpo, salvo en la cabeza y las manos, que las tenía cerradas y apretadas para darme calor. Pensé en Mateo para sentir algún tipo de fuerza, pero fue inútil. Cada vez que pensaba en él, su imagen se me iba de la cabeza. La magia de la hechicera me estaba dejando sin fuerzas y sin ganas de pelear. Esta vez estaba atacando de otra forma. Quería dejarme totalmente frágil para que le entregara voluntariamente mi corazón de sirena.

Las sirenas seguían cantando.

—Mateo... te... necesito...

Mi susurró se perdió en el cántico. Una lágrima se me escapó de los ojos y la angustia me fue embargando. Era mucho el dolor que había sufrido, nunca había sentido tal rechazo por tantas personas. El pueblo entero me odiaba y me quería ver muerta. No concebían tener una sirena en su hogar. Para ellos no solo era la puta del pueblo, sino que también era un ente raro que nunca aceptarían.

¿Realmente Martín me había perdonado? ¿Por qué me estaba ayudando si le había infligido tanto dolor?

—No, no te ha perdonado, querida. —Era la voz de Sedna—. Solo está confundido. Piensa que aún te ama y que si te ayuda, van a volver a estar juntos. Pero yo me encargaré de que eso no suceda. Una vez que me entregues el corazón de sirena y tenga tu poder, le crearé una nueva vida. Encontrará un nuevo amor y se olvidará instantáneamente de ti.

Sedna emergió de la oscuridad y se puso de pie junto a mí.

—¿Alguna... —me costaba hablar pero tenía que preguntarle—... alguna vez... me... me amó en realidad?

La hechicera se rio. Sentí su mano sobre el centro de mi poder. Presionó levemente y sentí cómo su magia negra había ingresado en mi cuerpo.

—Sí. Él te amó. Pero si no hubiera intensificado un poco su amor, no habría sido tan embriagante. Y yo necesitaba que él te amara con mucha intensidad.

—¿Cómo... hiciste para... que sintiera amor... por... por él?

—Estuve durante años estudiando el corazón de sirena. ¡No sabes lo interesante que es! Ese es el lugar donde reside la energía de la cual se desprende el amor, los poderes. Dentro de ese lugar todo es uno. Inconscientemente, nosotros canalizamos lo que realmente queremos. Por ejemplo, tus poderes. Cuando quieres utilizarlos, utilizas la energía del corazón de sirena y desprendes la cantidad necesaria. También se le llama centro de poder, ya que es el lugar donde reside la magia.

EL RENACER 1: El llamado de la sirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora