Dame amor como a ella...

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Cuando me dirigía hacia el laboratorio de biología distinguí a Ian y a Clarence en los casilleros. Nadie parecía prestarles atención pero por sus caras se veía que no conversaban alegremente del clima. Me acerqué en silencio para poder escucharlos y adivinar si se iban a ir a lo Travis Maddox o a los chicos normales.

-...y no permitiré que la lastimes.

-Mi relación con tu hermana no tiene absolutamente nada que ver con mi relación contigo-gruñó Ian-Ella ya esta grandecita como para saber a quién hablarle y a quién no. Y si me quiere no es tu maldito problema, Clarence, con la que andaría es con ella no contigo.

-Es mi hermana-le gruñó Clarence-Si sabes lo que te conviene, aléjate de ella-y luego añadió en voz más baja que me costó escucharlo-No quiero tener que golpearte para que lo entiendas.

-¿Te has puesto a pensar en ella?-Ian empujó a Clarence provocando que mi hermano bufara-Clarie estuvo llorando por tu culpa-volvió a empujarlo.

Antes de que se fuera a más me interpuse entre los dos con una mano en el pecho de Clarence, ambos me miraron sorprendidos pero esto se salía de lo patético. Vale, me gustaba Ian, mucho, lo suficiente para decir que estaba enamorada pero ambos estaban sobre reaccionando, no es como si Ian me hubiera embarazado ni nada parecido.

-Vete a clase-le gruñí a mi gemelo y luego miré a Ian-No puedo seguir siendo tu amiga-susurré.

Había tomado una decisión, le había estado dando vueltas todo el día. Clarence y papá eran lo único que tenía y no iba a perderlos por un chico, no me lo perdonaría; la relación con mi hermano era para siempre, no quería que se sintiera miserable sólo porque yo lo era y tampoco que estuviera preocupándose constantemente. No había espacio para Ian en mi vida, eso era lo que debí de saber hace mucho. Fin del asunto.

-Clarie...-escucharlo estrujó mi corazón de una manera dolorosa pero tenía qué.

-No, Ian. Siempre dices cosas que me lastiman y eso no es sano para mí-sentí una lágrima deslizarse por mi mejilla, la limpié-Un amigo te cuida siempre, no te hiere.

-Clarie, ayer te dije algo-susurró-algo muy importante para mí y nunca se lo he dicho a alguien que no fuera mi hermana-sentí la mano de Clarence en mi hombro-Y hoy llegas y me dices todo esto, ¿no has pensado en cómo me siento? ¿No has pensado que este dolor no es de amigos?

Sentí como el estómago se me hacía más pesado y la garganta se me cerraba. Sí, dijo esa palabra pero no podía permitirme más ilusiones con él, si lo hacía a este paso quedaría destrozada y me había costado mucho juntar los pedazos después de Henry, era momento de pensar en mí.

Me aparté de Clarence y, frunciendo el ceño, encerré todas mis emociones que sacaría más tarde y enfrenté a Ian. Era momento que mis sentimientos volvieran a ser míos.

-Tú no me quieres-mascullé-Así que deja de molestarme, no me hables más. Ni siquiera pienses en mi nombre, haremos el trabajo de historia de manera profesional-su expresión se endureció.

-Estás siendo realmente patética-gruñó-Dejas que él gane-señaló a mi hermano-Sabes tan bien como yo que no quieres esto-maldita sea.

-Tu ego no tiene límites-gruñí y Clarence volvió a tomarme-¡Que te vayas!-lo empujé-Esto es entre él y yo, bien lo dijiste ayer, querías que me alejara de él-lo miré furiosa-¡Ya ganaste, Clarence! Ahora lárgate-volví mi vista al frente.

Ni siquiera lo miré, no podía. Por dentro sentía una pesadez horrible que me aceleraba el corazón, como si acabaran de arrancarme un importante pedazo de mí, quería irme y esconderme en un rincón por lo que estaba a punto de hacer. Ian tenía razón, no quería esto. Pero lo necesitaba.

A mí también me gusta un idiota #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora