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Sintió como algo rozaba sus hombros, y dando un breve respingo Rosita despertó, estaba desorientada... Levantó entonces la vista y allí, a su lado, se encontraba de pie el Rey Ezequiel, que había traído una cobija para ella. Ya era avanzada la noche, y la catarata de recuerdos de lo que había pasado ese día volvió a su mente de improviso para golpearla con dureza.

-Rosita... hay algo que pueda hacer por ti? ¿Quieres comer algo? En el edificio de al lado tenemos cuartos vacíos, que son mucho más confortables que estas sillas...-

La muchacha esbozó una media sonrisa, y con un breve movimiento, negó con la cabeza. La tristeza, no sólo en el rostro de ella sino también en la forma en que se abrazaba a si misma conmovieron al líder de El Reino, y sin que hiciese falta preguntarle siquiera, supo que ella estaba devastada en su interior. Con gesto paternal apoyó su mano en el hombro de Rosita, y con una voz cargada de afecto le habló:

- Tienes que tener fe... es un hombre joven... no dudo que se recuperará... ahora sólo resta esperar. Y por favor, lo que necesites pídemelo, no lo dudes...-

Se giró entonces para retirarse, cuando la trémula voz de la joven lo llamó.

-Rey... sí hay algo que necesito...-

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El médico cerró con suavidad la puerta, dejándolos solos. Allí, frente a sus ojos, estaba Dwight, tendido inmóvil en una cama impoluta, con una infinidad de cables y vías que se adentraban en la piel del hombre, un suave murmullo del respirador que con rítmico vaivén se mecía y el resto de las maquinas eran lo único que podía escucharse en ese lugar.

Con paso vacilante Rosita se acercó hasta él, la piel de Dwight aun estaba pálida, y con temor lo tomó de la mano, apenas si había rastro de calor en ella. Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas nuevamente, y aunque hubiese querido no podría haberlas evitado... Extrañaba la tibieza de su agarre, su masculina voz hablándole con ternura...

Habían pasado la tarde juntos, al calor del fuego, compartiendo los pequeños recuerdos de sus vidas antes de que el mundo pasase a ser propiedad de los walkers.

-Extraño la playa... amaba pasarme horas tomando sol... con mis hermanas nos pasábamos el verano disfrutando cada instante que podíamos...-

D. gruñó quedamente, imaginarla por un momento enfundada en un bikini con la piel dorándose era una imagen por demás deliciosa...

-Yo extraño a mis amigos... nos juntábamos los fines de semana a tocar algo de música en el garaje de casa.... Pasábamos buenos momentos juntos...-

-También extraño el helado... oh Dios... era adicta a él!-

D. sonrió al escucharla.

-En El Santuario tenemos helado...-

-No es cierto!!!!- dijo, abriendo sus ojos con brillante felicidad...

-Si lo es... tenemos algo de ganado con el cual nos proveemos de leche... y con las maquinarias adecuadas no es difícil producirlo... Quizás... si te decides a venir a visitarme podría conseguirte un poco...-

-Estas sobornándome con helado??-

-Funciona?-

-Mmmm... quizás...-

-Debo de decirte que me siento un poco ofendido... no quieres venir por mi, pero si te lo piensas por el helado...- agregó, fingiendo estar molesto.

Rosita rió, y acercándose a él se sentó entre sus piernas, tomándolo del rostro, su suave y dorada barba era una delicia entre sus dedos.

-Iré a verte a ti, te lo prometo, sólo dame un poco de tiempo... y no me importa si no hay helado, tú eres más dulce aun...-

Y con sutiles besos comenzó recorrer los labios de su amante, mientras él la estrechaba contra su torso, sintiendo como ambos encajaban con deliciosa perfección el uno con el otro....

+++

Era el momento de despedirse, y D. la abrazó con fuerza, mientras susurraba:

-Este es el momento más duro... Cada vez es más difícil verte partir...-

Ella le sonrió, iluminada por las palabas de él.

-Me extrañarás? – preguntó risueña.

-Si... más de lo que te imaginas... y te prometo que con cada latido de mi corazón te estaré buscando...-


Sentada junto a la cama lo tomó de la mano, y alzándola la llevó junto a sus labios, depositando un casto beso en cada centímetro de su piel.

-Dwight... aquí estoy... me prometiste que no me dejarías sola, que siempre me buscarías... por favor... no me abandones... vuelve a mi.... vuelve...-

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El ruido de la puerta al abrirse la despertó, no supo en qué momento de la noche se había quedado dormida, y aún antes de abrir los ojos pudo sentir la mano de D. entre la suya, estaba tibia, y eso la hizo sonreír de verdad por primera vez desde que todo aquel infierno se había desatado.

Incorporándose poco a poco en su asiento, dirigió con curiosidad su mirada hacia la entrada, y allí, de pie, tres rostros que conocía la contemplaban en silencio sin poder creer lo que veían.

Rick, Aaron y Eugene habían ido a El Reino a buscarla.

Enemigos Intimos [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora