26

95 15 2
                                        

Los guantes no hacían mucha diferencia, y el helado viento azotaba con dureza el rostro de Dwight mientras la moto rugía entre sus piernas, haciéndose camino hacia Alexandria. Habían pasado ya tres días desde que Rosita habría de llegar a El Santuario, y a pesar que al principio supuso que quizás las inclemencias del tiempo o algún contratiempo en su comunidad la habrían demorado, la espera estaba comenzando a desquiciarlo, y aunque sabía que no sería bien recibido, aun así decidió ir a por ella.

A pesar de que no lo aceptara, buscaba con preocupación en el camino señales de que este hubiese sido transitado en los últimos días, pero las únicas huellas de vehículo que había encontrado eran algunas que ya tenían allí varios días, pues la nieve se había convertido en hielo en ellas, y durante todo el trayecto se mantuvo en vilo, escudriñando con temor en las márgenes del camino, buscando algún indicio de que el vehículo de ella hubiese perdido el control... Temblaba ante esa idea... el hecho de imaginar que Rosita se hubiese accidentado en esos caminos, y con aquellas temperaturas, era en sí mismo una sentencia de muerte... Intentó controlar su respiración una vez más, y trató de desechar esa idea, del fondo de su alma, que impávida se entregaba a lúgubres ensoñaciones, con poco éxito.

Los portones de Alexandria se erguían al fin frente a los ojos de D, y cuando llegó hasta sus márgenes, desde la torre de vigilancia uno de los centinelas lo escudriñaba con sobrado celo a través de la mirilla de su rifle.

-Quién eres y qué buscas aquí?-

-Mi nombre es Dwight, y soy el líder de El Santuario. Estoy aquí en busca de Rosita.-

El vigía entonces bajó el arma con confusión en su mirada... y algo turbado pidió que aguardase allí. Los minutos comenzaron a transcurrir de manera angustiosa para D., hasta que al fin las rejas comenzaron a deslizarse, chirriando, abriéndose ante él, y no fue poca su decepción cuando, pensando que ella aparecería al fin ante sus ojos, fue Rick, quien con el rostro preocupado, lo recibió.

-¿Dónde está?- preguntó, de manera ofuscada. No quería ser grosero, pero un mal presentimiento comenzaba a abrirse paso de manera ignota dentro de él.

-Iba a preguntarte lo mismo... ya hace tres días Rosita salió de aquí junto a Eugene hacia El Santuario.-

Un escalofrío recorrió entonces la espalda de Dwight, mientras sus nudillos se aferraban con excesiva fuerza al manillar de su moto al escuchar aquello, al tiempo que la puerta que contenía la suma de sus pesadillas comenzaba a abrirse en su mente. Grimes volteó casi por instinto entonces, y pudo ver como por la calle de Alexandria Daryl se acercaba apuntado a Dwight con su ballesta en alto, con su rostro demudado por la furia.

- Rick, te dije que no permitiría que ese malnacido pusiese un pie aquí!-

D. ya había sacado el arma apuntándole como respuesta, mientras los vigías de la torre lo tenían en la mira casi de manera instantánea.

El sheriff se interpuso entre aquellos dos hombres, dándole la espalda al líder de la otra comunidad.

-Daryl... tenemos problemas más grandes aquí...-

El arquero, sin dejar de hacer frente a D., lo miró de reojo, con extrañeza ante las palabras de su hermano.

-Rosita y Eugene han... desaparecido...- anunció entonces Rick, con voz que presagiaba malos augurios.

++++++

Sentía mi cabeza mareada, y unas náuseas que crecían se agolpaban en mi estómago, cuando noté que un trapo con un gusto que me descomponía, me tapaba por completo la boca.

Quise quitármelo, pero en ese momento me di cuenta que mis manos estaban firmemente atadas, y no podía moverme... Abrí mis ojos, tratando de entender qué era todo aquello, y un descascarado techo de madera era todo lo que podía distinguir sobre mí. Volteé mi cabeza, presa del terror, y vi que mis manos se hallaban sujetas a una desvencijada cama, y para agigantar mi alucinado desvarío, mis piernas también lo estaban.

Mi corazón comenzó a latir desbocado, buscando el origen de aquella locura... desde donde estaba podía advertir que me encontraba en una vieja casa que desconocía, muy desordenada y maloliente , y al girar mis ojos de modo enloquecido pude divisar al fin que a mi lado estaba sentado Eugene, que me miraba con una extraña sonrisa en su rostro.

-"Ayúdame!"- quise gritar, pero aquella mordaza me lo impedía, sin embargo lo que me desconcertaba en realidad era por qué él me miraba así en lugar de socorrerme... aquello no tenía sentido...

-Te quitaré la venda de tu boca sólo si prometes no gritar... no queremos walkers acercándose aquí... Tú sabes que no se me da muy bien pelear con ellos...-

Asentí nerviosa, y con suavidad él quitó aquel trapo inmundo de mi boca.

-¿Qué mierda ha pasado??? Suéltame Eugene! Ayúdame!!!-

-Verás... no puedo hacerlo.-

-Qué demonios te pasa?? Suéltame gilipollas!!! ¿Quién nos ha capturado???-

Me miró extrañado... como si lo que le dijese fuese una broma.

-¿Capturado? No... no... yo mismo te he traído aquí... tuve que hacerlo... me obligaste...-

-¿QUEEEEEE?-

-Te dije que si gritabas atraerías a los walkers... - y mientras decía eso, volvía a ponerme esa maldita mordaza.

Lo miré sin poder creer en lo que escuchaba... aquello era un mal sueño sin duda... lo último que recordaba era estar perdida en una ruta que desconocía... mirando un maldito mapa que él mismo me había pasado...

-Si Rosita... me obligaste a esto... yo hubiese preferido quedarnos en Alexandria, pero tú decidiste entregarte a ese imbécil que no te merece... podía entender que te sintieses atraída por Abraham, pero después que te dejó, te empezaste a acostar con el gilipollas de Spencer... estuve a punto de deshacerme yo mismo de él en ese momento, pero tuvimos suerte en que Negan se me adelantase, y se encargase de él...-

Mientras me decía todo esto sentía como si fuese arrastrada a un pozo de locura. Eugene me hablaba como si le estuviese explicando algo demasiado obvio a un niño muy pequeño, y su tono y su postura habían cambiado radicalmente... ya no era ese hombre acartonado y dubitativo... aquel ser era alguien completamente distinto, que se hallaba muy satisfecho con lo que estaba haciendo.

-Me he pasado meses cortejándote y tú simplemente me ignoraste... y cuando menos lo espero... vas y te empiezas a acostar con ese maldito!!! Lo supe en cuanto vi esa maldita rosa de madera en tu mesa de noche... Allí me di cuenta que si no hacía algo para protegerte volverías a elegir incorrectamente... Tú vales demasiado como para estar con ese deforme malnacido... realmente pensé que Rick y los demás te impedirían seguir con él, pero aún no sé que mierdas le has dicho que lograste que te apoyaran... eso es... inconcebible.

No me dejaste otra opción... Y cuando apareciste con ese maldito anillo... supe entonces que el tiempo se me acababa. Y aquí estamos... pero no debes preocuparte... yo voy a cuidar de ti, y ya verás que con el tiempo te darás cuenta que soy mucho mejor que cualquiera de ellos... yo realmente te amo... y nunca me diste una oportunidad para demostrártelo... -

Las lágrimas corrían por mis mejillas... aquello era una pesadilla y no podía ver cómo iba a escapar...

-Ya verás... pronto lo olvidarás... siempre los olvidas... pero yo siempre estaré aquí... yo siempre te cuidaré... - añadió, mientras corría los cabellos de mi rostro.

Lo miré, presa del terror. En ese momento caí en cuenta que él lo había planeado todo, al detalle, desde hacía demasiado tiempo. Y yo, cual Alicia, había caído por el hoyo de la locura, pero en el fondo de todo aquello un averno de delirios me esperaba.

Si él lo había planeado, ya nunca me encontrarían.

Estaba atrapada en el mismísimo fondo del País de las Pesadillas, con ese desquiciado, y aquello sería para siempre....

Enemigos Intimos [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora