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Debajo de las cobijas su perfume a vainilla y caramelo se intensificaba, era una delicia para todos los sentidos... mi boca sedienta de ella ya podía percibir su sabor, y mi piel expectante me exigía disfrutarla recorriéndola una y otra vez.

Su suave respiración me indicaba que aun dormía... sentir la tibieza de su cuerpo tan próximo a mi era embriagador... quería perderme en ese instante y que fuese eterno... tenerla allí, a mi lado, era simplemente todo lo que necesitaría hasta el fin de mis días...

No lo resistí... realmente no quería despertarla... pero necesitaba hacerlo, y casi con infantil deseo pasé rozando su vientre... soñaba con beber un dulce vino de la copa de su ombligo... Movió su cuerpo ante mi roce, y me sonreí... acomodándome entre sus piernas, atrapado allí por toda una eternidad seria el más sumiso y complaciente de los prisioneros...

De repente la luz se hizo, y levantando el cobertor me miró extrañada...

-Qué haces??-

Le sonreí... verla en mi cama era un deleite nuevo el cual no podía saciarme...

La noche anterior había disfrutado lamiendo su dulce humedad hasta que había sentido como su piernas se habían estremecido llegando a su cielo... aquello había sido la experiencia más gloriosa que había experimentado a lo largo de mi vida, y sobre la piel de ella sólo ansiaba más aun.

Su candorosa inocencia lograba conmoverme... y dejándome perder en sus ojos de almendra comencé a probar nuevamente su piel, quería saborearle una y otra vez hasta extraviarme en la cima de su deseo....

-Quiero perderme en ti... - dije, antes de deleitarme en el centro mismo de su tibia humedad... Rosita era un regalo divino del cual jamás podría satisfacerme, y con urgente necesidad me hice camino hasta ella, quería revivir una y otra vez aquellos sublimes deleites.

Sobre mis manos que la aferraban con avidez percibí como sus caderas se contornaban, anticipándose a mi boca sedienta, sus pretéritos rastros de deseo sólo agigantaban mi nueva ansia, y casi con desesperación me adentré en su tibio interior, buscando el centro mismo de su placer...

Su rosado clítoris me esperaba, jubiloso, y ante mi juguetón roce se entregó deleitoso, ante cada acometida revelaba sus profundos prodigios, y en cada suspiro que su boca dejaba escapar sentía como mi miembro se despertaba ansioso de ella...

El cuerpo de mi dulce milagro era una fuente inagotable de la cual jamás me vería satisfecho....

Cuando un rítmico, intenso y persistente compás de sus gemidos me indicó que mis acometidas estaban haciéndola perder la razón, comencé a recorrerla con besos hasta sus exquisitos pechos, cuyos pezones me aguardaban, endurecidos por el deseo.

-¿Por qué te detuviste? – me preguntó, jadeando, su respiración me revelaba que apenas si podía contenerse.

Le sonreí. Verla anhelante, temblando expectante entre mis brazos era la visión más fascinante que pude alguna vez imaginar siquiera.

Haciendo caso omiso a su súplica, seguí besándola, quería tomarme mi tiempo, quería disfrutarla gozando cada instante lo más que pudiese.

Me aferraba a su cuerpo, atrayéndome, y acercándome su oído susurré:

-Me detuve porque quiero saciarte por completo de mí...- y de una sola vez me adentré en ella, su cuerpo me recibió jubiloso, y poco a poco comencé a mecerme en su cálido interior, mientras ella se curvaba debajo de mi, sus manos en mi cadera me aferraban, buscando el placer que nos embargara a ambos...

Comencé a besarla, perdiéndome en su ternura, en su pasión juvenil... y cuando ya no pudo tenerse más, en la cúspide de su pasión me llamó, y a ella acudí, perdiéndonos los dos en ese mágico instante... sólo podía sentir como el perfume de su piel me cautivaba, y por primera vez susurró en mi oído:

-Te amo...- mientras las oleadas de placer la recorrían una y otra vez.

La miré sorprendido. Apoye mi frente sobre la suya, invadido por emociones que iban más allá de aquel inigualable momento que acabábamos de remontar juntos.

-Yo también te amo- contesté... y supe en ese momento que hasta el último día de mi vida, hasta mi último pensamiento esto sería todo lo que tendría significado real en mi vida.

Dwight se hallaba de pie, mirando por entre los maderos que tapiaban de manera irregular las ventanas, mientras hacia la primera guardia. Unas escasas brasas iluminaban aquel lugar, una vieja gasolinera era el único refugio que habían logrado encontrar para guarecerse en cuanto había caído la noche.

Repasó el recuerdo de ella una vez más, tratando de encontrar algún consuelo en el, pero el terror de que sólo de ella le quedase eso, un puñado de recuerdos, le hizo estremecer.

Volteó la vista, y al lado de aquel pequeño cúmulo de carbones que exhalaban tenues oleadas de calor pudo ver como Aaron dormía de manera inquieta, y un poco más alejado vio a Dixon, que tenía su vista fija en él. Haciendo caso omiso al arquero, volvió a observar hacia el exterior, en donde unos walkers caminaba sin rumbo fijo por entre la nevada foresta.

Cuando Rick aquella mañana organizó en cuadriculas las zonas de búsqueda, los cinco grupos de rescate se prepararon y equiparon con rapidez, y no fue poca su sorpresa cuando el arquero le indicó al sheriff que él mismo acompañaría a Dwight.

Grimes lo miró a Daryl con recelo, y con un dejo de suspicacia ante ese inesperado ofrecimiento, en voz baja le interrogó:

-¿Por qué quieres ir con él? Le aborreces...-

-Porque si no voy yo, nadie querrá acompañarlo... - replicó Daryl, y Rick entonces le sonrió, satisfecho, y aprobó tal idea. Aaron de inmediato se sumó a ellos, en parte porque temía un enfrentamiento entre ambos hombres, y además porque consideró que aquello le permitiría llegar de alguna manera a conocer al hombre que había enamorado a su amiga.

Habían inspeccionado cada posible lugar que le hubiese servido de guarida a Eugene, incluyendo todas granjas y caminos rurales que no estaban incluidos en el mapa que habían traído desde Alexandria. Y a pesar que estaban ateridos, no fue hasta que comenzó a anochecer que descartaron seguir adelante, y buscaron guarecerse lo antes posible.

Dwight pudo escuchar como Daryl se acercaba hasta él, y a pesar que ambos hombres cruzaron entonces profundas miradas cargadas de viejos rencores, D. no dejaba de sentirse en deuda con el arquero en este momento.

-Gracias- dijo en voz baja

-No lo hago por ti... lo sabes... Lo hago por Java, detesto verla preocupada... Y lo hago por Rosita, que no merece que un imbécil gilipollas se la lleve así... -

Dwight pudo leer el doble sentido que entrañaban esas palabras, atadas al pasado de ambos.

-Lo sé... y sé que llegará el momento en que tú y yo arreglemos nuestras cuentas pendientes... pero eso no hace que no pueda agradecerte ahora por esto... sea como sea que esto acabe...- concluyó, mientras sentía que se le quebraba la voz.

-Dwight... La encontraremos. Encontraremos a Rosita y la llevaremos a casa.-

-Quisiera tener tu seguridad... siento que voy a volverme loco en cualquier momento... me aterra pensar qué le estará haciendo... -

Daryl lo miró, y recordó cómo se sentía estar así... y a pesar que debería haberse sentido satisfecho al ver el calvario que el ex-Savior estaba atravesando, no podía dejar de sentirse mal porque fuese también alguien como Rosita la que estuviese involucrada en aquello. Toda la situación era una terrible mierda del destino sin duda alguna.

-Lo mataré... mataré a ese hijo de puta de Eugene... lo sabes...- añadió Dwight, con un profundo odio en su voz y su mirada, mientras sus ojos de zafiro se cruzaban con los del arquero.

-No si me lo cargo yo primero... - contestó Daryl, y por primera vez ambos hombres se sonrieron el uno al otro.

Enemigos Intimos [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora