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Eran las tres de la mañana cuando me arrastré fuera de la cama con el rostro bañado en lágrimas. Había tenido una pesadilla...bueno, en realidad era un recuerdo; Clarence y yo veíamos la televisión cuando el teléfono de papá sonó, mi hermano y yo lo mirábamos un momento para después regresar la atención al televisor, de seguro era su jefe solicitándolo de último momento...mamá se iba a enojar mucho si llegaba y él no estaba. Estábamos viendo las noticias y antes de que papá nos dijera quien llamaba vimos el auto de mamá volcado en la cuneta y en llamas...segundos después explotó.

Toqué tres veces la puerta de enfrente y luego la abrí. Clarence yacía acostado en su cama de una manera que parecía contorsionista, entré en silencio cerrando la puerta detrás de mí y corrí a su cama destapándolo en el proceso y metiéndome en ella.

-¿Qué diablos...?-masculló.

Me acorruqué en él y suspiré un poco más tranquila, el dolor comenzó a disminuir cuando me abrazó y pude dormir en paz.

No hacía esto desde hace unos meses, lo hice mucho después de que mamá muriera ya que no soportaba estar sola, temía que en el menor descuido Clarence desaparecería y papá no volvería a casa...no quería perderlos, eran mi familia y lo único que me quedaba. Era mi hermanito y mi papi. Mi familia...que ya no estaba completa.

Solté un sollozo y Clarence me abrazó más fuerte.

...

Comencé a revolver la comida con desgana. Pensar mucho en mi mamá me deprimía horrores y el día de ayer la recordé demasiado. Quería tirarme un rato a hundirme en mi tristeza; el psicólogo me decía eso cuando le comentaba en nuestras sesiones que me sentía triste, me decía que cuando eso pasara me encerrara desconectada de todo, escuchara lo que más quería y llorara hasta que ya no pudiera, que me hundiera en la tristeza y si quería gritara, eso aliviaba mucho mi dolor.

Claro está que al menos hoy tenía que ir a clases y no podía hacerlo. Gemí y revolví el cereal intentando ignorar las hojuelas y conseguir los malvaviscos.

-Tal vez deberías faltar hoy-susurró Clarence al mirarme.

-¿Tú crees?-lo miré y sonrió.

-Te traeré las tareas-asentí-¿quieres que le diga a Rouse que venga?

-No-murmuré-tiene una cita con Adam y no quiero arruinársela.

-¿A Estefanía? ¿Raylie? ¿Heima?-sonreí.

Ellas no se aparecerían aunque Clarence se los pidiera, ya se habían acostumbrado en el último año a que necesitaba mí tiempo a solas, que esos momentos eran importantes para mí.

-Estaré bien. Creo que necesito tiempo a solas-tomó mi mano.

-Bien, saldré con Jeral después del colegio-sonreí-Llego a eso de las siete-suspiró-también la extraño, Clarie. Mucho-suspiré mientras mis ojos se llenaban de lágrimas, Clarence se levantó y se inclinó a besarme la frente-deberías de marcarle a papá. Te amo.

-Y yo a ti-susurré.

Después de que mi hermano desapareciera me quedé un rato sentada en la cocina, mirando fijamente la mesa y sin evitarlo mis pensamientos se dirigieron a Ian; sus ojos, la forma en que me miraron actuando como si yo lo hubiese herido a él. Su sonrisa mientras me abrazaba por los pasillos de su escuela...y lo que le dijo a Clarence. Recordé las veces en que mamá me decía que Ian se iba a dar cuenta de lo mucho que lo quería y me iba a dar una oportunidad, claro, eso me lo decía antes de que conociera a Henry.

A mí también me gusta un idiota #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora