POSEIDÓN

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Percibí la aprehensión que sentían hacia mí. No entendían por qué los había citado, pero desconfiaban. Ellos sentían mi energía y pude ver el reconocimiento de mi persona en los ojos del hombre que se llamaba Horacio.

—¿Qué es lo que quieres? —Se animó a preguntar—. Sabemos quién eres. No tienes intención de ayudar.

—Amigos míos —dije riendo—. Se encuentran viviendo una mentira. Depositaron toda su confianza en la persona equivocada.

—Lucía nos trajo de vuelta —dijo una mujer llamada Diana—. Nuestras almas se encontraban perdidas en el olvido.

—Entiendo lo que hizo. Pero los está llevando por mal camino. Lucía les está otorgando la muerte misma.

El grupo comenzó a murmurar. Sonreí porque había depositado la semilla de la incertidumbre.

—No es verdad —dijo Horacio titubeando.

—¿Ah, no? Creo que pensarían diferente si pudieran ver el destino que les prepara esta... elegida.

—Protegeremos a Marina a toda costa —dijo Diana—. Ella nos guiará a un nuevo camino.

—Claro, entiendo. Según la profecía, la sirena será la causante de una nueva era de la Atlántida. Un nuevo comienzo, ¿me equivoco?

—"El día de la coronación —dijo una mujer detrás de Horacio—, el máximo poder se hará presente. Y el comienzo será el fin. Una nueva era reinará en la avanzada ciudad".

—Ustedes escucharon bien —dije—. "El comienzo será el fin. Una nueva era reinará en la avanzada ciudad".

—¿Qué es lo que quieres decir? —preguntó Horacio.

—Marina será la causante de nuestra destrucción. El día de la coronación, su poder aumentará y no será capaz de controlarlo. Se desatará un baño de sangre y la Atlántida será destruida. Solo quedarán los cimientos. Y dentro de un par de años, la isla se terminará hundiendo. Esta vez, para siempre.

—¡Estás mintiendo! —exclamó Horacio.

—Solo quieres que dudemos de nuestra misión —dijo Diana—. Estás del lado de la hechicera.

—Al contrario. Yo estoy de mi lado. Quiero volver y ser el de antes. Quiero protegerlos de esta masacre que se avecina.

—Mientes. La reina te expulsó por una muy buena razón —dijo Horacio—. Tú ibas a ser nuestra destrucción.

—¿De dónde piensas que la reina sacó tanto poder como para poder expulsar a un dios?

—¿Un dios? —Diana rio—. ¿Tu ego es tan grande que te hizo pensar que estás al nivel de Océano y Tethys?

El grupo rio. Los estaba perdiendo. Tendría que sembrar el miedo ahora mismo. La hechicera me había otorgado poder para revelarles una visión.

Extendí los brazos hacia abajo e hice aparecer un charco.

—Observen y verán que lo que les estoy diciendo es cierto.

Revolví el agua con el dedo índice hasta que hice aparecer la Atlántida y di comienzo a la visión.

Cruzado de brazos, me regocijé al verl los rostros llenos de terror.

Próxima parada: La posada Poseidón.

EL RENACER 1: El llamado de la sirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora