Capitulo 9

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Allana

-¿No tienes hambre, piccola?-Me preguntó mi madre mientras empujaba con mi tenedor un camarón de un lado a otro en el plato.

Levanté la mirada del plato de pasta con camarones a medio terminar para fijar mis ojos en los de mi madre, sus ojos grises me observaban preocupados. Oh, mi hermosa y dulce madre, ¿por qué amaba tanto esconderme las cosas?

-¿A dónde fuiste hoy en la mañana?-Pregunté mientras dejaba mi tenedor a un lado.

Mi mamá parpadeó y sus ojos pasaron de preocupados a tormentosos. 

-Sólo fui a comprar los camarones para el almuerzo.

-¿Y tardaste dos horas en comprarlos?

-Me distraje por ahí, Allana, ¿se puede saber por qué de pronto estás tan controladora?

-No estoy siendo controladora, es sólo que estoy cansada de que nunca me digas que es lo que haces.

-Soy tu madre por si se te olvida, Allana, no tengo porque darte una lista de las cosas que hago en el día.

-Sólo estaba haciendo una pregunta, madre-Dije de mal humor antes de tomar mi tenedor una vez más e introducir con brusquedad un camarón en mi boca.

Escuché como mi madre soltaba un suspiro antes de dejar su tenedor sobre su pasta prácticamente terminada y masajear el puente de su nariz, la estudié detenidamente, cuando estaba molesta o cansada eran los únicos momento donde realmente lucía como una mujer de más de treinta...esta vez no sabía si estaba molesta, cansada o las dos cosas.

-¿Qué está mal, Allana?-Preguntó, y podría jurar que escuché un "esta vez" al final de la frase.

Esta vez quien suspiró fui yo, está bien, puede que estuviese haciendo una pequeña escena, ¡pero no podían decir que era injustficada!

-Nada, mamá, creo que sólo necesito tomar un poco de aire.

Ella hizo una de esas muecas que hacía cuando quería decir algo pero luego consideraba que era mejor quedarse callada.

-Muy bien, si quieres cuando termines de comer puedes ir a dar una vuelta a algún sitio.

Asentí con la cabeza antes de tomar nuevamente mi tenedor, como decía mi profesor de literatura cada veinte minutos: "había niños es África que no tenían que comer". Además, no era como si mi madre fuese a dejar que me levantara de la mesa hasta que terminara toda la comida.

***

Había muchas cosas que me gustaban de Capri: sus playas, su comida, sus edificios, y así podría seguir el resto de la tarde, sin embargo me fascinaba, realmente lo hacía, la brisa fresca y salada que golpeaba mi rostro mientras caminaba por la costa.

No entendía como mi madre había podido dejar un lugar así, en realidad ni siquiera sabía porque lo había hecho, y aunque se lo preguntara dudaba que me lo dijera, como de costumbre.

Solté un pequeño suspiro al mismo tiempo que me dirigía a una linda banca de madera de las que se extendían a lo largo de varios metros que servían como mirador hacia el enorme mar que nos rodeaba; tomé asiento y me relajé contra el respaldo de madera, se sentía ridículamente bien estar sentada aquí observando la masa de agua frente a mí, como si por arte de magia todas las preocupaciones en mi cabeza dejaran de ser tan importantes.

Sabía que iba a necesitar ir a nadar pronto, sabía que mi madre me estaba ocultando algo (¡Dios! Me estaba ocultando más de una cosa), sabía que no debería sentirme tan cómoda en un lugar donde podían estar todas las respuestas que había buscado mi vida entera, sabía que ese extraño presentimiento en la boca de mi estómago que me decía que algo estaba por suceder no debería ser ignorado por la parte consciente de mi cerebro, sabía que no era normal sentir mi mano mojada cuando todo alrededor se sentía perfectamente seco...¡Espera un momento! o como diría mi madre: "un secondo, piccola" [un segundo]

Bajo las OlasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora