¿Quién es Chat Noir? [#2]

Epílogo

El festival le parecía maravilloso a Bridgette. Las luces le daban un ambiente cálido a la fría noche, y los murmullos y las risas mejoraron las cosas. Le gustaba mucho. Era como si toda la ciudad se hubiese recuperado de una terrible gripe. Habían casetas con mercancía de Ladybug y Chat Noir, cosa que estaba volviendo locos a todos. Ella no pasó por esas casetas, aunque Luca, a su lado, había comprando una camiseta de Chat Noir. Deambulaban por todo el festival en busca de Henry, pero eso no les impedía disfrutar de lo que sucedía a su alrededor.

—Espero que éste festival no termine como el nuestro —le dijo Luca.

—No lo hará, ya verás —le dijo Bridgette—. Estoy segura de que ya no hay amenazas.

—Pues yo siento que no las hay... por un tiempo. Como han estado las cosas este año... Uff, es bueno que todo sea normal por un rato.

Bridgette iba a lanzarle un discurso sobre cómo las cosas mejorarían, pero se detuvo: Félix Agreste se acercaba a ellos. Tenía un traje puesto y estaba bien peinado, se había cortado el pelo.

—Hola —les dijo—. Jean-Luc, Bridgette.

—¿Qué tal, Agreste? —dijo Luca, poniendo el puño para que Félix lo chocara. Para sorpresa de Bridgette, Félix lo hizo.

—Me preguntaba si me podrías dar unos minutos junto a Bridgette.

—Claro. —Luca se encogió de hombros y siguió caminando por el festival, ignorando la mirada indefensa de Bridgette.

Él se quitó el saco y se lo puso sobre los hombros. Ella abrió la boca para protestar, pero Félix le interrumpió diciendo:

—Te estás congelando. No puedes negarlo.

Así que ella se mantuvo callada y buen rato y lo acompañó por todo el festival. Sólo estaban callados, caminando de aquí para allá. Entonces ella al fin le soltó lo que había visto en la ciudad y él la miró confundida.

—¿De qué estás hablando?

—La chica con la que...

—No la conozco, Bridgette.

—¡Te vi...!

—Estaba siendo perseguida por un hombre, así que la acompañé hasta donde debía llegar. Luego me explicó que era su ex novio. Le insté a que fuera a la policía luego. No fue nada. En realidad, es cierto, no la conozco.

Y ella comenzó a llorar porque se estuvo siendo mal por nada. Y él besó sus ojos sin importar que estuvieran llenos de lágrimas. Le tendió la mano mientras siguieron caminando y ella la aceptó, y lo cierto es que no hablaron mucho. Él le pedía a ella que opinara acerca de lo que veían a su alrededor, las decoraciones, los árboles, la gente... y ella le decía unas metáforas hermosas, que hubiesen derretido a cualquiera que realmente estuviera escuchando. Bridgette se encontró más de una vez preguntándose si estaba soñando. No se había disculpado y él tampoco, pero ahí estaba él, comportándose como si nada de eso importara. Ella quiso creer lo mismo y dejarse llevar.

Sin embargo, había algo que molestaba a Bridgette. Félix estaba allí, siendo atenta con ella; pero lo sentía sumamente distante. Como si algo anduviera mal y él no quisiera decirle.

—¿Estás bien? —preguntó ella—. ¿Dónde vas? Nadie viene en traje a un festival...

—Si te dijera luego tendría que matarte —sonrió él.

A ella no le hizo gracia. —Félix...

—Oh, helado. ¿Te gusta el helado? —dijo él, señalando el puesto.

—Pues... sí, pero...

Así que él le compró un helado.

Ella lo aceptó a regañadientes y siguieron caminando. Bridgette sentía el estómago revuelto y no eran las dichosas mariposas, sino la sensación de que algo, efectivamente, estaba mal.