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Félix miró a Adrien por unos segundos eternos, hasta que por fin se atrevió a hablar:

—¿Por qué crees que puede ser Marinette?

—La escuché hablando con Alya —admitió Adrien—. Dijo que todo lo ocurrido con Lila era su culpa, pero eso no puede ser, porque la responsable de que ella fuese akumatizada es Ladybug, así que lugo pensé que... que quizás Marinette...

—No —dijo Félix—. No es ella.

Adrien se vio decepcionado, pero Félix simplemente no podía decirle que había tenido razón. Había jodido a Marinette, mucho, al menos se lo debía. Él sabía que Ladybug no quería que Chat Noir descubriera su identidad, y prefirió que las cosas permanecieran así hasta que ella se animara a contarle. Además, era su forma de cobrarle a Adrien lo del puñetazo.

—Oh —dijo Adrien, sin ver a su hermano. Se notaba su pesadumbre al hablar. 

—¿Querías que fuera ella?

—Sí —admitió Adrien—. Supongo que así las cosas serían más fáciles.

—¿Qué cosas? —preguntó Félix, y Adrien lo miró a los ojos.

No fue necesario que dijera nada, tan solo verlo, Félix entendió. Sería más fácil justificar que estaba enamorado de dos chicas si resultaba que las dos fueran una sola. 

—Si tanto la quieres, deberías decírselo —le dijo Félix, muy a su pesar. Puede que supiera que Marinette no era para él, pero seguía molesto por muchas cosas con su hermano. Ahora entendía por qué le molestaba tanto los movimientos que hacía Adrien con Marinette. No era porque estuviera logrando algo, sino porque no estaba logrando nada.

—No creo ganar nada —confesó Adrien—. A veces no puedo evitar que no soy lo suficiente bueno para ella. Además, vino al baile contigo después de todo. Como fuiste al primero que vio ese día en el cumpleaños de Chloé, tal vez... —Adrien no pudo terminar de explicar la oscura idea que se arremolinaba en su mente.

—¿Conmigo? Aceptó mi invitación porque se enteró de que invitaste a Bondage-ois. —Félix se veía confundido y molesto.

—Chloé fue la que me invitó a mí. —Adrien frunció el ceño.

—Bueno, eso sí que es patético...

—¡No cambies el tema! Kim dijo que Marinette había sido invitada y había aceptado.

—¡Marinette no quiso ir conmigo hasta que se enteró de que irías con Chloé! ¡Tú la empujaste a mis brazos, maldito estúpido!

—¿Qué? —murmuró Adrien—. Pero Kim...

—¡Kim mintió! —le gritó Félix—. ¿No lo entiendes? El universo no se ha puesto en tu contra, tú eres tu peor enemigo.

Adrien tomó asiento, la cabeza dándole vueltas.

—Todo este tiempo he tenido el miedo, ese irrelevante miedo a que la notes, a ella, a Marinette, que puedas ver a través de la niebla y seas consciente de sus sentimientos. Asustado de que ella se fijase en ti y me hiciera de lado, ¡y todo fue para nada! Ella sólo es capaz de verte a ti, y nadie se fijaría nunca en mí.

—¿Qué quieres decir? —le dijo Adrien, bien bajito.

—¡¿Que qué quiero decir?! —gritó Félix—. ¡Marinette, está, enamorada, de, ti, grandísimo, idiota!

Adrien pensaba que era así, y había una gran parte de él que se alegraba de eso. Sin embargo, existía de todas formas la pequeña, fría y putrefacta parte de él que ya no confiaba en su hermano, que no quería confiar en nadie porque nadie parecía de fiar; esa pequeña parte que, aún dada la situación, le susurraba que era demasiado bueno para ser verdad, para que pudiera pasarle.

¿Quién es Chat Noir? [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora