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Daniel

No me consideraba una persona cobarde, pero después de escuchar todo lo que había dicho mi amigo y observar a esas mujeres escapando de este lugar fue inevitable no sobresaltarme cuando escuche de la nada el sonido de unos motores de autos, aunque no vi a ninguna persona hacer ese sonido. Me quedé asombrado al mirar a todas las personas que de forma automática bajaron su cabeza como si de un ejército se tratará. Fue más mi sorpresa al ver lo sincronizados que estaban. ¡Qué locura!

Y como la fresa del pastel no podría faltar, once autos entraron de manera alucinante. Me peñiques el brazo para confirmar que no estuviera soñando. Y no, no estaba soñando. Todo esto era real.

Es la realidad.

De repente dos autos de los once que habían entrado se adelantaron y lideraron al grupo guiando como su fueran unos líderes. Podría ser una escena digna de una película, sin ninguna duda.

Cuando iba a decir algo, ellos comenzaron a salir de sus autos. Automáticamente baje la cabeza por Josh, que me golpeo en la nuca. Lo mire mal antes de volver, pero la mantuve de esa forma. Mire por el rabillo de mi ojo a lo más irreal que pasaba adelante de mi.

– ¡Celebremos gente! ¡Ya lideramos la mayor parte de Europa! –exclamo uno de ellos mientras los demás seguían bajando de su coche.

Todos volvieron a su postura norma y soltaron gritaron de felicidad. Josh se despegó de mi para acercarse a donde estaba el chico que había hablado recién. Vaya, no sabía que podrían ser amigos por la cercanía que al parecer tenían.

Tenía que preguntarle muchas cosas más tarde.

Cansado de este espectáculo me aleje de este sitio y fui a tomar un poco de licor junto con mis amigos que estaban anonadados por todo este teatro ridículo. Rodé los ojos, no estaban para esto, sino, para divertirme.

Comenzamos a charlar acerca de todo esto que acabamos de ver, cuando de repente alguien nos empuja y nos lleva hacia un lugar que parecía un callejón. Mierda.

–¡¿Qué les pasa?! –brame desconcertado mirando a los cuatro hombres que nos habían traído aquí. Uno de esos sujetos saco un arma y nos comenzó apuntar a todos.

Esto se va a poner feo, mierda.

–Será mejor que se callen o sino les vuelo la cabeza –hablo otro sujeto, mientras que su amigo nos seguía apuntando con el arma. Nos quería asaltar en un lugar que estaba repleto de armas, aunque bueno esa gente no era buena que digamos.

Al estar tanto tiempo juntos nuestras mentes estaban conectadas sobre lo que teníamos que hacer ahora. Escapar.

Teníamos que ser rápido, el tiempo es valioso. En el momento es que nos giramos para salir corriendo otro hombre saco un arma y en el momento en que iba a soltar el gatillo un disparo resuena entre nosotros. Palidecí y observe a mis amigos que no estuvieran lastimados.

Un grito a mis espaldas me hizo brincar. Uno de los cuatro matones tenía el disparo en su pierna. Sentí los manos temblar, demonios. Eso estuvo cerca.

–¡Qué coño pasa aquí! –gruño alguien que no lograba identificar. Volví a mi posición original para tener una mejor vista de todo y buscar a nuestro salvador, pero nada. El sujeto al escuchar esa voz se quedó petrificado, juraría que se hizo en sus pantalones por la expresión que ahora tenía. Si no estuviera en esta situación me hubiera reído, sin duda alguna.  –Veo que no dices nada, mala idea. –negó con la cabeza aquella persona. Era una mujer.

<<Cuantas veces te he dicho que no hagas estupideces –escupió entre dientes aquella desconocida apareciendo desde nuestras espaldas y acercándose a ellos de una manera tan tranquila y sutil que me era imposible pensar como una mujer como ella estaría en este lugar, pero sobre todo en esta situación. De repente comenzó a golpearlos con tanta brutalidad que no pude evitar sentir escalofríos. Una mujer no tendría que golpear de esa manera, ni con esa fuerza. La facilidad con que los molia a golpes no me hacia poder procesar todo lo que veía. El golpe en seco que le propinó al sujeto que había sacado primero el arma y a los demás me daban una idea de como carajos se luchaba aquí.  –Si veo que te les acercas o respirar su mismo aire te mato con mis propias manos. No hay segundas oportunidades –advirtió. Por un momento sentí que mi alma regreso a mi cuerpo, pero regrese a la realidad. –No te quiero ver que intentas matar a los novatos porque te mato yo a ti y a todos los que te rodean ¿Entendido? –pregunto ella agachándose donde estaba el sujeto tirado. Este asintió frenéticamente –Largo de aquí –siseo sin volverlos a mirar.>>

Todo Cambio #1 (Saga &quot;Carreras clandestinas&quot; ) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora