Enemigos Intimos [COMPLETA]

30

Cincuenta kilómetros. Ese era el límite que Rick había puesto, y no porque fuese un número caprichoso, sino por el simple hecho de que los handys tenían un alcance máximo de cobertura de cincuenta kilómetros. Luego, deberíamos volver a Alexandria y replantear que hacer. Pero no hizo falta que Aaron lo dijese en voz alta, y mucho menos que lo hiciese Dwight, nosotros no volveríamos a casa hasta no dar con alguna pista que nos condujese a Rosita.

Tal como habíamos hecho el día anterior, mientras Aaron y yo íbamos en uno de los costados del camino en mi moto, Dwight recorría con mirada ansiosa la otra rivera, tratando de encontrar alguna señal, por mínima que fuese. Habíamos logrado hallar algunas marcas en la nieve de un vehículo que había pasado por allí, pero en algunos largos tramos simplemente desaparecían... aquello sólo sembraba un creciente nerviosismo en nosotros, a la par que un profundo desasosiego que, aunque ninguno expreso en a viva voz, nos embargaba a todos.

D. se detuvo un momento, y con la mirada perdida encendió un cigarro. Los míos se habían acabado ya hacía un par de días, y al acercarme me ofreció en silencio uno de los suyos. Su mirada era la de un hombre al que la propia alma le ha sido arrancada de cuajo de su interior... y entendí que sólo seguía vivo por puro impulso. La ceniza de su cigarro cayó sobre su mano, y con detenimiento comenzó a observarla, como si en si misma aquella contuviese un enigma que escapaba a mi entendimiento. Poco después se puso de rodillas, tomando un poco de la nieve que a sus pies se extendía como un manto sin fin, y la acercó a su rostro. Lo miré extrañado, y con curiosidad me acuclillé a su lado...

-Ceniza... - musitó... con una mirada insondable.

Tomé entonces un poco de aquella nieve, y noté que una capa muy fina de ceniza la cubría. Me sorprendió aquello, pues al pasar con la moto a su lado ese detalle simplemente había pasado por alto...

Nos miramos, y ambos comprendimos casi de manera instantánea lo que significaba: alguien había estado encendiendo algún tipo de fuego en las últimas horas, y no debía de estar lejos si las cenizas estaban esparcidas por allí.

Después de esconder las motos, seguimos a pie algunos minutos, hasta que encontramos nuevamente las mismas huellas del vehículo que habíamos estado viendo kilómetros atrás, pero estas eran mucho más recientes, y se adentraban en un camino bastante invadido por la espesura de los matorrales que lo circundaban.

Dwight comenzó a correr y con el alexandrino tuvimos que esforzarnos para darle alcance.

-No! – le dije, mientras con Aaron lo sujetábamos – iremos por medio de los árboles, no sabemos si son ellos... -

D. trataba de zafarse de nosotros, apretaba los dientes hasta que los hizo chirriar, mientras nos miraba con furia ciega... pero después de unos momentos logró entrar en razón, y asintiendo en silencio, comenzamos a movernos por entre la arboleda.

Un par de minutos después vimos al final del camino una destartalada casa de cuya chimenea salía una gris columna de humo, y casi sin poder creerlo, el viejo Rambler Ambassador que conducía en general Rosita, estaba en frente.

Les hice una señal para que guardaran el mayor silencio posible, y los tres preparamos nuestras armas. Agachados nos acercamos hasta la puerta de entrada, mientras Aaron nos cubría la retaguardia, y en el último escalón la madera rechinó, delatándonos, por lo cual debíamos apurarnos, y me paré junto a Dwight , y a una sola señal ambos pateamos simultáneamente la puerta, que tras un sonoro crujido se salió de los goznes....

Eugene estaba de pie junto al fuego, cargaba a toda prisa un bolso con las pocas cosas que había sobre la mesa, cuando escuchó un ruido en el exterior de la casa. Tomó la automática de inmediato y antes de que lograra sacarle el seguro el fuerte golpe de la puerta que era derribada lo sorprendió, y más aun cuando las figuras de Daryl, Dwight y Aaron aparecieron frente a él, apuntándole.