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-Rosita...-

Giré cuando escuché que él me llamaba, lejos estaba el sarcasmo con el que me había tratado en las únicas oportunidades que lo había visto. Esta vez su voz estaba cargada de una suavidad que me tomó por sorpresa, y que inesperadamente me hizo bajar las defensas.

Vi que sostenía en su mano, a la altura de su pecho, mi pañuelo blanco, aquel era el único recuerdo que me quedaba de mi antigua vida, había sido un regalo de mi abuela...

Maldición! Debió caérseme y ahora estaba allí, en la mano de ese hombre al que debía odiar por tantas cosas... Sentí mi corazón acelerarse, era la primera vez que estábamos solos...y ni siquiera sé porqué esa idea se cruzó por la cabeza, de repente me sentía estúpidamente nerviosa... No podía dejarlo, era todo lo que me quedaba de mi familia, era una tontería pero esos pequeños detalles siempre habían sido importantes para mí.

Cerré con un par de pasos el espacio que nos separaba, y cuando quise tomar mi pañuelo Dwight me atrapó la mano, y dando un tirón me acercó hasta su cuerpo, habíamos quedado a escasos centímetros, podía sentir la tibieza de su mano sobre la mía, levanté mis ojos hasta que me topé con los suyos, su mirada profunda me atravesaba, y vi como, cerrando los ojos, aquel hombre aspiraba mi perfume, y una tenue sonrisa se dibujaba en sus labios, podía zafarme de su agarre, pero sin saber porqué, mi cuerpo se negaba a obedecerme...

Soltó con suavidad mi mano, mientras volvía a mirarme... pero esta vez había una nota de dolor en su mirada, e inclinó su rostro desviando sus ojos de los míos. Respiré agitada un par de veces, me sentía confusa y nerviosa, todo aquel intercambio había durado apenas unos segundos, pero lo suficiente como para perturbarme. Una pequeña parte de mi cerebro quería impulsarme a saber por qué había sufrimiento en él, pero me obligué a salir de allí, yo debía odiarlo, no sentir misericordia, piedad o interés por Dwight... Sin embargo, voltee a verlo un instante antes de cruzar el umbral, y él seguía allí, apretando los puños...

Rosita comenzó a caminar hacia el lugar donde habían aparcado el coche, mientras veía como Rick y Aaron hablaban sobre la reunión, ella aferraba en su mano el pañuelo, mientras podía jurar que aún sentía sobre su mano la tibieza del agarre... Su respiración aun estaba agitada, y al cerrar los ojos podía recordar la mirada azul atravesándola...

- Y tú qué opinas? – Aaron se giró al interrogarla.

La muchacha lo miró sin entender nada, estaba tan inmersa en sus propias evocaciones de lo que había pasado en la cabaña que no estaba prestando atención a lo que sus compañeros hablaban.

-No sé... no os estaba escuchando...- contestó, un tanto avergonzada.

Aaron y Rick la miraron extrañados, ella siempre estaba en estado de alerta, era una fría luchadora nata, y ahora estaba extrañamente nerviosa y alterada...

-Estas bien? - Aaron se había acercado hasta ella y la miraba preocupado.

-Si... si... estoy cansada... sólo quiero volver a casa.-

Aaron percibía que la respuesta había sido una simple evasiva, y a pesar que aquel comportamiento era insólito en ella, decidió respetar el espacio que su amiga necesitaba... y ya en el auto, con la mirada perdida en el camino, la muchacha se acomodó en el asiento trasero, tratando de darle un sentido a aquello, no sólo a la reacción de Dwight, sino por sobre todo, a las que se habían desbocado en su interior.

++++++

Otra vez el maldito sueño. Pero esta vez, aquella sensual mujer que se aproximaba a Dwight ya no era una vaga figura etérea, era ella. En el fondo de su mente siempre lo había sabido, pero no había querido aceptarlo. Y aun se acercaba atormentadora y lentamente hasta él, D. sentía como las pulsaciones se le aceleraban, cerraba los ojos y su perfume lo envolvía enloquecedoramente... Y la cálida mano femenina volvía a apoyarse en su torso, su respiración se turbaba ante su suave toque...no quería verla, si abría los ojos encontraría su mirada de almendra suplicante, rebosante de dulces promesas que nunca llegarían a cumplirse... pero la tentación era más fuerte, y la contempló a pesar que era consciente que más tarde pagaría con horas de frustración ese pequeño trozo de cielo...

-Por qué? Por qué de todas las mujeres, tenías que ser tú?- su voz era un susurro suplicante, cargado de tristeza.

Vio como los carnosos labios de ella estaban húmedos, entreabiertos, casi podía sentir la calidez de su aliento sobre su boca.

-Te estoy esperando... búscame...por favor...-

Y cuando sus bocas estaban a punto de rozarse, se despertó.

Dwight estaba sentado en el borde de la cama, sintiéndose un naufrago en un mar de desesperación. De pura rabia, se puso de pie y estrelló una silla contra la pared, ese maldito sueño estaba volviéndolo loco, y lo peor es que sentía el dulce aroma de ella abrazándolo, era una tortura de la que no podía escapar.

Es que acaso, esto era una jugarreta del destino para hacerle pagar por todos los errores que había cometido? Acaso no merecía también un poco de paz? Ella lo odiaba, y no la culpaba. Él se lo mercería. Y Dwight sabía que ella nunca permitiría que la amase.

Y a pesar de saber todo aquello, levantó la vista hacia la luz de la luna que se colaba intrusamente por su ventana, y con voz queda, le imploró.

-Por favor, por favor... permíteme amarte, y enséñame de nuevo a amar.-

Enemigos Intimos [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora