Capitulo 26

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Luca

Me estiré en la cama y extendí mi brazo hacia el otro lado de la cama, y fruncí el ceño cuando encontré el lugar vacío, gruñí mientras abría los ojos de golpe sólo para confirmar que realmente estaba solo en la cama.

Solté un suspiro exasperado luego de los dos pequeños segundos que tardé en convencerme de que el día de ayer realmente había ocurrido y de que realmente había conseguido que la terca demente de la madre de mi hija y ella estuvieran viviendo conmigo.

Hice una oración silenciosa antes de levantarme de la cama y caminar hasta una de los muebles para buscar una camiseta para colocarme (nunca había sido fan de los pijama, la única razón de que usara el pantalón de uno la noche anterior fue porque de otra manera Mariam me hubiera ahogado con la almohada) y una vez que estuve listo salí de la habitación en busca de las nuevas habitantes de la casa.

Ya iba a mitad de las escaleras cuando empecé a impacientarme.

¿Y si se había escapado a mitad de la noche?, la última vez había sido así, pero no había forma de que Mariam se fuera de la isla sin Allana...¿y si se había llevado a mi hija con ella otra vez?, negué con la cabeza, tenía que respirar, aunque si había sido así era probable que para esta hora ya estuvieran lejos de la isla.

-¿Mariam?-Llamé.

No hubo respuesta y me obligué a tranquilizarme mientras terminaba de bajar las escaleras, entonces sentí el olor proveniente de la cocina y tomé una respiración profunda; caminé hasta el lugar y logré contener el suspiro de alivio que quiso escaparse de mi boca.

Mariam estaba tranquilamente frente al fuego de la cocina con una sartén y una espátula en la mano; sintiendo mi mirada levantó la vista y sus ojos se encontraron con los míos, e mio Dio, siempre me habían encantado esos ojos tormentosos.

-Buenos días-Dijo mientras daba vuelta a un panqueque.

Parpadeé mientras buscaba mi voz, esto no era bueno, verla hacer algo tan cotidiano con esa normalidad se sentía ridículamente como algún tipo de sueño.

Mariam frunció el ceño mientras me miraba con desconfianza, bueno, creo que si estaba siendo un poco extraño.

-Buenos días-Contesté finalmente.

Ella me dirigió una última mirada interrogante antes de sacar el panqueque de la sartén.

-¿A qué hora despertaste?-Pregunté.

Ella se concentró en sacar unas rebanadas de pan de la tostadora mientras contestaba.

-Como cuarenta minutos.

-Pudiste haberme despertado-Señalé.

Ella se encogió de hombros.

-Meglio essere sicuri che dispiaciuti-Dijo-, hasta donde recuerdo no tienes un muy buen despertar.    [mejor prevenir que lamentar]

Rodé los ojos y caminé hasta ella, uno de mis brazos la rodeó para alcanzar uno de los panqueques y me lo lleve a la boca. Sabía bien.

-¿Desde cuando sabes cocinar?-Pregunté luego de tragar.

Mariam se encogió de hombros una vez más.

-No tenía a mi madre para que cocinara y tenía que prepararme para cuando Allana empezara a comer.

Me apoyé contra el mesón de la cocina y la estudié. Aún me costaba imaginarme a la Mariam de dieciocho años esperando a un bebé o cuidando de uno, y una parte de mí seguía sin ser capaz de comprender porque se le había ocurrido que no iba a querer  ser parte de eso.

Bajo las OlasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora