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Sus labios temblaban suavemente. No había prisa, el tiempo ni siquiera existía ya. Comenzó con pequeños besos, descubriéndome de a poco... era lo más dulce que había probado, nunca me habían besado con tanta delicadeza, parecía querer saboréame de a poco. Yo percibía  que cada partícula de mi piel respondía ante su avance, e inesperadamente anhelaba un poco más... me sentía sedienta y a la vez intuía que su boca era, extrañamente, todo aquello que alguna vez había necesitado.

Mientras sostenía su mano entrelazada a la mía, y cerré mis dedos para que no me soltase, sentí como su mano libre pasaba suavemente sus yemas desde mi nuca hasta la base de mi espalda. Su tierna caricia me hizo arquear de manera instintiva mi cuerpo hacia él, y con gentil toque apoyó su mano en mi espalda, a la altura de la cintura, acercándome con decisión a su cuerpo. Sentía que mi piel estallaba en llamas ante su roce, consumiéndose deliciosamente...

Su boca intensificó gradualmente el beso, su lengua jugueteaba descubriéndome, aprendiéndome, pero aún así me resultaba enloquecedor el tiempo que se tomaba. Casi con febril necesidad lo atraje hacia mí, aspiré su embriagador y masculino perfume, sentía como mi pulso se incrementaba... hundí con ansia mi mano en su cabello, era suave, y lo aferré de la nuca, y pude percibir como gruñó quedamente de placer, como respuesta ante mi agarre, al tiempo que me sujetó contra su cuerpo con intensa y posesiva necesidad. Aquella sensación de exigencia y deleite que él desataba en mi era lo más inesperadamente placentero que había experimentado en toda mi vida.

Sentí su firme torso contra mi ser, su calidez y tibieza me rodeaban, creo que por primera vez en mucho tiempo me sentía no sólo deseada, sino, mágica e inesperadamente, anhelada. Era una sensación nueva, que se me abrió paso dentro de mí con inusitada y confusa inclemencia...

Y de repente, sin que lo esperase siquiera, las voces de mis demonios gritaron al unísono: "TRAICION!"

Rosita se alejó apenas unos centímetros de él, tratando de recuperar el aliento. Sus rostros aún estaban próximos, y casi con vergüenza ella bajó la vista, mordiéndose su labio. Un maldiciente sentimiento de culpa se abrió de repente paso en su interior, lacerándola, y casi con insidiosa malignidad, los rostros de aquellos que había amado y que habían muerto culpa de los Saviors desfilaron con dolorosa malevolencia frente a sus ojos.

Percibió como Dwight aún la aferraba contra él, respirando con intenso deseo.

- Esto... está mal... no... no puedo...- confesó con ella con dolor, mientras daba un paso hacia atrás, alejándose de ese hombre que había desatado de manera incontrolable aquellas primitivas sensaciones... tuvo que hacer eco de las escasas fuerzas que le quedaban, pues su cuerpo se negaba estoicamente a alejarse de él. Sin embargo, aun sus manos estaban unidas, y su alma daba su última batalla, negándose a dejarlo ir, manteniendo aquel tibio agarre.

A pesar de esos sentimientos, sus ojos al fin se encontraron. Su mirada de zafiro se había oscurecido deseosa, y la respiración de D. aún buscaba un indefinido punto de equilibrio que no lograba alcanzar, y de repente ella vio como los ojos de él se tiñeron con tristeza... sus palabras eran exactamente su miedo hecho verbo.

Vio como Dwight asentía con la cabeza, mientras relajaba el agarre de su mano, y Rosita a pesar de ello se sintió más sola que nunca, su piel protestaba ante aquella decisión, rebelándose por completo.

La muchacha dio entonces otro paso alejándose de él, mientras seguía aferrándose a la pequeña rosa que sostenía en su mano, y sin soportar la intensidad de su mirada, se giró, buscando internarse en el bosque que los circundaba.

-Rosita...- pudo escuchar su grave y atormentada voz llamándola. Ella giró levemente su cabeza, no quería mirarlo, sabía que si volteaba por completo sus instintos ganarían y ya no podría irse de allí.

-Cuenta siete días desde hoy. Y estaré de nuevo aquí, esperándote. Entenderé si no vienes... pero aún así te esperaré.-

-Por favor... no... esto está mal... - replicó ella con profundo dolor.

-Lo sé....No te merezco... Y a pesar de todo, aún así te esperaré... te he aguardado mucho tiempo.... demasiado....- dijo con una nota de congoja que atravesó el aire hasta llegarle a lo más profundo de su ser.

Rosita negó con la cabeza en silencio, y comenzó a adentrarse en el bosque. Y a pesar que sabía que lo que estaba haciendo era lo correcto, poco a poco sentía que una parte de ella comenzaba a desmoronarse sin el calor de la piel de aquel hombre.

Enemigos Intimos [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora