Tormenta Creciendo...

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Acaricié la marca de mis dientes en el cuello del chico a mi lado y sonreí, las tenía por todo el cuello y dos en el hombro derecho. Estaba dormido, tenía una mano en mi cintura y otra sujetaba la mía encima de su pecho como si temiera que me fuera, su respiración era tan tranquila y tan suave que hace rato me había arrullado pero ahora me dedicaba a verlo con admiración.

Tenía unas pestañas larguísimas, esas que deberían ser ilegales en los chicos. La boca estaba entre abierta y de vez en cuando soltaba un suspiro apretándome más a él para luego sonreír como si le gustara lo que soñaba, su cabello apuntaba en todas direcciones gracias a mis dedos y en el pecho tenía una que otra marca mía, en su nariz y mejillas se veían unas pecas casi invisibles que se perdían con lo quemado del sol...era tan guapo. Y estaba conmigo, parecía tan irreal ahí dormido que temía que se desvaneciera como el humo.

Se removió inquieto hasta acabar de lado volteando hacia mí y suspiró haciendo que si aliento me revolviera algunas hebras de cabello, soltó mi mano y me abrazó con ambos brazos sonriendo. Sonreí en respuesta y le acaricié el cuello con mi nariz provocando que se estremeciera, me gustaba abrir los ojos y verlo dormir a mi lado, me hacía sentir llena de algo ajeno a mí, algo que nunca he tenido. Cuando sus ojos se abrieron, todos somnolientos y encantadores, sentí que mi corazón se detenía. Sus ojos eran como los que toda mujer deseaba que tuvieran sus hijos. El verde en ellos no se encontraba en la paleta de colores.

-Hola-susurré avergonzada por despertarlo.

-Hola-murmuró con la voz ronca por el sueño-¿Llevas despierta mucho tiempo?

-Algo-admití y coloqué mis manos encima de su corazón-Me gusta verte dormir aunque sea extraño.

-¿Sí?-asentí, me sonrió-¿Por qué?

-No sé-miré mis manos ruborizándome-Te ves tan en paz, tan guapo que no pareces real, es como si fueras un dios en la cama de una mortal después de pasarla bien-me besó la coronilla-Me siento tranquila cuando te veo-confesé-Como si fueras mi propia calma, no siento que soy rara o incompleta-lo miré entre las pestañas-Me siento yo cuando te veo dormir. Es como si al fin estuviera en casa.

Henry me sonrió con ternura y tomó mi mentón para hacerme la cabeza hacia atrás y poder besarme pausadamente, haciendo que disfrute cada roce y cada suspiro, llenando a mi corazón de aquello por lo que gritaba.

-Eres tan linda-susurró-Tan romántica aunque te cueste trabajo-pasó una mano por mi brazo-Tan suave, tan frágil-sus dedos delinearon la forma de mis labios-Tan...

-Tuya-susurré mientras lo miraba, sus pupilas se dilataron.

-Sí, nena. Tan mía-le sonreí abiertamente-Creo que necesito irme-susurró con tristeza.

-¿Crees?-pregunté mientras me acercaba más a él.

-Sí, no quiero que llegue tu papá y nos encuentre así, capaz que me prohíbe volver y me corre antes de darme tiempo para vestirme-me reí-Que bonito sonido. Cuando ríes pienso que es el sonido que deberían tener los arcoíris de poseer uno-incliné la cabeza hacia atrás y lo miré entre asombrada de que algo tan hermoso saliera de él y burlesca por ser así-¿Muy cursi para tu gusto? En mi cabeza se oía muy bien-me reí.

-Efectivamente, pero podría acostumbrarme-me besó la mejilla.

-Bueno, acabamos de coger, necesito decir algo tierno para que no te sientas usada-fruncí el ceño.

-Y ahí se fue tu cursilería-me sonrió-Quédate otro rato, papá aún tardará en llegar y posiblemente Clarence esté haciendo lo que nosotros con Jeral-hice cara de asco-¿No siente que es como estar conmigo?-Henry borró su sonrisa.

A mí también me gusta un idiota #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora