Capítulo 6

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Vaya...creía que sería, no sé, más espectacular.

— ¿Qué te esperabas, un cuartel?

— No pero... ¿me vais a entrenar aquí?

Es una casa con el mismo diseño que la Cueva, pero al otro lado del país, claro está. No sé exactamente dónde está, he supuesto que bastante lejos porque el viaje en avión ha sido interminable, que se lo digan a mi sangre falta de nicotina. Apenas he empezado y ya estoy harta de tanto secretismo. Me recogieron en mi casa al día siguiente al amanecer y me han metido directamente en un avión. Les he dicho a mis padres que me han aceptado en un internado con un programa de reinserción, para que fuera más creíble, al que había mandado la solicitud hacía tiempo, y debía incorporarme cuanto antes para ir acostumbrándome. Sinceramente, si fuera ellos yo no me lo creería, no obstante, terminé de hablarlo con John y se encargarán del papeleo para hacerles creer que digo la verdad. Son el FBI, si alguien es capaz de hacerlo, son ellos. Espero.

Y con respeto The Wolves...hablé con Hood nada más terminar con John para confirmar que había aceptado el trabajo que le comenté y tenía que entrar cuanto antes, así que he decidido empezar ya, especialmente con la discusión que tuve. No me vendrá nada mal alejarme un tiempo, eso es cierto, pero les voy a echar de menos. A todos.

Al menos tengo la casa para distraerme. Aunque es bastante modesta, tiene la distribución parecida a lo que estoy acostumbrada, con la diferencia que el sótano, en vez de estar o lleno de ratas o trastos mohosos, está perfectamente acondicionado como un gimnasio bien equipado: cinta de correr, máquinas de fuerza y musculación que no tengo ni idea de cómo usar, y un saco de boxeo. Creo que ese sí que lo voy a usar.

Abajo, la sala de estar se funde con el comedor, separado de la cocina por un semi-muro. Todo en colores neutros, fríos. No llega a ser acogedora, no obstante, tampoco está nada mal comparada con lo que tenía en mente. Puede que me imaginara un cuartel o algo parecido. La planta de arriba tiene un par de dormitorios amueblados, otra habitación como un estudio con pizarra, y otra más cerrada con llave.

Me quedo observándola me quedo observándola hasta que alguien me agarra del cuello y siento el cañón de una pistola en la espalda.

— No te muevas —su voz es ronca y claramente forzada. Sin dudarlo me doy la vuelta y en unos segundos el hombre de la pistola se duele del costado por el codazo y con mi navaja pegada a su cuello.

— Lo mismo digo —alza las manos y se mete la pistola en el pantalón.

Me mira analizándome, al igual que yo a él. John. ¿Qué hace él aquí? Ha sido otro policía quien me ha acompañado, uno menos amistoso, si cabe, y con menos ganas de charla. Ni siquiera me ha hablado para más que darme órdenes; lo único bueno es que me ha dejado campar a mis anchas por la casa.

Una mujer rubia, seguramente teñida, se nos acerca dando algunas palmadas.

— Muy bien. Creo que tengo con qué trabajar —añade el hombre.

Sin el traje y ahora más tranquila puedo observarle con otros ojos: pelo negro, corto y ojos casi negros. Está algo musculado y deja claro que sabe defenderse cuando me retuerce la muñeca para quitarme la navaja.

— Alice —me distrae el agente que me ha traído—. Estos son Frank y Anne. Tus padres —asienten con la cabeza antes de mirarme.

— Pensaba que eras John.

— Hasta que aceptaras no...

— Podías decirme nada, ya me estoy acostumbrando.

— Siento lo de antes —se disculpa—, quería comprobar si sabías defenderte. Teniendo en cuenta cómo tienes la cara.

Sin NombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora