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Adrien quería ir y preguntarle sin más, pero los ojos dorados de Nari estaban sobre él. Ya tenía repulsión hacia la chica. Félix se lo había comentado cuando se enteró de todo. Terminarás odiándola, le dijo, hasta tú, que eres insufriblemente un amor. Nunca había odiado tanto darle la razón a su hermano. Mientras se abotonaba de nuevo el blazer de la nueva colección preppy que había sacado su padre, su boca se torció. Nari masticaba sonoramente su chicle mientras parecía querer fulminarlo.

Marinette estaba a lo lejos, en su lugar de inspiración junto a Bridgette. Marinette dibujaba, Bridgette usaba el celular de Marinette. Adrien lo sabía por la carcasa rosa que llevaba. El fotógrafo los apuraba a Nari y a él, y Adrien no podía evitar mirar a Marinette a lo lejos. Ni siquiera lo disimulaba. Quizá por eso Nari se veía tan molesta.

—¡Ese lugar! —soltó el fotógrafo de sopetón—. Es perfecto.

Señaló donde Marinette y Bridgette estaban sentadas. Adrien tragó saliva ruidosamente mientras miraba hacia otro lado. De no haberlo hecho pudo haber notado a Nari sonriendo de lado.

—Hay unas chicas allí —dijo Adrien—, no sería cortés hacer que se movieran.

—Pero tú las conoces, Adrien, ¿cierto? —dijo Nari—. Puedes ir y pedirles que nos dejen tomar unas fotos. Además, es solo un lugar, pueden sentarse en otro sitio.

Adrien la miró con mala cara.

—Es cierto —dijo el fotógrafo—. ¡Febo! —llamó a su asistente, un chico delgado con el pelo rubio tapándole los ojos—. Ve instalando las luces alrededor de ese lugar.

El chico menudo asintió con frenetismo y fue recogiendo las cosas. Adrien se acercó con pasos temblorosos hacia las chicas. Bridgette fue la primera en notarlo.

—Hola —dijo él, a penas audible.

—Hola —espetó Bridgette, casi con rabia. Marinette sólo cerró su cuaderno de bocetos y lo miró.

Dolía que lo hiciera, porque en su rostro no había expresión alguna. Adrien hasta deseaba que se volviera loca y quisiera matarlo, pero que hiciera algo, lo que sea. Desde que la vio allí sentada el deseo de preguntarle aquello que él tanto quería saber, le estaba quemando la garganta y el pecho.

Marinette, deseaba decir, ¿aún sientes algo por mí? ¿Por Adrien? ¿Quieres a Chat Noir? ¿Eres capaz de saber cuál de nosotros dos es real? ¿Eres capaz de amarnos a ambos aunque seamos diferentes y la misma persona?

—No quiero molestarlas, pero...

—¿Ya les avisaste, Adrien? —escuchó la voz de Nari tras él.

Por algún motivo parecía que Bridgette estaba a punto de ladrarle o algo parecido y justo cuando Marinette se giró a verla, él lo notó: algo dentro de ella se removió, algo que no debía moverse, algo que la lastimaba. Había algo allí que ella se rehusaba decir y que probablemente nunca diría.

—¿Avisarnos qué? —preguntó Bridgette, cruzándose de brazos ante Nari.

—Tomaremos algunas fotos en este lugar y necesitaremos que se marchen —dijo Nari—. Así que shu. —ella ondeó la mano como si estuviera espantando un mosquito.

Adrien juraría que escuchó que Bridgette soltaba un gruñido.

—Disculpen —dijo Febo, acercándose con las luces—. ¿Les han pedido permiso? ¿Dijeron que estaba bien?

—¿Permiso? —resopló Bridgette—. Pues ahora que lo dices...

—Déjalo estar, Brid —le dijo Marinette. Sonaba ronca y débil.

¿Quién es Chat Noir? [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora