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Se despertó de repente a la madrugada, sudoroso, mientras escuchaba los sonidos de la noche, en la húmeda Washington. Se sentó en la orilla de la cama, y tanteando en la mesilla de noche, tomó el paquete de cigarros, y comprobó que ya solo le quedaba uno.

-Mierda- pensó.

Buscando una gota de brisa fresca se acercó a la pequeña ventana de su habitación, y a pesar que ahora era el líder de lo que alguna vez fueron "Los Saviors", él había preferido no mudarse a la que fuese la recámara de Negan, la cual permanecía clausurada. Su nuevo rol le había sido impuesto como condición de paz por parte de las tres comunidades, luego de la batalla en Alexandria, y le resultaba una carga odiosa, ya que mantener unido a aquel grupo dispar de personas que habitaba El Santuario era una tarea por lo más agotadora, pues muchos de los que allí vivían se negaban a tener que trabajar para ganar el sustento, y buscaban desesperadamente volver a la vida de vandalismo que su anterior jefe había diseñado.

Otros sin embargo, los que habían padecido de una existencia de cuasi-esclavitud, lo miraban de manera devota, y aunque habían pasado ya varios meses desde el cambio de régimen, aún se hincaban de rodillas cuando pasaba. Cansado de pedirles que no lo hiciesen, había acabado al fin por pasar de ellos, y dejarlos en su servilismo, pero se cuidó de que ya nadie sufriese castigos ni torturas, ni físicas ni mentales, por tal condición.

Dwight se sentía inquieto, e iba más allá de aquel sofocante encierro... hacia ya muchas noches que soñaba de manera recurrente con una mujer a la cual no lograba identificar, que se aparecía de improvisto en sus ensoñaciones, tantas veces había venido a él que podía describir su figura a la perfección con sólo evocarle, ese ángel sensual tenía una piel suave y sedosa, sus senos eran deliciosamente redondeados y firmes, y caderas que con insinuante naturaleza le llamaban, ella siempre caminaba hacia él con arrebatadora lentitud, vestida únicamente con un etéreo negligé que poco dejaba a la imaginación, y cuando llegaba hasta él lo envolvía con su perfume, aquella mujer sabía a vainilla y caramelo....

Dwigth entonces deslizaba con delicada caricia las yemas de sus dedos por la impecable piel de su antebrazo, mientras ella elevaba su tibia y suave mano hasta apoyarla en el torso del hombre, sentía como su respiración se agitaba ante su toque, y cada noche, cuando sus húmedos y carnosos labios estaban próximo a los suyos, él, en su desesperación, le preguntaba casi suplicando:

- Dime quien eres.... –

-Búscame... por favor-

Era todo lo que contestaba, y luego simplemente despertaba.

Frustrado una vez más, miro por la ventana, necesitaba con ansia saber quién era ella, él se daba cuenta que no era una evocación de Sherry, no era ni su piel ni su aroma lo que sentía al tener aquella hipnótica visión... era alguien más... y cerrando los ojos, casi podía percibir en el aire el dulzón perfume que su piel hambrienta le reclamaba... vainilla y caramelo.


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- Allí tienes Johnson, en la mochila hay suministros para tres días, si vuelvo a verte en inmediaciones de El Santuario, simplemente voy a matarte. Te advertí que aquí tenemos reglas, y no quisiste escucharlas... "-

El desgarbado hombre miraba con furia a Dwight, mientras algunos de los habitantes del Santuario espiaban desde las ventanas de la gran fábrica lo que sucedía en las inmediaciones del portón de entrada.

- No quedará así- siseó con furia el hombrecillo – eres sólo un gilipollas, te haré pagar por esto...-

Dwight levantó su arma, y apuntándole, señaló el portón, que ya se encontraba abierto.

-Vamos, vete, ahora.-

Johnson levantó la mochila, y escupiendo a los pies de Dwight, al fin se marchó.

El rubio líder detestaba tener que llegar a esos extremos, era la tercera vez en medio año que tenía que echar a alguien del lugar por romper las reglas, eran transgresiones más allá de un hurto de comida o una ocasional pelea... había tenido que echar a una mujer por asesinar a otra, y a un hombre por tratar de abusar de un niño... y ahora Johnson, que incitaba a otros levantarse en contra de las comunidades.

Dwight sabía que tenía que poner en sobre aviso sobre aquel hombre a Rick, así que un par de horas después de que el disidente se marchase, se subió a su moto, y se puso en camino hacia una de las postas de seguridad que había en el camino que unía Hilltop con Alexandria, y tras ser identificado por uno de los guardias, le pidió que transmitiera por radio a Rick la necesidad de un encuentro a la brevedad.

D. se sentó a la sombra de la base de la torreta de vigilancia, a saborear aquel último cigarrillo que se había resistido a fumar la noche anterior, mientras esperaba la respuesta del sheriff, y junto con la primer bocanada de humo, le sobrevino el recuerdo del sueño que estaba volviéndose su secreta obsesión.

-"Te encontraré..." le susurró.

Enemigos Intimos [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora