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Capítulo final.

Las puertas del Grand Paris estaban abiertas de par en par, esperándolas. Las tres heroínas entraron y, al hacerlo, las puertas se cerraron tras ellas. Dentro estaba frío y poco iluminado. Las flores que antes adornaban el vestíbulo ahora eran de oro y el polvo dorado resplandecía en todas partes.

—Siempre serás una dramática, ¿no es así? —gritó Le Blanc, y su voz hizo eco por todo el lugar.

Entonces nuevos lacayos surgieron y las atacaron. Estos no eran como los otros, no eran civiles aprisionados. Eran polvillo puro que era controlado por Style Queen, quien estaba a una distancia segura, protegida por su poder. Comandaba con su cetro con algo de gracia e ironía, hasta parecía que quería imitar a un director de orquesta. Pero era algo más que eso: esos lacayos eran marionetas, y ella, el titiritero.

—Entréguenme sus miraculous —dijo Style Queen—, y no morirán dolorosamente.

Ladybug, Le Blanc y Rena Rouge la ignoraron, tratando de abrirse paso hacia ella.

—¿Dónde está el gato? —dijo Style Queen, sonando enojada—.¡Él es...! Ugh, no importa. El gato y la mariquita siempre están destinados. Volverá por su Lady. En cambio, el miraculous del zorro... no estaría nada mal, el poder de las ilusiones. Y destruir el miraculous de la sabiduría supondría que el mundo se sumiera en un caos, pero...

—¡¿Destruirlo?! —gimió Rena Rouge, mientras lograba desvanecer a un lacayo de una patada.

—Ah, vaya que eres nueva en esto —le dijo Style Queen—. Espero que no le hayas prometido nada a alguna de estas muchachas, Le Blanc. Aquel que posee el miraculous del saber debe ser muy poderoso, de lo contrario el poder lo consumiría. Yo no correré ese riesgo.

—Claro que no lo harás —le dijo Le Blanc—. Ni siquiera eres capaz de soportar un simple poder como el de la abeja.

Había puesto el dedo en la llaga. Style Queen concentró gran parte de su poder en nuevos lacayos para atacar a Le Blanc, y entonces Ladybug lo tomó como una oportunidad. Se movió lo más rápido que pudo, destruyendo, evadiendo. Había logrado acercarse un buen tramo a Style Queen, tanto, que pronto podría atacarla...

Entonces la melodía sonó. Era hipnotizante. No podías pensar en otra cosa en que no fuese la música. Y se sintió débil, sumamente débil, como si algo le estuviera succionando toda su fuerza.

—Genial, una mano derecha. ¿Por qué los villanos siempre tienen una mano derecha? —se quejó Rena Rouge, haciendo desaparecer a otro lacayo, tratando de llegar hasta Ladybug.

Entonces Ladybug logró mirar al frente y el rostro que le devolvió la mirada la hizo estremecer.

—Ladybug —le sonrió Melody—. No hemos sido presentadas propiamente. Soy Melody. Y no es nada personal, pero si tratas de herir a mi madre... morirás.

—¿Á-Ámber? —logró decir ella.

—¡No! —gritó Le Blanc, haciendo desaparecer a varios lacayos—. ¡Beverly! ¿Cómo pudiste? ¡Es tu hija! ¡Entregarle sin más la flauta cuántica...!

—¡No importa lo que sea necesario! —le gritó Style Queen, guiando con su cetro con frenetismo—. ¡Lo haré sin dudar! El mundo no cambiará, pero yo lo cambiaré. Un mundo mejor para mí y para mis hijas, un mundo donde la maldad no exista... donde los Agreste no existan...

Le Blanc quiso tratar de otra forma. —No seas necia, Audrey —trató de decir con voz tranquila—. ¿Cómo puedes hablar así de tus hijas? Si no existieran los Agreste, no tendrías a Ámber.

¿Quién es Chat Noir? [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora