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Ellas no tenían tiempo para andar en las calles, pronto se transformarían y no podían quedar en evidencia, menos ante lo que se enfrentaban. Sin embargo, Le Blanc creyó encontrar una pista y la andaban siguiendo. No le había dicho a Ladybug cuál, pero allí estaba ella, siguiéndola sin rechistar. Ladybug confiaba plenamente en Fu y si él le dijo que Le Blanc era necesaria, pues ella se lo creía.

Estaban débiles, debían recargarse, tanto sus kwamis como ellas, pero parecían haberlo olvidado de momento.

Entonces ocurrió.

Unas cuchillas blancas y negras volaron hacia ellas. Le Blanc las esquivó con rapidez y evitó que cortaran a Ladybug por mitad. Ladybug pareció examinar las cuchillas en cámara lenta mientras éstas impactaron contra el edificio más cercano.

No —murmuró ella—. Evillustrador.

O algo así. Ya no lucía como ella lo recordaba. Se veía más... poderoso, si es que puede decirse. Iba acompañado y Ladybug la reconoció de inmediato. Ella lucía igual. Tenía una sonrisa maliciosa en la cara que hubiera hecho correr a cualquiera, pero en ese momento Ladybug entró en pánico y se quedó allí, estática, tratando de buscar una respuesta a lo que sucedía.

—Es... —comenzó a decir Le Blanc.

—Volpina —terminó Ladybug.

—Hola —respondió Volpina, mirando despiadadamente a Ladybug—, mejor amiga.

Como indicando que hacer, los miraculous de ambas heroínas tintinearon. Ladybug miró a Le Blanc horrorizada mientras Evillustrador y Volpina se disponían a atacar. Evillustrador hizo aparecer dos misiles y Volpina creó varias ilusiones de ella misma.

—No tenemos tiempo para luchar —le dijo Le Blanc a Ladybug—. Cúbrete los oídos y cierra los ojos.

Ladybug le hizo caso. Le Blanc miró con rencor a ambos akumas y Evillustrador se tambaleó, como si la mirada de ella pudiera ejercer algún poder sobre él, pero recobró la compostura cuando Volpina le dio la mano. Ladybug observó consternada, pero luego volvió a cerrar los ojos como Le Blanc le ordenó.

Le Blanc la sostuvo. Ladybug sintió presión en sus tímpanos, una ráfaga de viento impactando contra su cara y de repente... se golpeó contra el duro suelo. Estaba rodando y podía oler hierba y tierra. Abrió los ojos lentamente y escuchó la voz de Tikki.

—¿Estás bien, Marinette?

Marinette miró alrededor. Estaban en el Luco(1). Su ropa estaba algo sucia, tenía grama en el pelo y Tikki revoloteaba frente a ella. Su vista estaba algo borrosa pero al tratar de ver más allá de los árboles estaba segura que podía ver el palacio de Luxemburgo. Luego trató de procesar todo otra vez.

—¿Le Blanc? —dijo ella.

Escuchó quejidos de detrás de un árbol. Se apresuró tambaleante.

—¡No! —gruñó Le Blanc—. Quédate en donde estás.

—Pero...

—Si conoces mi identidad estarás en peligro —dijo ella—. Y no en peligro como usualmente estarían tus seres queridos de saber que eres Ladybug. Es peor.

A Marinette le pareció que ella era más elocuente siendo Le Blanc, pero había algo en su voz que le hacía hacer exactamente lo que ella le dijera. Era como escuchar a ese abuelo con el que no convives mucho, pero cuando él habla no puedes evitar hacer lo que él te pida y su voz de influye respeto... y miedo.

Marinette se sentó dándole la espalda, al otro lado del árbol. Entonces una pequeña kwami apareció. Era coqueta, pensó Marinette. Era blanca y de ojos azules y brillantes, y tenía unas diminutas alas tras de sí.

¿Quién es Chat Noir? [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora