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Al momento en que Alya llegó cerca de ellas, Chloé soltó a Marinette y se la tendió a ella. Ella observó cómo su mejor amiga la tomaba y cargaba con el peso de la azabache. El rostro de Alya expresaba preocupación o gratitud, pero no le dijo nada a Chloé, sólo asaltó a Marinette con cientos de preguntas de dónde rayos se había metido. 

—Gracias, Chloé —escuchó que le decía Marinette.

Chloé soltó un bufido y comenzó a tratar de arreglarse el pelo, deseosa de llegar a su habitación y quitarse los tacones.

Recordó cómo había salido con los demás a buscar a Marinette, diciéndole a Sabrina "ellos no sabrán encontrar a la inútil de Dupain-Cheng", pero en el fondo ella estaba preocupada. Más por Adrien que por Marinette. Puede que Chloé todavía estuviera resentida con ella, pero Adrien la quería, era algo que saltaba a plena vista, y si Adrien la quería... Bueno, Chloé haría lo que fuera para hacerlo feliz. 

Había dado vueltas alrededor del instituto porque era lo suficientemente orgullosa como para admitir que tenía miedo de perderse. La mayoría de los grupos se encontraban muy lejos y ella estaba apunto de regresar al instituto cuando vio a Marinette acercándose. Estaba temblando y caminaba con dificultad, posiblemente era debido a que los tacones la mataban al igual que a Chloé. Chloé miró alrededor, esperando que alguien la viera, pero estaban solas. Así que se acercó a Marinette, dispuesta a decirle sus tres verdades, pero en cuanto Chloé se acercó Marinette se tambaleó hacia un lado. Chloé fue lo suficientemente rápida para agarrarla y, luego de ahí, no tuvo otra opción que llevarla al instituto.

Adrien corrió hacia Marinette y la abrazó de golpe, ocasionando que ella soltara un jadeo, quejándose. Ahí fue cuando Chloé aprovechó para irse. 

—¿Adrien? —preguntó Marinette. 

—Nunca vuelvas a irte así —escuchó que decía él. Se separó de ella y ubicó sus manos en el rostro de ella—. ¿Estás bien?

—S-sí.

Los ojos de Marinette estaban brillantes y su rostro muy caliente. Adrien comenzó a pensar que quizás tendría fiebre, cuando se fijó en los labios de ella. Sonrojados y ligeramente agrietados, como diciéndole lo necesitada que estaba de ser besada. Adrien quería hacerlo, de verdad que sí, pero... No podía. Félix la había jodido. Si él la besaba corría el riesgo de que ella pensara que él era como su hermano y tampoco quería ser abofeteado, ¿quién querría?

—¿Me ayudas a llevarla a su habitación? —le preguntó Alya.

—Claro —dijo Adrien, tomando a Marinette por el otro costado.

Él no dejó de pensar en sus labios, esos malditos labios, ¡lo estaban atormentando! Y cuando lograron subir a la habitación y ayudó a recostar a Marinette, sólo entonces notó lo débil que debía estar como para permitir que la hubiesen llevado. Marinette era muy terca.

—Tranquila, amiga, te pondrás bien —le decía Alya.

Ella le deshizo el moño enmarañado y la recostó de lado.

—¿Dónde está? —le preguntó Alya.

—En el cuello —murmuró Marinette suficientemente audible para que Adrien escuchara.

Él pensó que se refería al collar que ella llevaba pero Alya no se lo quitó, el pequeño corazón de oro que le colgaba seguía en su sitio, aunque cuando Alya se levantó tenía algo escondido en las manos. ¿Estaba sucediendo algo extraño o solo estaba siendo paranoico?

Alya salió de la habitación unos instantes. Marinette tosió y Adrien se acercó a los pies de la cama alarmado, cuando se fijó en algo: la falda del vestido de Marinette se levantaba, dejando ver la reveladora ropa interior de la muchacha.

¿Quién es Chat Noir? [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora