Camille Holbein

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-¡La feria está aquí! -la pequeña Skylar entró en la casa corriendo, siendo seguida por mi padre. Fruncí el ceño dejando el libro que estaba leyendo encima del sofá.

-¿Ya la han montado? Ni siquiera hemos ido a la reunión para saber los encargados.

-Eso es cierto, quiero ver las caras de los Riverwood cuando vean quién es el encargado. -Nick sonrió orgulloso y mi padre hizo lo mismo.

-No la han montado todavía, hemos ido a comprar herramientas para arreglar el baño y Sky ha visto el póster en el tablón de anuncios del club. -habló mi padre.

-Ah, entiendo, así que ¿no se ha hecho la reunión todavía? -mi padre negó. -¿Y cuándo es?

-En media hora -apareció mi madre de la nada. -¡Así que quiero a todo el mundo aquí abajo en cinco minutos!

Se escuchó alboroto en la segunda planta y Nick salió corriendo en dirección a su cuarto.

Todos los años, mi pueblo y el de al lado recaudan dinero para montar una feria en un descampado que hay en el camino entre los dos pueblos. Se montan puestos y atracciones y cada club tiene que elegir a dos encargados para que supervisen que el trabajo se está haciendo bien, que hay seguridad y cosas como esas.
Mi padre ha sido uno de esos encargados durante tres años consecutivos y sinceramente, espero que este sea el cuarto.

Un estruendo se escucha en la planta superior y yo salgo de mis pensamientos para correr al pie de las escaleras.

-¿Que mierda ha sido eso? -Pregunté en un grito.

-Se me ha caído la camiseta al suelo. -Nick respondió con otro grito.

-Ese golpe ha sonado más fuerte que una simple camiseta. -volví a gritar.

-Eso es porque yo estaba dentro de ella. -rodé los ojos y escuché unas cuantas carcajadas por parte de mis hermanos.

Me dirigí a la cocina porque, aunque yo ya estaba preparada para salir de casa, no había desayunado. Abrí la despensa y vi un paquete de galletas, cuando estiré la mano para cogerlo, alguien me cerró la puerta en las narices. Fruncí el ceño y me giré para ver a mi madre.

-Nada de galletas, ya tomaras algo en el club. -no entiendo las ganas que tiene de llegar cuanto antes al club. Iba a replicar pero ella puso su mano frente a mi cara -no es no, además tenemos que llegar rápido al club para demostrarle a esa zorra quien manda.

Así que era por eso.

Camille Holbein, la pesadilla de mi madre. Las votaciones para los encargados en mi pueblo se hacen democráticamente, en el otro pueblo solo se hace democráticamente la votación de uno de los encargados, el otro, siempre es Camille, una mujer forrada de dinero por haber estado casada tres veces, esas tres veces con hombres con bastante dinero. Ella simplemente paga para que le dejen ser la encargada. Pero el problema, no es ese, el problema vino cuando hace tres años mi padre se convirtió en encargado y Camille automáticamente puso su vista encima de él, su nueva presa.

Estuvo dos años intentando que mis padres se separasen y mi padre se fuera con ella, claro que la bruja no contó con los doce niños dispuestos a machacarla para que se alejara de su familia. El año pasado le hicimos miles de bromas, fue difícil pero al final conseguimos que huyera en su caro coche a mitad de la construcción de la feria. No la volvimos a ver en lo que quedaba de verano. Aunque es más que obvio que este año va a volver a las andadas.

Vuelvo a la realidad al notar como mis pies ya no tocan el suelo. Frunzo el ceño al ver un trasero y una espalda frente a mi.

-No te podrás quejar hermana, tienes buenas vistas -sonrío al escuchar la voz de Alec.

Guerra de FamiliasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora