La inauguración.

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-No. -negué y me crucé de brazos.

-Sí. -ella afirmó repitiendo mi acción.

-He dicho que no. -fruncí el ceño.

-Y yo he dicho que sí. -ella volvió a imitarme.

-No pienso llevar un vestido a un parque de atracciones. -dije obvia. -Es la idea más estúpida que has podido tener.

-Primero que nada, yo no tengo ideas estúpidas, es tu culpa por no llegar a mi nivel de conocimientos y entenderlas. -rodé los ojos y me senté en la cama, sabiendo que esta discusión iba para largo. -Segundo, vamos a una inauguración de una feria, donde nuestro padre juega un papel importante. Hay que estar presentables.

-No voy a ponerme un vestido. -dictaminé convencida.

-¿Porqué? -Becky casi gritó la pregunta exasperada. Llevábamos así quince minutos.
Hoy era viernes, día de la inauguración de la feria y mi queridísima hermana mayor me había escuchado decir que no tenía ni idea de que ponerme. Con esa frase empezó mi mayor pesadilla. Becky lleva toda su vida intentando darme una imagen más femenina, pero no es mi culpa que los pantalones sean mil veces más cómodos que unas cortas falsas o unos ajustados vestidos.

-Te puedo dar una larga lista. Primero, no me gustan, segundo, son incómodos, tercero, tengo que estar todo el rato controlando que nadie vea mi ropa interior. -enumeré con los dedos según iba explicando, la miré y sonreí sarcásticamente. -Cuarto y repito, vamos a un parque de atracciones, te recuerdo que a mí me gustan todas las atracciones, incluidas las que te ponen boca abajo. ¿Quieres que siga?

Ella soltó un sonido muy parecido al gruñido de un perro y colocó sus brazos en jarras. -Pero antes de poder probar las atracciones, está la fiesta. Además Aiden estará allí. -ella de verdad soñaba si pensaba que eso iba a funcionar.

-Becky cariño. Aiden me ha visto en época de exámenes. -levanté una ceja con suficiencia. -Lo que quiere decir que me ha visto con unos pantalones de chandal de Nick, una camiseta desgastada de Batman, el pelo como un nido de pájaros, ojeras y mis gafas para descansar la vista. -me reí internamente recordando eso. La época de exámenes era la peor. -Bien puedo llevar un saco de patatas puesto a la fiesta y él seguirá siendo mi novio.

-¿Lo acabas de llamar novio? -cambio de tema en cuanto escuchó esa palabra. -¿El sabe que lo has llamado así?

-Sí, se lo dije el otro día. -me encogí de hombros. Ya me había hecho a la idea. Mi hermana soltó un pequeño grito y vi como sus ojos se empañaban. -¿Vas a llorar? ¿Porque vas a llorar? -no me gustaba cuando la gente lloraba de la nada y sin una razón con peso, era incómodo.

-He esperado toda mi vida por esto. -mi cara reflejaba extrañeza en estado puro. No sabía que estaba pasando. Ella corrió y se tiró encima mío en la cama, abrazándome con demasiada fuerza y entusiasmo. -¡Está es la prueba oficial de que tienes sentimientos! -puse los ojos en blanco, pero luego solté una pequeña risa.

-¿Pensáis ir a la fiesta en pijama? -una voz habló en la puerta y las dos nos separamos mirando en esa dirección. Jacob estaba ahí, apoyado las manos por encima de su cabeza en el marco de la puerta.

-¿Piensas sacar la cabeza del culo y dejar de ignorarnos a todos? -hablé incriminándolo con mis palabras. El entrecerró los ojos en mi dirección.

-Touché. -casi susurró, con voz lenta. -Daros prisa, salimos en media hora.

El se fue y rodé los ojos. Si seguía comportándose así y seguía llevando 24/7 una cara de oler mierda, al final le pegaría en sus partes nobles para que cambiara la expresión. -Y se supone que el es el maduro y responsable. El próximo cabeza de familia. Si claro. -Becky siguió murmurando cosas sin sentido, fulminando con sus ojos a la puerta, donde ya no había nadie. Yo me levanté.

Guerra de FamiliasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora