Capitulo 42

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Luca

Cuando era niño solía preguntarme que sentían mis padres cuando nos veían a mis hermanos y a mí. Tres ni{os que no llevaban su sangre y que de vez en cuando eran más problemáticos de lo que deberían, eso es lo que éramos, pero aún así había podido notar el amor en sus ojos cuando nos veían. De ser honesto nunca esperé realmente entender ese sentimiento, amaba a mis padres (a los biológicos y a los adoptivos), a mis hermanos, a mis sobrinos, amigos y a Mariam, pero nada de esas emociones se comparaba con la sensación que se extendía desde mi pecho cuando veía a Allana aquí, tranquilamente dormida en el sofá de la sala de estar. Lucía tan pequeña e indefensa que el impulso de querer protegerla nacía instantáneamente dentro de mí.

Hasta antes de enterarme de que Allana era mi hija ni siquiera me había atrevido a imaginar el amor que podía sentir un padre por un hijo. Era algo tan maravillosamente aterrador que ahora podía entender mejor que nunca a Mariam y sus razones para escapar, la sola idea de que algo le ocurriera resultaba agonizante.

Allana se movió y murmuró cosas, aún dormida, y una sonrisa estúpida y orgullosa llegó a mis labios. Dios, realmente tenía una hija hermosa. Mariam la había criado bien.

Pero por muy cómodo que fuera el sofá no iba a librarla del dolor de espalda con el que iba a despertar Allana si la dejaba durmiendo allí, por lo que me separé del marco de la puerta desde donde la había estado observando los últimos quince minutos y caminé hasta ella. Pasé mis brazos bajo su cuerpo y la levanté del sofá.

Allana se removió un poco pero no se despertó en ningún momento mientras se acomodaba en mi contra ni cuando la llevaba escaleras arriba hasta su habitación para dejarla sobre su cama. Ella murmuró un par de cosas imposibles de entender mientras tomaba una de sus almohadas para abrazarla.

Negué con mi cabeza mientras sonreía y caminé hacia la puerta. Le dirigí una última mirada antes de salir silenciosamente de su habitación.

***

Allana

-Dolcezza-Dijo Athan mientras cambiaba de página-, che cosa è quello che vuoi dirmi?                            [Dulzura, ¿qué es lo que quieres decirme?]

Entrecerré mis ojos hacia él pero no moví ningún músculo de mi cuerpo en la silla de playa en la que estaba sentada.

Hace mucho tiempo había escuchado que la mejor defensa era un buen ataque, y aunque en realidad no recordaba haberlo puesto en práctica muchas veces a lo largo de mi vida, había aprendido a darme cuenta de cuando alguien más intentaba aplicarlo conmigo, y Athan lo estaba haciendo justo ahora. La pregunta era por qué.

-Dimmi tu-Dije con más calma de la que sentía-, sei chi sta occultandomi qualcosa.                                [Dime tú, eres quien me está ocultando algo]

Él dejó de leer el libro que tenía entre sus manos pero aún así tardó algunos segundos más en levantar sus ojos hacia mí.

Ese lindo par de ojos oscuros me miraban con algo que identifiqué como culpa. Esto no me estaba agradando.

-Athan-Pedí.

Él suspiró antes de dejar el libro a un lado y se hizo hacia delante en su silla. Se veía lo bastante nervioso como para que yo lo imitara de modo que quedamos ambos frente a frente a algunos centímetros de distancia. Noté como la garganta de Athan tragaba antes de que empezara a hablar.

-Anoche ocurrió algo-Empezó-: estaba en mi habitación, en el balcón, y cuando bajé la vista había una sirena mirándome desde el mar.

Me quedé en blanco por lo que yo creí un largo segundo, pero Athan debió creer que era más porque tomó mis manos entre las suyas y habló con una voz demasiado suave y amable para mi gusto.

Bajo las OlasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora