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El invierno luchaba con fiereza pues se negaba a ser despojado de su reinado, y con una dura nevada azotó al condado de Washington los días que le siguieron. Sin embargo, aquellas temperaturas gélidas contrastaban con los candorosos cotilleos que se esparcían dentro de la pequeña Alexandria.

En cuanto Rosita volvió de su última visita a El Santuario, en la cena que compartían en la casa de Rick, Java notó el anillo en la mano de la muchacha, y de inmediato los suspiros y los grititos de emoción por parte de las mujeres colmaron el lugar, mientras la abrazaban y la felicitaban,  suplicándole que una y otra vez les narrase cómo Dwight le había pedido que fuese su esposa. Rosita aún se sentía incómoda abriendo sus sentimientos más profundos, y más bajo las miradas de reproche que Daryl y Tara le lanzaban, por lo que optó por una versión un tanto más escueta de lo que había pasado en realidad. Aún así, Java lloraba emocionada, mientras Carol y el padre Gabriel comenzaban a hacer una lista mental de las cosas que necesitarían, aunque Rosita les dijo que no había fecha aun.

Al día siguiente se acercó al hogar que Eric y Aaron compartían, y pronto se vio rodeada de un emocionado Eric que no lograba articular dos palabras seguidas sin romper en llanto, mientras un confuso Aaron trataba de decidirse sobre qué sentía al respecto.

Rosita lo miró con algo de tristeza, y el hombre habló entonces con un tono un tanto paternal que no dejó de conmoverla.

-Es muy pronto... ¿Cuál es el apuro que tiene? La próxima vez que vayas a verle iré contigo... Ese hombre y yo deberemos hablar sobre qué intenciones tiene... Además quiero ver a qué clase de lugar quiere llevarte, no voy a permitir que dejes este lugar que es tu hogar y que es confortable para que vayas a instalarte a cualquier pocilga...-

-Oh Aaron...- dijo mientras lo abrazaba - gracias- susurró. -Iré en cuatro días, si la maldita tormenta nos deja...-

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La mañana del día que la joven tenía previsto partir al encuentro de D. amaneció clara y diáfana, parecía un reflejo de todo lo que pasaba en su interior.

Con la alegría que la embargaba pronto comenzó a prepararse, había quedado que cerca de las ocho saldría junto con Aaron a El Santuario, por lo que aprovecharía la hora que restaba para poner en orden algunas cosas y tomar el desayuno.

Con una sonrisa llena de paz bajó las escaleras, y no se sorprendió de encontrar a Eugene, que ya estaba esperándola. Desde aquella noche en que había asumido de manera pública su vínculo con el líder de los Saviors, su relación con su compañero había pasado por una inicial etapa en la que él la ignoraba de manera absoluta, pero con el correr de las semanas había comenzado a hablarle de nuevo, y a prepararle el desayuno, como ya era costumbre.

-Buenos días, Rosita, espero que hayas tenido una noche de sueño reparador – la saludó, con el tono monocorde que lo caracterizaba.

-Buenos días Eugene, si, gracias...- aun la hacía sentir de alguna manera incómoda, pero ya pronto todo aquello sería pasado...

-Necesitamos hablar, ya hace unas semanas te comenté que había encontrado un posible lugar en donde fabricar nuestras propias municiones, y en esa ocasión te solicité formalmente que me acompañases para revisarlo y analizar las posibilidades concretas de la manufactura de proyectiles para el autoabastecimiento como asimismo para la comercialización de los mismos.-

Rosita recordó de repente la conversación que, allí mismo, había tenido con ese hombrecito regordete, en la cual se había comprometido a acompañarlo, pero que luego, con la seguidilla de cosas que habían sucedido, aquello que Eugene le había pedido había quedado simplemente en el olvido.

-Oh Eugene.... Lo olvidé... te pido perdón, si quieres podemos organizar para sal...-

-Ya tengo un vehículo preparado desde hace semanas para la excursión, como te dije en ese momento-

-Ok... pero yo tengo que ir...-

-Me niego formalmente a aceptar un no como respuesta, yo ya te había solicitado ayuda en esta misión, y expuse en su momento que con urgencia necesitábamos realizar esta expedición, y por lo que sé, tú aun vives en esta comunidad y le debes lealtad a la misma, y eso incluye colaborar para su defensa.-

Rosita sintió una oleada de culpa cuando Eugene dijo eso, pues sabía que cada vez que ella salía, alguno de los demás integrantes de la comunidad debía hacerse responsable de sus horas como vigía.

-Además, no esta tan lejos de aquí... quizás en un par de horas ya logremos estar de nuevo en Alexandria, y estarás... disponible para tus asuntos personales.-

Una confusa mezcla de culpa y ansiedad se debatía en el interior de la joven, sabía que aquello que le pedía Eugene era de por demás razonable, y más aún si solo en un par de horas podía resolverlo... además, las posibilidades de beneficiar a su comunidad eran tan grandes que, aun a su pesar, le dio la razón a aquel hombre, y accedió a acompañarlo-

-Pero antes debo pasar por casa de Aaron, y avisarle que se retrasará nuestra salida.-

-No te hagas problema, tú ve a la armería por aquello que necesitaremos para nuestra seguridad, yo mientras iré a avisarle a Aaron del cambio de planes, así no perderemos tiempo. Te espero junto al estacionamiento - y dicho esto, lo vio ponerse de pie y cargar una pequeña mochila al hombro, para al fin salir de la casa.

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-Eugene!!!! Maldita sea!!!! Estamos perdidos!!! – dijo enfadada Rosita, mientras aparcaba el coche a la orilla de la carretera que habían tomado hacia ya una larga hora, era un camino que le resultaba extraño, ya que no estaba dentro del recorrido habitual entre las tres comunidades.

-No, estoy seguro que es por aquí, señalé el mapa con precisión antes de salir de casa.-

-Eres un gilipollas... por qué coño no quieres sentarte adelante, como las personas normales? No puedo seguir manejando si tu llevas el mapa allí atrás!-

-El asiento trasero es el lugar más seguro en caso de colisión o accidente. Las estadísticas...-

-Me cago en todos tus muertos y tus estadísticas, Eugene! Dame el puñetero mapa AHORA si no quieres volverte caminando solo a casa!-

De mala gana, Eugene le pasó el mapa a la mujer, que con confusión lo miraba, tratando de ubicarse de alguna manera, pero aquello no tenía sentido... si sus cálculos eran correctos, estaban muy lejos de los lugres señalados en ese papel.

-Creo que tengo otro mapa en mi mochila... - dijo el hombre, mientras deslizaba el cierre de la misma.

-Espero que sirva más que este, porque a esta altura dudo siquiera si estamos en DC...-

De repente Rosita sintió como su boca era presionada por un trapo húmedo, que no la dejaba respirar, y un fuerte olor la invadió, trató de quitárselo pero un fuerte brazo la había tomado del cuello, inmovilizándola.

-Shhhh.... tranquila.... – fue lo último que escuchó que Eugene le decía, y luego simplemente perdió el conocimiento.

El cuerpo de la muchacha quedó inerte, y con una gélida mirada y una sonrisa en sus labios descendió aquel hombre, y rebuscando en su mochila sacó algunas sogas. Con algo de esfuerzo pasó el cuerpo de ella al asiento del acompañante, y ató sus manos y sus pies con rudeza. Era tan hermosa... le quitó el cabello del rostro, y estuvo tentado a robarle ese beso que durante tanto tiempo había soñado... pero una secreta vergüenza hizo que solo se animase a posar sus labios en su frente.

Una vez que la hubo asegurado, tomó su lugar en el puesto del conductor, y volviéndola a mirar antes de retomar el camino, le dijo:

-Ahora yo seré quien cuide de ti...-

Y sin más, comenzó a alejarse, perdiéndose en el silencio de las heladas calles de lo desconocido.

Enemigos Intimos [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora