Capítulo 4

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Resulta que me he quedado dormida sobre el ordenador. Perfecto. Ahora tengo las marcas de las teclas en la cara y a saber cuánto me durarán. Y no me puse hielo, por lo que a demás, duele. Al menos me despierto temprano y todavía puedo decir que voy al instituto, aunque todo lo que haga sea sentarme en el parque.

Cojo hielo antes de salir y el paquete de tabaco del jardín, ignorando los mensajes de Jess. Seguro que PJ ya les ha contado al resto que me han expulsado y, como él está suspendido, querrá pasar el tiempo libre conmigo, no obstante, yo no tengo ganas de ver a nadie, ni siquiera a él. La única forma de despejarme y estar tranquila es sin teléfono, así que con gusto lo dejo en mi encimera, siempre he querido hacerlo, en verdad, pero nunca me he atrevido por si algo importante pasaba o me necesitaban para algo, no obstante, hoy me da igual.

Me dedico a pasear por la zona, parándome en los murales que hemos hecho a lo largo del tiempo: algunos son dibujos de lobos, otros simples firmas, pero todos me parecen perfectos. De muchos me acuerdo del momento de hacerlos, haciendo carreras a ver quién lo terminaba antes, el que mejor dibujaba... PJ siempre se quedaba fuera de esto, él no suele pintar en la calle, prefiere la habitación de la Cueva, pero cuando lo hace, se empeña tanto en el dibujo que puede tardar incluso semanas. Es muy perfeccionista con su arte, y no puedo decir que no me encante, es una de las cosas que más me gustan de él. Me pregunto qué estará haciendo. Es probable que me busque, y más si no contesto al teléfono. No me ha visto desde que se fue a ver al camello ayer y no ha oído nada de mí, lo que para nosotros es una eternidad. Si no hiciera preguntas, si se limitara a estar conmigo sin regañarme, sería una compañía más que deseada, pero como no es el caso, no tengo más remedio que buscarme un sitio en el que estar y que sé que no me va a buscar. Encuentro un parque infantil que quizá no sea el mejor lugar para fumar un cigarro normal, y mucho menos uno que acabo de liar con algo más que tabaco, pero es cómodo, está a la sombra y nadie puede reconocerme; agradezco que PJ me dejara la gorra ayer. Seguro que esta sensación durará sólo los primeros días, hasta que me acostumbre. Si se mira desde un punto de vista distinto, no es tan malo: tengo vacaciones anticipadas, puedo conseguir un trabajo ahora que los jóvenes siguen en el instituto y yo estoy libre, puedo aprender cualquier cosa nueva por mi cuenta sin ningún tipo de presión exterior, podría hacer todas esas cosas que siempre he querido pero que nunca he tenido tiempo. Podría pasarme el día entre museos, si hay algo en Nueva York es cultura. Puedo pasearme por Central Park cuando no haya nadie.

Ya pensaré qué haré el curso que viene, puede que encuentre un trabajo fijo desde el que ir ascendiendo, no se sabe, a fin de cuentas este país está lleno de universitarios en paro, ¿por qué no iba a encontrar yo trabajo, si me da igual lo que me manden hacer? No es que me hayan hecho un favor, pero tampoco es el fin del mundo, siempre podría empeorar. Así que, con ánimos algo renovados me dirijo al instituto, si me doy prisa llegaré a la hora del recreo y podré estar con todos. Cuando llego, no me dan el recibimiento que esperaba: están serios, y aunque me preguntan dónde me he metido y si estoy bien, sé que están enfadados. No les ha debido sentar bien que no les dejara ir a por Jonathan, o que me fuera sin dar explicaciones, o que no estuviera localizable, o que no les contara lo que pasó ayer. Vale, mirado así, están en su derecho. Hood es el primero en acercarse a darme un abrazo con Emma y Jess, mientras que PJ se entretiene hablando con Andy, igual de serio que el resto.

¾ Chicos, ¿puedo decir una cosa? —llamo su atención.

Con un gesto tan simple, parecen obedecer. A fin de cuentas no dejo de ser uno de los miembros más importantes. Abro y cierro los puños, intentando buscar la manera de contárselo hasta que me decido por la más sencilla. Decirlo de golpe, sin rodeos.

Les explico lo que pasó lo mejor que recuerdo, les intento calmar diciendo que estoy pensando un plan para hacérselo pagar a mis agresores y les pido perdón por no decirlo antes. Algo tan simple y tan complicado a la vez. Bueno, lo importante es que está dicho. Nada más terminar, nos fundimos en una especie de abrazo grupal, algo extraño porque no pasaba desde que mandaron al hospital a Bat unos de una banda rival. Es un chico escuálido a pesar de sacarme tres años, y desde entonces, no ha vuelto a ser el mismo. Le recuerdo bastante activo, divertido y siempre gastando bromas, y el día que le acorralaron cambió su vida, y de algún modo la nuestra. Nos tomamos más en serio lo de protegernos entre nosotros, de mirar por el barrio, porque no queríamos que volviera a pasar lo mismo. Él siempre se queda lejos de las peleas, siempre nos espera en la Cueva para ayudar a curarnos, o conduce el coche para que podamos huir. Es muy buen conductor, es quien me ha enseñado y gracias a él he aprendido ciertas técnicas no del todo legales, pero más que efectivas.

Sin NombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora