D.C. Washington

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Los siguientes días fueron un borrón del cual quería olvidarme. Papá accedió a quedarse hasta después del...no, aún no lo asimilaba. Clarence estaba destrozado. Había momentos en los que tomaba su teléfono y escribía un mensaje, luego lo borraba y se echaba a llorar. Entonces yo correría a abrazarlo para intentar amortiguar un poco el dolor.

Nos fuimos a mediados de la siguiente semana después de todo eso. Clarence no podía permanecer en Seattle un minuto más, ya no quería seguir viendo los lugares que compartió con ella y ahora ya no estaba. Huimos de ese lugar después de despedirnos. Estefanía estaba estable, pero igual tenía sus momentos como mi hermano...al menos Mike estaba con ella.

D.C Washington nos recibió con lluvia y neblina, papá conducía con cuidado a nuestra nueva casa...que en realidad era un departamento de tres habitaciones, un baño, sala y comedor. Me estremecí un poco cuando vi el edificio. No era la zona residencial pero tampoco la de mala muerte.

Clarence y yo bajamos del auto y comenzamos a sacar las maletas en modo automático, papá estaba bajando las más grandes y luego nos indicó que entráramos antes de empaparnos por completo. Mi hermano y yo habíamos aceptado la nueva vida a como diera lugar pero igual no nos encontrábamos del todo listos. Había cosas que no dijimos, personas de las que no nos despedimos...cosas que aún teníamos que hacer en Seattle...como decirle a mamá que nos iríamos. Mi corazón se encogió.

Cuando entramos al vestíbulo una muy amable portera nos recibió con una sonrisa llena de un entusiasmo que en estos momentos me parecía insultante, ¿cómo se atreve a sonreír cuando Jeral ya no estaba?

-¡Hola! Deben de ser los nuevos-papá asintió correspondiéndole la sonrisa-El ascensor está allá al fondo, y las escaleras acá-señaló con la mano-Espero que se sientan cómodos.

Arrastramos nuestras cosas por el lugar hasta el ascensor. Las paredes del vestíbulo eran de un amarillo acogedor y el piso de madera, intentaban meter algo de luz dado el clima nublado que nos rodeaba pero igual se veía sombrío, o a lo mejor no estaba para mi estado de humor. Papá nos metió en el ascensor y luego oprimió el botón del piso cuatro, a medias.

Mientras subíamos mi hermano se recargó en la pared y yo suspiré intentando aliviar un poco el dolor que sentía en mi interior. Jeral no estaba, mamá seguía en Seattle. No me despedí de Henry.

-No irán a la escuela hasta la semana que viene-dijo papá mientras subíamos-Descansen de todo...-nos tensamos-De verdad lo siento, niños. Quisiera decir algo que valga la pena pero...

-Tranquilo-susurré-Lo entendemos.

-Estaré bien, papá-murmuró Clarence-sólo ocupo tiempo.

Era verdad, ambos ocupábamos tiempo para sentirnos mejor. Solucionaríamos las cosas y seguiríamos adelante como siempre hacíamos. Habíamos podido con mamá, que aún causaba estragos, Jeral seguiría con nosotros a pesar de todo lo que no hicimos y lo que hicimos. Por sus risas y sus locuras, por las veces en las que nos detuvieron...por todo. Ella nos dio la alegría que nos falto en su momento, nos ayudó a seguir adelante y ahora...

Cuando el ascensor se detuvo vimos a un par de chicos salir de una puerta. Igual que nosotros eran gemelos...resultaba un poco gracioso eso peor no lo suficiente como para hacerme sonreír. Comenzamos a sacar nuestro equipaje y nos vieron atentos.

El chico reaccionó rápido mientras nos miraba acarrear el montón de mochilas. Se acercó y tomó una mochila que estuvo a punto de quedarse en el ascensor.

-Hola, deben de ser los nuevos-nos sonrió amigablemente-Nosotros vivimos en el 13-papá le sonrió agradecido.

-Hola, nosotros vamos al quince-la chica esperó al chico mientras nos ayudaba-Gracias...

A mí también me gusta un idiota #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora