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Estaba completamente entumecida. Mis dientes habían comenzado a castañetear de manera incontrolable a causa del frío.

Eugene se había percatado de eso, y molesto por el giro de sus planes, cualesquiera que fuesen estos, decidió levantarme de la cama y llevarme hasta otra habitación que había en el lugar, que era una mezcla entre cocina y sala de estar. Allí él había encendido un fuego generoso en la chimenea, y el ambiente estaba cálido y mucho más confortable, y quizás hasta hubiese disfrutado el cambio si no hubiese sido que aun estaba maniatada y amordazada.

Mi ropa estaba hecha girones, y después de asegurarse que me mantenía firmemente atada, al fin me había puesto en pie. Cuando lo hizo me aferró contra su pecho, y pasó la punta de su nariz rozándome desde mi hombro hasta mi oído, y sentí como su respiración se hacía irregular al hacerlo, quizás yo hubiese llorado, pero ya no quedaban lágrimas dentro mío... o eso creí en ese momento. Quise resistirme ante su roce, pero me sentía extrañamente débil... desde la primera vez que él me había dado de beber agua había percibido un dejo amargo en el gusto, y ahora que ni mis piernas ni mis brazos me respondían de manera coherente, me di cuenta que algo le estaba agregando él...

Me ubicó frente al fuego, y luego de un rato se sentó cerca de mí y con contrastante suavidad me quitó la mordaza.

-Hora de cenar! - Anunció, con una sonrisa, mientras sostenía un humeante cuenco frente a mí.

En cuanto sentí mi boca libre, de inmediato comenzó a darme rápidamente aquel mejunje, que bajaba de manera repulsiva por mi garganta y me quemaba a su paso. Luego de un par de minutos, una gota de aquel brebaje se escurrió por la comisura de mi boca, y antes de que pudiese darme cuenta, él se acercó a mí, con su mirada oscurecida, y pasó lentamente su áspera lengua por aquella, saboreándola poco a poco. Apreté mis labios, ya no sabía si sentirme asqueada o aterrorizada ante él... estaba por entero a su merced...

Apoyó después su nariz en mi mejilla, tratando de controlar la respiración...

-Por qué eres tan hermosa... te amo tanto... ya lo verás... Seremos felices juntos...-

-Por favor... -supliqué una vez más.

Tomó entonces con fuerza mi rostro con una de sus manos, y se acercó a él, enfadado.

-NO VOLVEREMOS. YO SÉ QUÉ ES BUENO PARA TI, ENTIENDELO!-

Cerré mis ojos, embargada por una tristeza que me agobiaba, y mientras aún sentía su férreo agarre, asentí, vencida, al fin.

Lo más probable es que unos walkers entrasen en algún momento y nos devorasen, y en realidad terminé deseando que aquello pasase lo antes posible, Eugene había comenzado a mostrarse cada vez más posesivo con mi cuerpo, y notaba que, a medida que pasaba el tiempo, le costaba más contenerse...

-Buena chica... al fin lo entiendes... eres inteligente... por eso te elegí...-

-Por favor... sólo quiero que les hables por el handy y les digas que no nos busquen... -

Yo no quería que saliesen a por nosotros, lo más probable sería que alguien terminase muerto y no soportaba la idea de perder a nadie más de mi familia, de mi comunidad...

-Mmm... Déjame pensarlo... no es mala idea... quizás mañana... hoy ya es tarde... no queremos preocuparlos en vano, verdad? Y ahora bebe un poco... no queremos que te deshidrates... Prometí cuidarte...-

Apoyó el vaso contra mis labios, y traté de negarme, pero con fuerza lo presionó hasta que no tuve más opción que sorber un poco de aquello que allí había, y como supuse, unos momentos después comencé a marearme... Cerré, pesados, mis ojos, y el rostro de Dwight fue lo último que recuerdo que cruzó ante ellos... sus ojos azules que con ternura me contemplaban... y sin más me dejé caer en la oscuridad que impiadosa me rondaba buscando apoderarse de los últimos vestigios de mi razón...

++++++

-Zorra estúpida!!!!!- dijo, mientras cruzaba mi rostro de una bofetada – No importa cuánto lo llames, él no podrá encontrarte! –

Había escuchado la ansiosa voz de Rick, a través del handy que Eugene había utilizado, y cerrando mis ojos imaginaba la escena que debía de estarse desarrollando en Alexandria. Y una sorpresa que me sobrepasó de manera absoluta fue cuando, de improviso, la voz iracunda y adolorida de Dwight se coló, a través del auricular, y simplemente no pude contenerme... y cada célula de mi cuerpo y mi alma lo llamó desesperada...

Eugene caminaba nervioso, hablando en voz baja consigo mismo, parecía desquiciado, quizás más aun de lo que había llegado a verlo.

-Si si... deberemos irnos antes... maldito deforme... ¿qué hace en Alexandria? Deberé buscar otro lugar... no será problema... nos iremos y ya no nos encontrarán... y estaremos en paz...

Esto no cambia los planes... sólo los adelanta... nos iremos en cuanto consiga combustible... - me anunció con una sonrisa demencial, y girando se marchó de la casa.

Dwight estaba en Alexandria... y a pesar de toda la desquiciada pesadilla que estaba atravesando, aquello fue como una luz que se abría paso en mi interior... y ya sola en esa destartalada casa, amarrada aún a la incómoda cama, sólo supe decir, llamándolo:

-Búscame, por favor.... -

Enemigos Intimos [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora