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Era la tercera vez que detenía la marcha del auto. Golpeó con ira el volante, maldiciendo, mientras su aliento se convertía en vapor en cuanto salía de su boca. Quizás hubiese sentido el frío que había dentro del vehículo de haber prestado atención a lo que la rodeaba, pero su corazón desbocado y las oleadas de adrenalina seguían allí, palpitando en sus venas.

Esa mañana, cuando había al fin abandonado la tibieza de su lecho sin haber logrado dormir durante toda la noche, su firme propósito había sido olvidar todo y mandar al mismo diablo toda aquella estupidez que en el transcurso de una semana la había estado torturando de manera inconfesable. En la penumbra del amanecer se vistió en silencio, y antes siquiera que cualquiera de los otros habitantes de la casa hubiese abierto los ojos, ella ya había abandonado el lugar, dirigiéndose con creciente ansiedad hacia el sector donde aparcaban los coches.

El sol comenzaba a despuntar con más fuerza cuando cerró los ojos, y casi sin poder refrenarse pensó en él, y lo imaginó esperándola a la orilla del remanso... necesitaba estar allí, verlo, aunque fuese por última vez... hablar con él, entender por qué le había dicho en ese último encuentro que " la había aguardado por demasiado tiempo..." . Esa frase se había apoderado de su pensamiento, y la estaba enloqueciendo, el recuerdo de la tibieza de su piel, la dulzura de su beso, la tristeza de su mirada... aquello era más de lo que podía manejar, y siendo una mujer acostumbrada a manejar a su antojo a los hombres que había tenido a lo largo de su vida, aquel la desconcertaba... era un puzle que debía resolver si no quería perder la razón.

Nuevamente dio arranque al vehículo, y tratando de enfriar su mente, retomó al fin el camino que la llevaba hasta él dueño de aquellos ojos azules que habían desatado tanta dulce confusión en su interior.

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Un manto níveo cubría el claro del bosque que se expandía frente al remanso, y Dwight ya había marcado un profundo sendero caminando alrededor de las aguas congeladas que rodeaban la cascada, mientras nervioso se refregaba las manos, aguardándola. Su corazón latía desbocado, ella ya le había dicho muy claramente que aquello que él ansiaba era imposible, pero aún así se negaba a aceptarlo... y una vez más la buscó con una obsesión que rayaba la locura, en el linde de los árboles que lo rodeaban... aguardaría su llegada todo el día si era necesario... y poco le importaba si el mismo infierno se hubiese abierto con toda su furia ante él... aún así la esperaría con cada latido de su corazón, reclamándola.

Y fue cuando la vio aparecer de manera silenciosa, con su figura que se abría paso a través de la espesura del bosque, que casi pudo percibir como su corazón se detenía... Creyó que si cerraba por un instante sus ojos, ella simplemente desaparecería...

Rosita se acercó a él con paso vacilante, D. podía percibir su miedo y turbación... pero a pesar de ellos había llegado... era más de lo que podía esperar, y agradeció en silencio a los dioses por la oportunidad que le brindaban... Su mirada de almendra se encontró con la suya, cada poro de su piel reclamaba rozarla siquiera, pero sentía que si la tocaba desaparecería, como en aquellos sueños que estaban acosándolo hasta la locura cada noche.

No pudo evitar sonreírle. El solo hecho de verla allí lo hacia más feliz de lo que creyó posible...

-No debería estar aquí... - la escuchó decir. Era una verdad dolorosamente cierta.

-Lo sé... y sin embargo aquí estamos...-

Los velos debían caer al fin. Ya de nada servía ocultar las cartas, el juego estaba terminado, y casi por impulso ella le habló, sentía que si no comprendía a aquel hombre, ya nada tendría sentido.

- Para qué querías este encuentro? Qué quieres de mi? –

Dwight le sonrió con honda tristeza... No era evidente para ella lo que provocaba en él?

-Quiero estar contigo... y no es sólo algo físico, esto está más allá de lo que imaginé alguna vez posible... es que acaso no te has dado cuenta? Cuando roce por primera vez tu piel casi creí que era imposible que una mujer fuese capaz de desatar las sensaciones que me invadieron... y luego... cuando nos besamos... por todos los dioses... creí que rozaba el cielo en tus labios...-

Rosita bajó su mirada, sonrojándose... aquello era lo más dulce que alguna vez había escuchado... y sentir sus propias emociones en palabras la desconcertaba de manera inconfesable... se mordió su labio... nerviosa, y comenzó a caminar en círculos alrededor de aquel hombre...

- No... no está bien... -

-Lo sé... eres más de lo que merezco...-

Sus palabras eran una cruel tortura... se detuvo para tratar de acompasar su respiración, y en ese instante Dwight dio el paso que los separaba, y pudo sentir como su mano tomó la suya con firme determinación... cerró sus ojos un instante... y casi en contra de todo lo que era correcto, comprobó cómo su piel ya lo reclamaba con fuerzas que eran más intensas de las que podía soportar...

Con lentitud levantó su rostro hasta él... y pudo percibir como tomándola de la nuca la acercó hasta su boca, sintiendo como todos los prejuicios cedían a todo aquello que la razón se oponía, mientras comenzaba a besarla con adoración.

Casi con febril instinto lo abrazó, atrayéndolo, y como si fuese el más increíble de los milagros, en su boca encontró la respuesta a aquella pregunta que durante tantas horas de desvelo la había estado haciendo perder la razón... aquel hombre había despertado en ella sentimientos que creía imposibles, que iban más allá de lo físico, quería conocerlo, aprenderlo, quería que fuese sólo para ella, y por sobretodo,  con ansia sin igual deseaba ser solamente para él... su boca era increíblemente dulce, y mientras la exploraba sin prisa y con deleite... la atrajo casi sin que se diera cuenta contra su firme cuerpo, podía sentir su masculinidad reaccionando ante aquel momento, y aquello despertó en su piel una sed que nunca creyó posible... quería más de aquel hombre... lo quería todo.

Luego de un intenso momento sus bocas se separaron, y él susurró sobre sus labios...

-Sé que no te merezco... que causé demasiado dolor... pero a pesar de todo, sin dudarlo daría cada paso que hice, de nuevo, si con eso supiese que me llevarían hasta este momento.. –

Rosita abrió los ojos con desconcierto ante aquellas palabras... una oleada de dolor la envolvió... dio un paso hacia atrás, mirándolo nuevamente, y casi sin que pudiese comprender, el rostro de aquellos que amaba y que habían sufrido a causa de él desfilaron ante ella... acusadores...

Lo soltó sin pensarlo... y dio un nuevo paso hacia atrás, embargada por una culpa sin igual... ella estaba deseando con febril desesperación a un hombre que había causado daño a su familia, y él estaba allí, frente a ella, asumiendo quizás sin un dejo de culpa que volvería a hacerlo...

Esa confesión era más de lo que podía procesar siquiera. Dio un  paso más hacia atrás... alejándose... y pudo ver como en los ojos de zafiro se perfilaba una mirada llena de remordimiento... pero ya era demasiado tarde.

Dejó de sentir su tibio agarre, tenía que alejarse... aquello la haría perder la razón, sentir aquello por ese hombre siempre había estado mal...

-No... -lo escuchó decir con miedo, mientras se alejaba, e inesperadamente sintió como el suelo se había vuelto más duro de repente bajo sus pies...

Oyó extraño un extraño crujido y, casi con curiosidad levantó su vista hacia él... pudo ver como D. la miraba con terror, y casi por reflejo dirigió la mirada hacia aquel lugar donde él estaba mirando... a sus pies. Rosita casi pudo ver como había caminado sin saberlo sobre el agua congelada del remanso, y antes de que siquiera pudiese comprender lo que pasaba, el hielo bajo sus pies se quebró, y hundiéndose en las heladas aguas, desapareció.

Enemigos Intimos [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora