Eso, ¡por puta!

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Jeral, Clarence, Adam, Rouse, Estefanía y yo estábamos viendo al equipo de Henry entrenar en su cancha mientras estábamos recargados en el alambrado, mi chico aún no se daba cuenta de que estaba ahí así que tenía el factor sorpresa de mi parte. Nadie sabía lo que me proponía ya que sólo les dije que quería darle una sorpresa a mi novio pero sólo necesitaba ver a esa maraña de cabello rojo fulana para actuar.

Y sólo me bastó pensarlo cuando apareció al mismo tiempo que el entrenador se iba a su oficina. Perfecto, esto era lo que quería.

Me alejé de mis amigos sin decir nada y caminé decidida. Tal vez estaba siendo un poco impulsiva y si nos cachaba el entrenador me iban a detener por venir a agredir propiedad privada pero estaba harta de ella, quería romperle sus bonitos dientes desde que la encontré con Henry y hoy había llegado a mi límite, se atrevió a llamarme puta y perra. Y si me encerraban por mí bien, al menos ella le habría dado lo que se merece.

Una de sus amigas me vio antes que ella así que me señaló cuando ya estaba cerca. Jessica se dio la vuelta y me miró enarcando las cejas, esas perfectas cejas marrones muy bien delineadas arriba de unos ojos marrones. Toda ella era mierda, ella era una mierda de persona que no se merecía ni siquiera mi atención pero hoy haría una excepción.

-¿Qué?-preguntó chasqueando la lengua mientras se cruzaba de brazos.

Oh no, a mí no me debió de llegar con palabras, me encontraba más allá de eso, las palabras y yo nos habíamos tomado un tiempo, el que me tome tenerla en el piso.

Le sonreí y balanceé mi puño hacia atrás, reaccionó tarde. Le pegué en la mejilla izquierda provocando que trastrabillara hasta que su perfecto y fácil culo tocó el pasto. Las apalabras volvieron a mí, ya la tienes donde querías ya puedes utilizarnos.

-¡Eso es por guarra!-le grité y cuando se reincorporó le solté otro-¡A juego con el primero!

Una tipa intentó pegarme pero le solté un puñetazo antes de que me tocara, si se venían iba a agarrar parejo, su papi posiblemente no estuvo en el ejercito como el mío y jamás le enseñó cómo dar un puñetazo.

Jessica gruñó al tocarse el pómulo y se me abalanzó como una maldita gata endemoniada tirándonos al pasto. No me importó así que me di la vuelta para quedar encima de ella ya que era más grande y pesada como para someterla sin esfuerzo y comencé a soltarle otro puñetazo, tiró de mi coleta y luego me arañó la cara.

-¡Es que no sabes defenderte!-le grité-¡Eso es por Henry!-le solté otro puñetazo.

Chillidos de sus animadoras nos rodeaban y pronto escuché el grito de mi hermano sobre el tumulto y el de los jugadores de futbol que ya estaban agarrando partido. Sentí como me rasguñaba en la comisura del ojo provocando que se me saltaran algunas lágrimas, maldita gata. Tomé un mechón de su cabello y me levanté llevándola conmigo mientras su precioso uniforme se llenaba de pasto.

-Muy puta-le gruñí-Muy fácil fue abrirse de piernas debajo de mi novio, pues bien. ¡Defiéndete!

La sudadera me protegía de los rasguños en los brazos pero el tener el cabello largo esta vez no estuvo a mi favor, la muy perra tomó el final de mi coleta y tiró de ella al mismo tiempo que intentaba quitar mi mano de su cabello. Ambas nos miramos sin soltarnos el cabello, ella llena de sangre y moretones, yo llena de sus rasguños. Esto era demasiado fácil.

-¿Aún no superas que tu novio se acostara conmigo?-preguntó sonriendo-Cariño, eso fue hace un año.

-No, cariño-le sonreí-Esto es por todo.

Le solté otro puñetazo pero este me lo regresó, su agarre en mi coleta se aflojó y aproveché para tirarla al suelo y sentarme arriba de ella aprisionándola con los muslos en su cintura.

A mí también me gusta un idiota #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora