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Lila comía sola.

No se acostumbraba a la idea por más que tratase. Los últimos días siempre había estado rodeada de gente que le preguntaba un montón de cosas y ella respondía gustosa. Las personas la elogiaban y decían que querían ser como ella, y de repente... Estaba sola. No había nadie para ella.

No lo entendía.

No había hecho nada malo.

Sólo había aceptado su destino: convertirse en superheroína y derrotar al cáncer de París, Ladybug. Era algo así como Hitler eliminando a los judíos, sólo que ella sí estaba en lo correcto y era más inteligente e ideal que ese rechoncho hombre de bigote ridículo.

La única persona en todo el instituto que le hablaba era Marinette Dupain-Cheng, y ella lo agradecía infinitamente. Casi sintió lástima de querer quitarla del camino para ganar el corazón de Adrien.

Casi.

Porque Lila veía cosas que nadie más. Lila no estaba loca. Lila no tenía ningún problema. Lila lo notó desde el instante en que los vio, pero no lo quiso asimilar. Y lo confirmó cuando esa voz familiar le susurró en su mente, un viejo amigo dispuesto a ayudarla.

Estaba rodeada de mentirosos. Vivía en una ciudad de mentiras.

Y estaba dispuesta a revelarlas todas.


❇❇❇


Chloé había ido a clase a regañadientes. Un solo día de descanso no le era suficiente, en especial luego del corre-corre detrás de Dupain-Cheng. Sabrina había ido temprano a su habitación pero ella estuvo reacia a salir hasta que su padre la llamó, suplicándole ir a clase; algo así como que ya no podía faltar o harían no sé qué. Así que allí estaba, alisando innecesariamente su falda amarilla, cuando Marinette llegó. La miró de reojo y, con su inmortal cara de molestia, la ignoró.

Ahora todos hablaban de ella. Bueno, siempre hablaban de ella, era una Bourgeois después de todo. Sin embargo, parecía que todos actuaban como si ella hubiese salvado a Marinette de las garras de la muerte cuando eso estaba lejos de la realidad. 

Recordó cómo la había encontrado. Chloé estaba regresando al instituto, saltándose el grupo de búsqueda porque ya estaba demasiado cansada y, además, no le parecía que ser la persona más sensacional del instituto consistiera en preocuparse por alguien, menos por Dupain-Cheng. Pero a lo lejos vio a alguien caminar con cuidado, como si estuviera mareada. A medida que la figura avanzó entendió que era Marinette. Corrió hacia ella y la chica básicamente se desplomó contra ella. Chloé la maldijo, sus tacones no eran precisamente para aguantar tanto peso, gracias. De todos modos terminó guiándola hacia el instituto, donde todos la recibieron aliviados y a Chloé como una heroína.

De hecho, ¿se habría enterado Ladybug de su acto desinteresado? Tal vez ahora podrían acercarse y ser mejores amigas, y Chloé se convertiría en la nueva integrante de su equipo, y...

—¿Chloé? —dijo entonces Marinette, y ella se sobresaltó. Sus fantasías la habían llevado lejos.

—¿Qué quieres, Dupain-Cheng? ¿Al fin me pedirás consejos de moda? —le dijo sin verla.

—No. —aquello pareció molestar a Marinette, pero ella respiró hondo y se plantó frente a Chloé—. No te agradecí apropiadamente haberme ayudado cuando... me fui.

—No tienes que darme las gracias, ya sé que soy fenomenal. —Chloé agitó su coleta.

Marinette parecía cada vez más picada. —De todos modos, gracias. Te he hecho esto.

¿Quién es Chat Noir? [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora