MARINA

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Lo reconoces —dije.

—Disculpa, ¿cómo?

—Sabía que eras una hechicera. ¡Al igual que Lucía!

—No escuchaste bien. Soy una bruja, Marina. Es largo de explicar, pero Lucía renunció a su mundo para venir a este pueblo porque sabía que algún día llegarías, y ella quería protegerte. Estamos aquí para ayudarte.

—¿Ayudarme en qué? ¡Me encuentro bien! He encontrado a mi alma gemela...

—¿En serio? ¿Y qué son esos sentimientos hacia Mateo? Sí, puedo ver tu confusión. Es tan fuerte que la percibo. ¿Por qué te niegas a seguir tus sentimientos? Sabes cuál es la verdad.

—No, no lo sé. Estoy muy confundida. Pero entiendo que es algo humano.

—Sí. La confusión es algo muy común en ellos, pero no en las sirenas. Muy pocas cayeron en eso. Pero a ti te están controlando.

—¿Qué es lo que me quieres decir?

—María Angélica te está controlando —dijo Cristal.

—Imposible. Ella me ayudó desde el primer día.

—¿Realmente piensas eso? ¿No te pareció raro que te regalara ropa, collares, anillos?

—Le caí bien.

—Eres tan ingenua —dijo Cristal—. No eres tú misma. Poco a poco fuiste perdiendo la esencia. La fuerza que te caracterizaba fue perdiendo poder. Y todo es debido a ella. Te manipuló.

—Mientes. No sería capaz de hacer algo así.

—Acortaré mi tiempo, pero necesito hacerlo. Por favor, levántate.

Dudé.

—No te haré daño. Te lo prometo.

Me levanté con precaución y me preparé, en caso de que me quisiera hacer daño. Miré a mi alrededor buscando algo que pudiera usar como arma. Había una cuchilla cerca de la pileta.

Cristal cerró los ojos y apuntó hacia mí con las manos. Recitó un cántico en una lengua extraña. Nunca la había oído. Las ventanas se abrieron de golpe, entraron ráfagas frías y me envolvieron. Oí un chillido agudo en la cabeza. Me tapé los oídos, pero el chillido no cesaba.

—¡Hazlo parar!

Me elevé en el aire. Miré hacia abajo. De mi ropa parecía desprenderse algo, un ser negro con garras que se aferraba a mí. Grité. Cristal seguía con el cántico, pero su voz era más elevada.

Finalmente, la criatura se desprendió y trató de escapar, pero no pudo traspasar la ventana. Un rayo de luz blanca le pegó en el centro y la disolvió al instante. Lentamente, fui bajando.

—¡¿Qué fue eso?!

—Una sombra de bajo nivel, con el poder justo para generar una crisis dentro de ti —dijo una voz detrás de mí. Me di vuelta y vi a Lucía apoyada en el marco de la puerta. Se fue acercando con cautela, midiendo sus pasos y analizando mi reacción―. Una de alto rango, te hubiera matado o sumido en un eterno sufrimiento.

—¿Qué sucede aquí? —pregunte, un poco histérica—. ¿Quiénes son?

La cabeza me daba vueltas. De pronto, me encontré asustada porque no podía controlar la situación ni tenía idea de qué pasaba.

—Angélica hizo uso de las sombras —respondió Lucía—. Ella es una hechicera bastante poderosa. No sé cómo hizo para recuperar su antigua magia, de cuando era sirena, pero es muy peligrosa.

EL RENACER 1: El llamado de la sirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora