Capítulo 32

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Me despierto cuando la luz del sol inunda la habitación y maldigo internamente por no haber cerrado las cortinas antes; aunque tampoco es que estuviera pensando en nada de eso cuando llegamos. Levanto la vista para verle con una expresión totalmente tranquila, relajada, mientras duerme, apretándome contra él aún en sueños. Le beso el pecho antes de incorporarme con cuidado de no despertarle y, antes de ir al pequeño salón, subo la sábana para que no coja frío; menos mal que tiene el sueño profundo. Después de encargar un buen desayuno al servicio de habitaciones, recojo la ropa tirada por el suelo y la coloco en un banco que hay a los pies de la cama después de cerrar las cortinas para que haya un poco más de oscuridad y no le moleste. Completo las tareas con calma, sin pensar en nada. Todavía me queda un poco de tiempo, que sé que es ínfimo, pero no estoy dispuesta a desaprovecharlo con cualquier cosa que no seamos nosotros y este momento. Abro el grifo de la ducha para que llegue el agua caliente y recibo al botones con el carrito vestida sólo con el jersey de Alex. Ni siquiera me dirige una mirada, y no sé si sentirme aliviada, apenada por que esté tan acostumbrado a ver este tipo de escenas, o dolida porque no se ha parado a mirarme dos veces. Venga ya, soy guapa, y esto me queda muy sugerente, me merecía algo más que el trato estándar.

En seguida paso al baño, aprovechando que se está empezando a despertar. No he tenido pesadillas, de hecho hacía tiempo que no dormía tan bien, y no sé si es por el cansancio de anoche o porque él me ayuda a tranquilizarme incluso en sueños.

Me miro en el espejo y no veo nada distinto, a excepción de que las ojeras han desaparecido y tengo el poco maquillaje hecho un desastre, puesto que anoche no me lo quité, como es obvio. Estaba algo ocupada como para andar pensando en ello. He oído que después de hacer el amor por primera vez eras una persona diferente, que se ve el mundo de otra manera...y no puedo estar más en desacuerdo. No me siento distinta, no como persona al menos —sé que es un paso importante en la relación—. Sí, es cierto que estoy algo dolorida, pero es lógico teniendo en cuenta que todavía sigo sin estar al cien por cien. No me veo especial, no me veo desconocida...sigo como siempre. El mismo pelo rubio y alisado de ayer, los mismos ojos azul verdoso, el mismo lunar en la base del cuello, la misma cicatriz del hombro izquierdo... No voy a decir que estoy perfectamente, porque no lo estoy, tengo más dudas que nunca, me siento culpable, y no puedo hacer nada para remediarlo, porque he sido yo quien se ha metido en todo esto.

Levanto el jersey lo suficiente para ver alguna magulladura en los muslos y, en la parte interna, una sombra roja inconfundible. Lo bajo y me remango, incapaz de mirarlo de nuevo —lo haría demasiado real— y dejando al descubierto en el brazo derecho la mano de aquel hombre que...respiro profundo para retener la sensación de culpa, las náuseas, el horror... junto a alguna lágrima al recordar el momento. No es algo que se vaya de un momento a otro, unos días de tranquilidad y una noche con Alex no van a borrarlo, por mucho que me gustaría.

Bonjour, mon ange —me abraza por detrás—. ¿Qué tal has dormido?

— Bien —me seco como puedo la cara—. ¿Y tú?

— ¿Estás bien? —me gira por los hombros doloridos. Asiento y miro al suelo— No lo estás.

— Sí, tranquilo. El desayuno está en la sala, yo voy después de ducharme.

Empieza a besarme, primero con calma y más adelante se anima y no puede, o podemos, parar. La familiar sensación de su boca contra la mía hace que se vaya todo de mi cabeza, sienta su calor a mi lado y sé que no me va a dejar caer, es todo lo que necesito en este mundo. Sus ojos clavados en los míos y su sabor en mi boca. Simple.

Posa sus manos en mi cintura y comienza a agarrar el jersey, subiéndolo poco a poco.

— ¿Nos duchamos juntos? —sugiere aún con su boca pegada a la mía.

Sin NombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora